Matrimonio de primera romance Capítulo 713

—¡Yadira Jiménez! —Delfino la llamó por su nombre de forma amenazante.

Era como si fuera a hacer algo si Yadira seguía hablándole así.

Yadira estaba muy impaciente ahora y no quería saber en qué estaba pensando Delfino, ni tampoco quería averiguar por qué se había acercado a ella de repente y seguía preguntando sobre lo que había pasado anoche.

Sospechaba que Delfino había estado con Ximena por alguna razón inexcutrable, pero las acciones de Delfino hicieron que sea difícil creerlo.

Yadira siempre le había sido fiel, aunque tuviera que soportar la indiferencia de él, pero todo cambió cuando Delfino la había hecho ir al restaurante. Después de lo que había pasado en allí, el amor de Yadira por Delfino finalmente comenzó a desvanecerse.

Pero ahora, Delfino le había bloqueado el paso y no dejaba de preguntarle por la noche anterior.

Al pensar en esto, Yadira sonó aún más tranquila:

—¿Qué tiene que ver con usted, señor Delfino? Solo soy una persona irrelevante, ¿por qué se preocupa por mí?

Recordó todo lo que había dicho Delfino.

Ese día éste dijo que ella era una persona irrelevante para él. En ese sentido, sus asuntos también eran irrelevantes para él.

Delfino seguía manteniendo la postura, pero el ascenso y descenso de su pecho mostraba los cambios de su estado de ánimo.

Sin embargo, se limitó a decir:

—Tienes una boquita muy audaz.

No sonaba tan frío como de costumbre, sino algo mimoso.

Yadira pareció sentirse estimulada por su tono y comenzó a forcejear violentamente.

—¡Suélteme! —Su voz temblaba y era extremadamente indolente, no tan tranquila como antes.

Sin embargo, Delfino continuó con el interrogatorio:

—Responde a mi pregunta y te dejaré ir.

Yadira estaba completamente enfurecida por él, pero no podía escapar por mucho que se esforzara. Logró zafar la mano, pero Delfino volvió a agarrarla.

La impotencia y el pánico surgieron en su corazón. Yadira hizo todo lo posible por calmarse, pero no pudo. Así que gritó histéricamente:

—¡Delfino, ya hemos roto! ¡¿Qué quieres de mí?!

Se dio cuenta de que Delfino se puso rígido por un momento, pero continuó de todos modos.

—Jacobo me humilló delante de ti, pero no te importó en absoluto. Cuando detuvo su coche a mitad de camino y me dejó indefensa, tú abrazabas a Ximena. Cuando el Grupo Dominguez se incendió, me dejaste atrás. Y para complacer a Ximena, me mentiste y me hiciste ir al restaurante...

—¿Y qué haces ahora? ¿Crees que puedes hacerme algo solo porque no puedo resistirme a ti?

Yadira se echó a reír de repente. Luego, se burló y dijo:

—¡Delfino, eres un bastardo sin corazón!

Estaban cerca, pero les resultaba difícil ver con claridad las expresiones del otro.

La mala luz provocaba una visión limitada, que solo hacía que sus otros sentidos fueran más agudos que los de costumbre.

A Yadira le pareció opresiva la habitación, y esta sensación provenía del hombre que tenía delante.

Dicho aquello, la habitación quedó en completo silencio

Después de un largo rato, Yadira empezó a sentir la espalda adolorida cuando la voz de Fátima llegó desde fuera:

—¿Alguien ha visto a la guionista?.

—No.

—Qué raro. ¿A dónde habrá ido...?

Solo entonces Delfino soltó a Yadira. En ese momento, Yadira empujó rápidamente a Delfino.

Sin embargo, tal vez porque había estado parada en la esquina por mucho tiempo, sus pies estaban un poco rígidos. Cuando empujó a Delfino, no llegó a utilizar mucha fuerza y perdió el equilibrio, pero fue atrapada por Delfino antes de que cayera al suelo. Sus brazos, delgados y poderosos, la rodearon por la cintura, sosteniéndola en sus brazos.

El rostro de Yadira era tan indolente como la escarcha, y cerró la puerta de un portazo y se marchó así que el interior de la habitación quedó a oscuras.

Delfino levantó ligeramente la mano y luego la bajó, murmurando:

—Odio...

Yadira no tardó en reunirse con Fátima, por lo que ésta se sintió por fin relajada:

—¿Dónde has estado? Te he estado buscando pero no estabas en ninguna parte, ¡y tu teléfono sigue en casa de mi asistente! ¡Por el amor de Dios! Estaba muy preocupada por ti.

—No me sentía bien, así que fui al baño. —El rostro de Yadira estaba completamente pálido que ni siquiera pudo forzar una sonrisa.

Fátima también notó que Yadira no parecía estar bien, así que preguntó preocupada:

—No tienes buen aspecto. ¿Necesitas ir al hospital?

—No pasa nada. Voy a volver a descansar. Quizás sea porque no me he acostumbrado al entorno.

Eso era una tontería, y ella lo sabía. Pues, ya llevaba varios días aquí, y si no se acostumbraba al entorno, esto debería haber ocurrido en los primeros días.

Sin embargo, Fátima la creyó de todos modos:

—Entonces, que el conductor te lleve de vuelta al hotel. De todos modos, la filmación puede seguir si no estás por ahora.

—De acuerdo. —Yadira no se negó. Se sentía mal y no le convenía quedarse allí más tiempo.

Fátima acompañó a Yadira hasta el coche. Al pasar por un lugar de rodaje, vieron a Ximena y a Delfino de pie a un lado.

Ximena le preguntaba cuidadosamente a Delfino:

—Delfino, hace un momento llamé a la puerta del salón. ¿Por qué no has abierto? ¿Te quedaste dormido?

Delfino respondió con cara fría:

—Sí.

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