Matrimonio de primera romance Capítulo 958

Yadira seguía molestar a delfino y hacía guerra fría con él para obligarlo a enviarla al hospital.

En las películas, a menudo había escenas de protagonistas enfermos que se despedían de sus seres queridos. En aquel entonces, yadira pensaba que no era necesario hacerlo. A un familiar real no le importaría que estuvieras gravemente enfermo ni te vería como una carga.

Sin embargo, solo después de que Yadira quedara discapacitada comprendió tal acción.

Sentía que era carga para Raquel y Delfino. No necesitaría que enfrentarse a Delfino y Raquel todos los días si estaba en el hospital. De esa manera, sería más fácil para ellos.

Pero Delfino se negó.

En los últimos días, cuando Yadira se paseaba por el patio, descubrió que había más guardaespaldas fuera. La mitad de ellos los conocía y la otra mitad eran desconocidos.

Delfino salió de la casa con una fina manta en la mano. Fue directamente hacia Yadira y le cubrió las piernas con la manta. Luego miró a Yadira y descubrió que esta miraba fijamente hacia la puerta.

Delfino le tocó la cabeza y le preguntó,-¿Quieres salir a dar un paseo?

-Creo que hay más guardaespaldas que antes. -Yadira miró a Delfino y preguntó con toda la suavidad.

Delfino también miró hacia la puerta y dijo,-Algunos antiguos empleados han dimitido, así que hay caras nuevas.

-¿Verdad? -La excusa de Delfino sonaba poco fiable.

-Volvamos. Hace demasiado frío fuera por la noche. Delfino se levantó y empujó la silla de ruedas de Yadira hacia la habitación.

Delfino empujó a Yadira al estudio. La puso suavemente en el sofá para que pudiera leer algunos libros para pasar el tiempo. Y se sentó a su escritorio para trabajar.

Después de un rato, miró a Yadira y descubrió que se había quedado dormida en el sofá.

Mirando a su madre durante un rato, se volvió para preguntar a Delfino,-Papá, ¿cuándo se pondrá mejor mamá? Esta noche solo ha comido un poco de sopa. Ha comido menos que yo.

Delfino miró a Raquel y le dijo,,-Es porque comes demasiado, no Yadira come poco.

Raquel frunció el ceño,-Nuestros niños necesitan comer mucho para crecer.

Delfino puso su dedo en el medio de los ceños de Raquel. Esta tenía un aspecto lamentable con las cejas arqueadas que parecía tierna.

Raquel negó con la cabeza,-¡No me toques!

Sabía que Delfino se estaba burlando de ella. Arrugó la nariz y dijo,-No habéis comido mucho. Habéis perdido peso.

Delfino dijo amable,-No te preocupes, se recuperará pronto.

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