Saravi.
Ha sido una semana intensa y con mucho movimiento en el palacio, también he estado llena de conocimientos y descubrimientos por parte de cosas y personas con las que he llegado a relacionarme. Si alguien me hubiese dicho que estaría para arriba y para abajo, nunca lo hubiese creído. Pero esta forma me gusta, estar presta para ayudar y sobre todo para dar mi opinión acerca de casi todo, realmente me gusta.
Mis lazos con Hanna son únicos, ella se ha convertido como una hermana para mí. Sus suaves consejos, su manera de hablar y expresar su cariño, me han hecho sentir más que en casa; también la sutileza que emplea para hablarme de su hermano sin ser parcial, la forma en que busca enamorarme de este palacio y de nuestro pueblo. Ella realmente es única.
Por otro lado, Fais ha sido como otro padre, y aunque la preferencia de él sea estar al lado rey, lo veo bastante cómodo cuando nota mi presencia o me enseña algunas cosas.
A mis padres les he escrito varias cartas, a pesar de las diferencias con mi madre, los he extrañado muchísimo. Umar ha estado bastante alejado de mi presencia, ahora debo decir que a veces me da pesar con Kalil por tener que lidiar con él en todos sus asuntos.
La convivencia con Kalil ha mejorado desde el día de la villa, quizás porque lo percibo con otros ojos, posiblemente porque desde que entré al palacio he podido conocer realmente sus convicciones, y por más que trate de hacer a un lado las fuertes emociones que comienzan a embargarme, tengo que aceptar que el rey es un gran hombre.
—¿Usted cree que podré entrar a esa reunión? —pregunto por tercera vez en la semana. Fais está en su escritorio tratando de redactar una carta para el duque Nabal Marras.
—Puede preguntárselo directamente al rey, majestad… Pero, por lo que le conozco, creo que no permitirá que usted, una dama, y sobre todo la reina, entre, junto a todos esos hombres que solo saben de rudezas.
Su mirada vuelve a la hoja en donde escribe y un suspiro sale de mi boca.
—¿Está todo bien en el centro de Angkor?, ¿cuándo volveremos?
—Si usted quiere puede ir conmigo donde Nabal, le sentará bien hablar con su esposa sobre la villa.
—¿El rey irá con nosotros? —pregunto interesada.
—No. Me dijo que tendría otro compromiso.
Perfecto.
—Muy bien, iré con usted. Me gustaría visitar también a una amiga que vive allá.
¡Por favor! ¡Por favor! ¡Que no pregunte!
—¿Una amiga? ¿Tiene amistades en el centro de Angkor?
—Bueno, de hecho, es más amiga de Nadia… Mi dama de compañía.
Una sonrisa es asomada en el rostro de Fais, mientras niega lentamente tratando de involucrarse nuevamente en la carta. Entonces yo me excuso rápidamente y voy en busca de mi objetivo.
Borja.
Mi paso es apresurado, necesito que Borja tenga tiempo de avisar a Mishaal de que mañana en la mañana estaré partiendo al centro de Angkor. Necesito que pueda encontrarse conmigo con urgencia.
Justo cuando estoy llegando a uno de los patios mirando por todos lados, choco con una persona tan fuerte que si no es porque me toma rápidamente hubiese caído al suelo.
Un rostro bastante firme y varonil me observa, en solo cuestión de segundos nuestras miradas se encuentran y su ceño se agudiza, puedo sentir nuevamente el choque de su aliento contra mi rostro, produciendo una sensación cálida en mi cuerpo junto con el fuerte latir de mi corazón.
—Saravi…
—Lo siento… Venía un poco distraída y….
—Apresurada —termina por decir él, sin quitarme la mirada de encima.
No sé por qué estoy tan nerviosa, quiero decir cualquier cosa, pero esa mirada no deja que gesticule nada.
—Mañana… Iré con el vizconde Fais al centro —digo tratando de sacar alguna conversación.
—Me alegro, le diré a Borja que los acompañe y lleve algunos hombres.
—Muy bien, gracias… ¿Usted se quedará en el palacio?
Los hombros de Kalil se tensan y un trago forzado pasa por su garganta, puedo notar su nerviosismo.
—No.
Y con ello él asiente un poco decepcionado, da la vuelta y junto con el general, comienza a emprender su camino.
Me enojo al instante, me siento una tonta, una tonta por sentirme así, una verdadera cabezota por no decir las cosas que quiero. Pero ¿y qué le hubiese dicho?, ¿qué asunto amerita que no vaya mañana conmigo? ¿Por qué le pediría confianza si yo misma nunca se la he dado?
Y si vamos a hablar de lealtad tampoco soy la mejor. ¿Por qué pienso esto? No le debo nada a él o, ¿sí? Desde que llegué a este palacio sabía cuál era mi propósito aquí. No vine para entablar una relación con el rey, vine con otro propósito.
Sin embargo, el pensamiento que ronda en mi cabeza no deja de martirizarme, ahora mismo recuerdo la carta que leí, y un impulso me hace desviarme a la biblioteca para ver si aún está allí.
Con dedos temblorosos comienzo abrir el libro buscando despacio; pero por más que di vueltas y vueltas, la hoja de Alinna Menen ya no está aquí. Cierro el libro decepcionada y volví a centrarme en lo que de verdad necesitaba.
Encontrar a Borja.
Una vez que he recorrido varios patios, lo puedo encontrar junto con varios militares que al llegar notan mi presencia haciendo una reverencia. Borja entiende y se separa de ellos apartándonos a un lado.
—Iré mañana al pueblo con el vizconde. Por favor necesito que arregle para hablar con Mishaal.
—Solo estaba esperando su mensaje, majestad —responde Borja serio.
—Bien, entonces… Mañana.
—Haré alguna cosa para distraer al vizconde —dice él mirando hacia todos lados.
—Le dije que visitaría a una amiga.
—Ya veremos, hay que ir con cuidado, con su permiso… majestad.
¿Por qué siento algo malo con este hombre? Nunca me ha inspirado confianza. O puede ser su rostro carente de emociones lo que hace que me sienta incomoda a su lado. La verdad no lo sé, debo ir con cuidado con él, al menos hasta que hable con Mishaal.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado