Matrimonio de primera romance Capítulo 492

Delfino lo puso sobre el escritorio, con expresión tranquila.

Había intentado lo todo posible para vivir aquí, ¿por qué Xulio pudo ser fácilmente invitado por Yadira a entrar?

Dio un sonido leve de desdén, luego alzó la cabeza y le dio una ojeada. Pero pronto la retiró, abrió el cartón y sacó los papeles.

Yadira no se le acercó, quería ir a la habitación de Raquel a fin de verla.

Ella tomó la siesta por la tarde, pero hasta ahora aún se encontraba durmiente. Eran casi las seis, tenía que despertarla, por lo contrario, ella no podría conciliar el sueño esta noche.

Cuando miró la hora, se dio cuenta de que Delfino había llegado a casa bastante temprano.

Tan pronto como se paró frente a la puerta del cuarto de Raquel, alguien la abrió desde el interior lentamente.

Raquel, cuyo pelo se mostró desordenado, de pie detrás de la puerta, la saludó bostezando, -Mamá.

-Ya estás despierta -la levantó, extendió la mano para arreglarle el cabello y luego la llevó al baño para lavarle la cara.

Pasando por la sala de estar, vio a Delfino y lo saludó, -Papá.

No era alta su voz, pero muy suave y encantadora debido a que acababa de despertarse.

Tras escuchar el sonido, miró hacia ella levantando la cabeza y le respondió, -Hola.

En el otro lado de la sala se agregaron recientemente un escritorio y una estantería para libros. Raquel tal vez también descubrió la diferencia.

Al entrar en el baño, aún tenía la vista clavada, llena de curiosidad, en el lugar donde estaba Delfino.

Después de salir del cuarto, Yadira le puso la chaqueta y luego Raquel se le acercó corriendo hacia él con alegría.

Aún faltaba un poco su altura para estar a ras del escritorio.

Tendió dos manos gorditas para apretar la superficie del escritorio, se puso de puntillas y intentó mucho levantar la cabeza con el fin de ver los papeles que estaba revisando Delfino, -Papá, ¿qué estás haciendo…?

En realidad, todavía no podía decir este tipo de oraciones con mucha claridad, pero Delfino ya se familiarizó la manera de que ella hablaba, pues naturalmente la entendió.

Le respondió sin moverse, -Estoy trabajando.

Raquel le preguntó de modo curioso, -¿Cuál trabajo?

Mientras puso la mirada hacia frente, vio a ella agarrando la superficie del escritorio duramente con las manos y mirándolo. Debido a demasiada fuerza, sus entrecejos fueron hacia arriba y los finales de cejas hacia abajo. Ahora estaba haciendo esfuerzos en secreto con la boca cerrado.

Delfino fijó los ojos en ella por unos segundos, luego alargó los brazos y de repente la levantó y la puso sobre la mesa con ambos manos bajo sus axilas.

Al ser levantada, Raquel tendió la mano agarrando los brazos de él de manera nerviosa. Cuando se puso sana y salva sobre el escritorio, se volvió calmada y suspiró.

Delfino enarcó las cejas, -¿Para qué has suspirado?

-No he suspirado -ella negó con la cabeza y quería tocar los documentos que estaban frente a Delfino con las manos.

Extendió la mano y la puso sobre los papeles, cuyo tono mostró habitual indiferencia, -No los toques.

Ella estaba tan asustada que retiró la mano de inmediato, los dos grandes ojos abiertos desmesuradamente lo miraron y las manos se dejaron detrás de ella en silencio, como si se temiera que él fuera a golpearla.

Desde no muy lejos Yadira observó esta escena y no pudo evitar sonreír.

Realmente era una criaturita lista.

Pero no duró en tranquilidad nada más que unos diez segundos, Raquel fue otra vez frente a él y miró los documentos con la cabeza alzada, e incluso intentó ansiosamente tocarlos.

Sin embargo, mientras le lanzó una mirada, ella retiró las manos rápidamente.

Ella estaba desafiando el límite tolerable de Delfino para ella.

Luego de tales varias acciones repetidas, Delfino dio la vuelta y miró a Yadira, -Si nos ves lo suficiente, ¡aleja a tu hija de mí!

Ella no se movió y dijo de modo ufano, -Voy a cocinar ahora, acompaña a Raquel. No la hagas llorar.

Delfino frunció el ceño y sintió mediante sus palabras que ella se complacía con la situación desagradable.

Tras hablar así, ella entró en la cocina. Delfino bajó la cabeza y miró hacia Raquel, quien también lo miró.

Viéndola no insistiendo en rechazarla, Noela dijo, -De todos modos, solo es una baratija.

Era cierto que lo que compró no valoró mucho, pero parecía muy interesante y lleno de buenos deseos de Noela.

Las dos charlaron sobre lo que había sucedido en el pueblo antes.

Después de enterarse de todo, Noela asintió con la cabeza, -Delfino es un hombre bueno.

Mientras Yadira iba a decir algo, notó que su vista se cayó detrás de ella.

-¿Qué te pasa? -Yadira miró hacia atrás siguiendo su vista, encontró que Delfino y Apolo se dirigían hacia ellas.

Apolo se les acercó y directamente se sentó junto a Noela, con el abrazo alargado mucho y apoyado contra el sofá, y le preguntó inclinando la cabeza, -¿Todavía no habéis pedido algo?

Noela le lanzó una mirada hacia su brazo con un breve movimiento de cabeza.

En seguida lo retrajo y lo puso sobre la mesa.

En este momento, un camarero trajo unos vasos de agua, Apolo levantó uno a beber para ocultar su vergüenza.

Yadira observó la interacción entre los dos.

Ellas se sentaron junto a la ventana, Raquel se quedó sentada cerca de la pared y ella, en el lado cerca del pasillo.

Delfino se sentó junto a ella, con expresión falta de interés.

Volvió la cabeza y lo miró, antes de que hablara de algo, Delfino respondió conscientemente a su pregunta, -Salí a comer y me encontré con Apolo en el camino.

Yadira miró el reloj, se dio cuenta de que ya era un poco tarde y era la hora de almorzar.

Alzó los ojos con los que lo miró en indiferencia, -Está a unos 40 minutos en coche desde el edificio del Grupo Dominguez hasta aquí, y también se necesita media hora desde el Dominguez para llegar en coche al Grupo Auge, ¿cómo podríais encontraros en el camino?

¿Cómo podría Yadira creer tales explicaciones carentes de toda credibilidad?

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