Matrimonio de primera romance Capítulo 567

Delfino se quedó un poco atónito, pero su cara siguió llena de rabia.

Fijó la mirada fija en ella, que era tan aguda como si quisiera desnudarla, -¿En qué acabas de pensar en el sótano? ¿Quieres estrangular a Perla hasta?

De repente ella levantó la cabeza y abrió los ojos desmesuradamente mirándolo.

La mano, puesta junto a su cuerpo, se apretó involuntariamente. Hacía un momento, quiso en realidad matarla…

Odiaba mucho tanto a ella, porque ella conspiraba con los demás para secuestrar a Raquel.

Desde la infancia, aunque Perla le había hecho tantas cosas demasiadas, Yadira solo trató de devolver a ella todo lo que Perla le había hecho. De hecho, eso no podía demostrar cuánto odio Yadira tenía a ella.

Después de todo, nunca había dispuesto de ni una expectativa a Perla, la hermanastra mayor.

Sin expectativa, naturalmente, no nacería el odio.

Sin embargo, ella realmente se había confabulado con alguien para darle daño a su hija.

Debido a lo que pasó a Raquel cuando era niña, originalmente Yadira estaba muy en deuda con ella, y además, ahora ella fue llevada debido al rencor entre los mayores, lo que dejó a ella no poder aceptar.

Yadira llevó mucho tiempo sin hablar, tampoco dijo nada Delfino y solo esperaba a ella despegar los labios.

Ella tomó un aliento profundo, después de calmar la emoción, le preguntó con la más tranquilidad posible que podía mantener, -¿Cuándo se llevaron a Raquel?

Frunciendo el ceño, tras un rato de silencio, él le respondió, -El día en que llegué aquí.

Al oírlo, Yadira se rio burlonamente, mordiéndose los labios.

-¿Resulta que fue secuestrada tan temprano? -movió con la cabeza, la vista con la que lo miró mostró unas frialdades-. Apenas te alejaste de ella, ¿se le llevaron de inmediato?

La segunda mitad de lo que dijo condenaba el corazón de Delfino.

Aun cuando ella no lo dijera directamente, aún podía sentirse el reproche en su tono, el de que no había conseguido proteger bien a Raquel.

Delfino leyó claramente a su mente, pero no pudo hablar de nada.

En lo referente a ese asunto, no tenía nada que justificar por sí mismo.

-No me dijiste nada incluso que Raquel había fue llevada por ellos, ¡siempre me estás engañando!

Al ver a él permanecer en silencio, se puso más enfadada.

-¡Delfino! ¡Raquel es tu propia hija! Al partir de casa, si hubieras ordenado que la protegieran bien, ¡cómo podría ser tan fácil para ellos llevarse a Raquel!

Tan pronto como pensaba que era todavía tan chiquita, siendo secuestrada por un grupo de desconocidos, todo el corazón se le curvó, ni poniendo relajarse ni un minuto.

Ella le gritó levantando la voz y con un tono sombrío, a Delfino también reinaba un aliento deprimido. Ante tal situación, los guardaespaldas no osaron persuadir, solo tuvieron que llamar a Xulio.

Por acabar de irse un poco antes, Xulio regresó muy pronto.

Al llegar a la villa, Yadira había vuelto al salón con Delfino.

-Señor, Señora -llegó frente a ellos, acochándose levemente.

En el instante en que lo vio ella, se puso de pie y le preguntó con prisa, -Xulio, ¿tiene nueva noticia de Raquel?

El guardia, quien lo llamó, se lo había contado todo lo que pasó entre ellos dos, por lo que, al escuchar la pregunta, Xulio no se sorprendió mucho.

Primero le dio una ojeada a Delfino, luego le dijo a Yadira, -Los que llevaron a Raquel son muy astutos. Estos días los hemos estado persiguiendo, pero ellos siempre han tomado la delantera que nosotros.

Tras oír esa respuesta, Yadira se volvió sentar al sofá, con las manos y los pies fríos. En todo el salón se quedó otra vez en silencio.

Un momento largo después, ella se puso de pie de pronto y se dirigió afuera.

Delfino se apresuró a levantarse y detenerla, -¿A dónde vas?

-Voy a buscar a Perla -terminado de hablar, ella se deshizo la mano que la sostenía.

Se le ocurrió lo que le había dicho Perla, que ellos se prestarían a buscarla.

Cuando volvió a despertarse, Yadira sintió olor a las comidas ricas.

Delfino se paró, a contraluz, frente a la cama, proyectando una sombra, dijo con voz llena de indiferencia, -Si ya estás despierta, levántate a comer.

Ella echó una mirada alrededor de aquí, de repente se puso sentada en la cama, y con un vistazo notando las comidas instaladas sobre la mesa.

Despegando la manta, se levantó de la cama, como para verificar algo, ella caminó rápidamente hacia la puerta.

Inusualmente, Delfino no la impidió, solo mirándola encaminarse a la entrada.

Justo al abrir la puerta, encontró a los guardaespaldas que vigilaban afuera de la habitación.

Ellos primero observaron cuál actitud que mostró Delfino, y la preguntó, -Señora, ¿qué es lo que mandas?

-Claro que es así -ella se burló de sí misma, cerrando la puerta con fuerza.

Se volvió y la mirada que le lanzó a Delfino mostró frialdad, -En tus ojos, ¿soy un gatito o perrito? ¿Me encarcelas cuando te dé la gana?

-Ven a comer -aparentando no oír lo que dijo, Delfino se dio la vuelta y se sentó a la mesa, con la vista caída en ella, indicándola apresurarse a venir.

Le gritó Yadira, un poco destrozada, -No quiero comer, ¡quería buscar a Raquel!

Por lo contrario, él se expresó tan sereno, -Lo haré.

-¡Pues ve a buscarla! ¿Por qué me encierras? -cerrando los ojos, tendió las manos para cubrirle la cara, con el fin de aquietar la emoción.

Ella no sabía qué realmente quería hacer Delfino.

Él iba a buscar a Raquel, pero ¿por qué tenía que aprisionarla?

¿Por qué le ocultaba lo que pasó a Raquel? Aun preocupada por ella, no era tan vulnerable que se quedó totalmente deprimida después de saber el hecho.

Lo que en realidad la hizo en crisis nerviosa, fue que Delfino la metía en la habitación y no le permitía hacer nada.

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