Encontrarme con Mishaal después de tanto tiempo me genera un sin fin de nervios, pero, todo lo que he visto doblega la ansiedad por saber qué es lo que pasa, quiero que él me explique, ¿por qué hace todo esto?, y ruego a Dios que no salga más decepcionada de lo que estoy ahora.
Justo al atardecer me dirijo a un saloncillo donde quedé con Hanna para tomar el té, y para cuando llegué, ella ya estaba allí esperándome como una porcelana.
—Bienvenida…
—Hola, Hanna, ¿tienes mucho tiempo aquí?
—Apenas estoy llegando —responde con una sonrisa ofreciéndome la tasa de té ya servida.
—Gracias, huele delicioso.
El aroma entra a mis fosas nasales, tranquilizando todo mi cuerpo aspirando un momento de paz.
—Entonces irás al pueblo mañana con el vizconde —afirma con una sonrisa.
—Así es, ¿te lo dijo Fais?
—No, me lo dijo mi hermano.
—Entiendo… ¿Te dijo también que él no irá? —pregunto sigilosa.
—Sí, él parece tener un asunto pendiente.
Su contestación fue rápida, sé que ella sabe de qué se trata, ni siquiera me observó al contestar.
—Creo que sé cuál es su asunto pendiente… —no puedo evitar decir, entre tanto observo como Hanna alza su mirada sorprendida hacia mí, mientras mantengo mi postura segura y tranquila.
Pero por dentro, por dentro estoy nerviosa. Bastante para mi gusto.
—Hanna… No soy tonta —ella abre más sus ojos—. Tu hermano y yo no tenemos un matrimonio por amor y tú más que nadie lo sabe.
—Saravi, escucha, tienen muy poco juntos, hay una vida por delante para…
—¿Quién es Alinna Menen?
Ella casi se atraganta con el té, he sido muy directa, pero no me avergüenza, no con Hanna. Con toda la delicadeza y discreción limpia suave su boca mientras que una dama se acerca para ayudarle.
—No entiendo, ¿cómo sabes de ella?
Un suspiro pesado es exhalando por mi parte, y mis mejillas se tiñen.
—Leí una carta para Kalil…
—¿Qué? ¿Estás hablando en serio? —Cuestiona preocupada.
—Muy en serio… Yo nunca pensé que la encontraría, así que, yo…
—Saravi, mi hermano se molestaría mucho, es su privacidad y tú has leído una carta para él.
¿Esto es en serio?
—¿Privacidad? Hanna, Kalil es mi esposo, puedo hacerlo y no debería tener problema, además, no sabía que tendría un amante comenzando el matrimonio.
El rostro de Hanna va de mal en peor, no deja de negar mientras que su rostro decae en tristeza.
—Saravi, tú no entiendes a mi hermano, no lo conoces. Alinna es su amiga desde que era una niña y se quieren mucho, en algún momento pensé que nuestro padre cambiaría de decisión al ver a mi hermano… Junto a Alinna; pero desconozco por qué siguieron los planes al llevar el casamiento contigo. No te digo esto para hacerte sentir mal, solo no veas a Kalil como un enemigo, él ha sido tan fuerte y valeroso al amar tanto a su pueblo, dejando tantas cosas que…
—Hanna… —le interrumpo—. Tú tampoco conoces lo que yo he dejado.
—Saravi…
—No te preocupes —me levanto—. Solo espero que esta conversación quede entre nosotras.
—No tienes que pedirlo, nunca hablaría de nuestras cosas a mi hermano.
—Muy bien, realmente agradezco tu discreción.
Me retiro de inmediato sin dejar que ella pueda persuadirme, tengo el corazón henchido y rabioso, la información dada por Hanna me ha revolucionado, es evidente que Kalil ama a esa mujer, es evidente que yo cumplo solo un papel en este reino, y es el de una figura de apariencia, solo eso.
Desde un inicio, o desde siempre, su trato hacia mí ha sido solo para forjar una tregua y así sobrellevar la carga del palacio. Esto no debería molestarme para nada, esto debería alegrarme porque de alguna forma es lo que quise, esto realmente debería realzar mi ideal para encontrarme una vez y para siempre con Mishaal.
Pero no.
No es así. Ahora mismo no me siento como quiero, ahora mismo tengo una contrariedad de sentimientos que hacen que me falte el aire; decepción por Mishaal, dolor por los niños, impresión por Kalil. Creo que si no logro controlar todo esto y si no pongo en orden mis emociones, terminaré por enloquecer.
Luego de la cena con solo dos miembros de la familia, me dispongo a ir directo a la habitación, quizás hable un rato con Nadia y luego podré descansar. Mañana tendré un día largo y debo ser lo suficientemente fuerte como para enfrentar a Mishaal, sin dejar de tener en mi cabeza que el rey se reunirá con su querida.
Justo cuando llegó a la habitación, algunas damas se inclinan ante mí dando la vuelta para irse, lo cual se me hace extraño. Ya que ellas deberían entrar conmigo para acompañarme, entonces fijo la mirada en Nadia interrogante y está sin más me responde:
—¡Entonces es tu querida! —vuelvo a soltar, pero en esta ocasión el rostro del rey también enfurece.
—¿Qué has dicho? —interroga zarandeándome sin ser brusco.
—¡Claro, quiere tenerme aquí solo para figurar una esposa! Y mientras trata de arreglar el reino, luego… ¿Qué hará conmigo?
—¿Acaso no es lo que quiere? ¡¿Su libertad?! ¿No está exigiendo mucho, cuando días atrás me confesó que ama a alguien más…?
—Yo no me revuelco con nadie al menos, ni tampoco he rechazado a mi esposo.
¿Qué? Pero… ¿Qué he dicho?
—Eso se solucionará, Saravi.
Kalil me toma fuertemente por el rostro mientras que su beso demanda exigencia, no está siendo cariñoso, está actuando con rabia. Sus brazos pegan mi cuerpo hacia el muro haciéndome un poco de daño, mientras que yo trato de quitar sus manos de mí, pero es imposible, su fuerza doblega mi voluntad.
—¿Quieres que te haga mía? ¡Entonces te haré mía!
—¡Déjame!, no te atrevas…
Kalil vuelve a tomar mi boca entrando en ella demandando mi respuesta, y al mismo tiempo, tratando de sacar mi vestido. La adrenalina recorre mi torrente sanguíneo, y mi cuerpo empieza a traicionarme ¿Cómo puedo estar sintiendo todas estas emociones cuando este hombre me toca? ¿Cómo puedo permitir que me tome así, mientras que en su mente tiene a otra mujer? ¿Y cómo yo misma traiciono mi corazón, cuando pertenece a alguien más?
En algún momento su boca se despega de la mía y baja a mi cuello provocando un éxtasis indetenible, un sonido sale de mis labios sin poder controlarlo, mientras que un líquido caliente se derrite dentro de mi vientre. Kalil lleva sus manos a mi cintura tratando de sacar el corsé, entre tanto sigue torturándome con su boca.
No sé en qué momento me despojó del vestido, en ese preciso instante es cuando el frío comienza a recorrerme, y me doy cuenta de que hemos llegado demasiado lejos porque yo misma estoy tocando su cuerpo, porque yo misma le beso y porque ahora mismo, él ya no está ejerciendo fuerza sobre mí.
Una opresión en mi pecho me hace derramar una lágrima. Esa que dice que mis emociones no pueden más con lo que tengo en la cabeza; el rostro de Mishaal, todo el asunto de los niños, mis emociones por este hombre y por supuesto, su querida, hacen que sienta una tristeza incalculable.
Un sollozo se escucha entre el jadeo de nuestros cuerpos, y Kalil se detiene a observarme de inmediato. Por supuesto él no sabe a qué se debe mi comportamiento, deja de besarme y de poner sus manos sobre mí, sin duda alguna pensará lo peor de mí, y que de cierta forma también pensará que yo no deseo su tacto.
—Lo siento… Yo… —pronuncia alarmado.
Se levanta avergonzado, y medio vestido sale de la habitación dejándome solo en mi ropa interior, sentada sobre la cama y con lágrimas en los ojos.
Tomo una sábana y me cubro rápidamente sintiendo vergüenza de mí misma y de mi comportamiento, no sé qué quiero, no sé a dónde dirigirme, no tengo claro ahora mismo hacia dónde puedo caminar o qué camino tomar. La confusión que siento es tan sólida que me es imposible pensar con claridad para poder detener a tiempo todo esto.
Tampoco puedo creer que provoqué a un hombre que ama a otra mujer, no puedo creer que le reclamé no tomar su lugar en mi cama, y tampoco puedo creer que cuando él se dispuso a cumplir con su deber yo le correspondí su sacrificio.
Mi corazón llora con amargura…
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado