En el tiempo en que Yadira se distraía, Raquel pensó que ella no la había oído, así repetía sin cesar, -Mamá, vi a papá, ¡es papá!
-Ya lo sé -Yadira la puso en el suelo-. Quédate de pie, mis brazos están un poco doloridos.
Encontró que era correcto lo que había dicho Delfino, que últimamente Raquel se volvió un poco más gorda, y le dolían los brazos solo después de sostenerla por un momento.
Justo cuando estaba en el suelo, Raquel tiró de su mano y se dirigió hacia la puerta, en la boca siguiendo murmurando, -Papá, papá…
Yadira caminó allá llevada por ella.
Hacía un rato ellas se pararon sobre la terraza y podían verlo fácilmente. Pero ahora se quedaron en el suelo, y frente a ellas había un grupo de hombre tan altos que apenas podían encontrarlo.
Raquel, tirando de ella, intentaba a pasar duro a través de la gente para buscar a Delfino, pero de repente fue llevada a regresar por Yadira, quien se acuclilló y le dijo, -Raquel, no pasemos. Papá entrará más tarde, vamos a esperarlo en el salón.
Dado que Delfino se atrevía a venir, naturalmente sería capaz de entrar. Solo sería en vano para ellas apretujarse por aquí.
Raquel hizo un puchero, un poco decepcionada, pero siguió sus palabras, -Vale.
Así Yadira la llevó volver a la villa. Solo unos pasos dados, se volvió y miró otra vez, luego entró al salón.
No mucho después de entrar a ellas dos, Delfino y Mariano también llegaron juntos.
Mientras entró Delfino, vio a ellas.
En sus ojos, originalmente no existiendo ninguna emoción, de pronto brilló una sonrisa muy leve.
Yadira lo comprendió, eso parecía decirle, -He dicho que vendré a veros.
Se retiró la vista y giró la cara a mirar por otro lado, sin poder evitar reírse.
Pero Raquel expresó su alegría de manera muy directamente, corrió con felicidad hacia él, -¡Papá!
Ella era de pequeña estatura, por lo que aun corriendo allá solo pudo abrazar sus piernas pidiéndole un abrazo.
Delfino, al ver eso, inclinó la cintura para alzarla, luego la puso al sofá para que se sentara, con la mano tendida le tocó la frente, -Tengo algo más que hacer.
Terminado de hablar, se volvió y lanzó la vista a Mariano, -Dejarme estar de pie aquí, ¿es la manera de que Sr. Mariano acoge a los invitados?
Mariano sin decir ni una palabra, solo la miró a Yadira. Un subordinado detrás de él se fue adelante y hizo un gesto dirigido a las escaleras, -Por aquí, por favor.
La situación actual era un poco sutil: la incompatibilidad entre ellos dos se existía por mucho tiempo, pero Delfino vino aquí e incluso Mariano tuvo que tratarlo con cortesía.
Lógicamente, los dos deberían oponerse contra la otra parte en cualquier ámbito.
Si todas cosas pudieran resolverse en paz, sería el mejor resultado. Pero en este momento, quienes se embarcaron en ese asunto eran Delfino y Mariano, así la circunstancia se volvió delicada.
Delfino dio la vuelta y subió directamente las escaleras, siguiendo a Mariano al estudio.
Yadira se quedó allí, un poco aturdida.
Hasta que Raquel, sentada en el sofá, sacudió el lugar vacío junto a ella y le gritó, -Mamá, siéntate aquí.
Ella se le acercó y se sentó al lado de su hija.
Raquel tomó sus manos, con una cara llena de expectativa, -Esperamos juntos a papá.
Yadira le tocó la cara suavemente, sin hablar.
***
En el estudio.
Mientras entró en la habitación, Delfino, sin tomar a sí mismo como un invitado, directamente se sentó en el sofá antes de que Mariano hablara de algo, luego lo miró arriba, -Un café, sin azúcar.
-¿Crees que aquí es un restaurante?
Mariano se enfadaba tanto que se rio. No esperaba que Delfino realmente osara venir aquí a buscarlo de manera tan informal.
Delfino estaba tan seguro de que él no daría ningún daño a Yadira, ¡así podía comportarse tan casualmente e indiferentemente!
-Desde niño, el señor Mariano ha vivido en el exterior, quizás no conoces bien la forma aquí de cómo atender a los invitados. Somos muy hospitalarios, si ellos vienen a casa, siempre los acogemos con comidas ricos.
Raquel parpadeó, asintió con la cabeza de manera confundida.
Josefa, quien se veía muy indiferente, no contaba con ninguna mala intención a Raquel. Algunas veces incluso dejó que las sirvientes dieran a Raquel unos postres ricos y juguetitos divertidos.
Y Raquel, una chica lista, después de saberlo, comenzó a simpatizar con ella.
Josefa bajó menos de diez minutos después de subir.
Yadira supo de inmediato que ellos dos estaban discutiendo asuntos a solas en el estudio.
Sin embargo, ¿de cuál tema podían hablar los dos hombres?
Ella sentía que se iba convirtiéndose en un sufrimiento cada minuto, incluso cada segundo.
Por suerte, tras un lapso corto, Delfino bajó de arriba. Pero salió solo, Mariano siguió quedándose arriba.
Al ver salir a él, Josefa se apresuró a subir con rostro lleno de preocupaciones para buscar a Mariano.
Yadira se le acercó, mientras tanto, su mirada examinaba por él y le preguntó, -¿Estás bien?
-Sí -Delfino, bajando los ojos, le respondió una sonrisa.
-¿De qué hablaste con él?
Ahora tenía mucha curiosidad por la conversación entre ellos.
Delfino hizo una pausa, luego dijo con formalidad, -Le di gracias por su cuidado a mi esposa y mi hija.
Yadira lo miró con expresión atónita, -¿Crees que confiaré en eso?
-Pero sí lo dije.
Él volvió a reírse, pero el fondo de los ojos mostró un poco de sombrío.
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