Matrimonio Forzado romance Capítulo 51

Saravi (Nahid)

Así como la noche terminó, seis días pasaron rápidamente dándole inicio a nuevo año, los recuerdos confusos seguían, junto con alguno que otro sueño que de vez en cuando se volvía una pesadilla.

Omer y yo no volvimos a tocar el tema, pero ese día después de darle mi regalo, sus ojos brillaron como nunca.

Le regalé una estrella de seis puntas, deseándole un futuro próspero a Yomal y que el cielo diera su bendición, acompañándolo con sabiduría y buen juicio para que fuera el mejor rey que nuestro país haya tenido.

Él, se había quedado sin palabras, y después de algunas horas durante la velada, me había sorprendido pidiéndome la mano. Me impresioné mucho, aunque lo había visto venir, Omer estaba refrenado por mi actitud y quería disfrazar el título de “novia” para que yo no me asustase.

La verdad es que nadie en nuestros tiempos tenía una novia o novio, las parejas se comprometían y en ese período se conocían para proceder a un matrimonio. Aunque Omer me explicó que en la realeza no era así, incluso la situación era más rígida, algunos matrimonios, eran pactados por familias sin siquiera conocerse antes.

Eso me dio escalofríos.

Al final dije que sí, acepté ser la prometida del rey Omer, delante de veinte personas que evidenciaron el suceso y que al parecer les causaba alegría.

Estaba un poco nervioso, él me comentó después del suceso, y a medida que los días fueron pasando yo pude relajarme más a la situación y adaptarme a la idea del compromiso. Me daría tiempo, necesitaba tenerlo y pasar los días con él, quería conocerlo más, quería intentarlo, no sería difícil que mi corazón algún día lo amase. Eso haría.

Ahora mismo estaba sentada frente a Samira, mientras pensaba en esto. Ella por su parte estaba arreglando mi equipaje, colocando vestidos nuevos junto con las prendas que habías comprado. Yo misma puse los regalos en una maleta aparte, quería que todo saliera muy bien, y darle una buena imagen a nuestro rey.

—Tiene un rostro reluciente —dice Samira sonriendo ampliamente.

—Me siento bien —contesto colocando mis aretes.

—Bueno, debo decir que mi Señor es el más feliz de todos…

Sonrío a sus palabras y me levanto para despedirme de la hermosa vista de Yomal.

—Te extrañaré muchísimo—le digo a Samira un poco compungida—. Espero que no demoremos mucho.

—Disfrute su viaje mi Lady, no piense en mí, yo estaré muy bien aquí, esperándola.

«Suspiré satisfecha»

Varios lacayos entran a mi habitación, mientras Samira ordena para que saquen mi equipaje, entonces es hora de que me apresure porque hoy mismo en la mañana partiremos rumbo a Angkor.

Cuando llegué al patio en donde se encuentran los carruajes, Annisa estaba despidiéndose de Abdel, mientras Omer le daba una serie de instrucciones a su hermano. Abdel se quedará a cargo en el tiempo de ausencia de su soberano, se encargará de todo lo correspondiente al palacio y será como si estuviera Omer mismo.

En unos segundos, Annisa me hizo señas para que me acercara a ellos, mientras un lacayo abría la puerta del carruaje invitándonos a entrar.

Me despido rápidamente de Abdel mientras que con ayuda me subo al carruaje. El Rey continúa después de mí sentándose a mi lado, mientras diviso como la reina ya ha tomado su lugar frente a mí. La puerta se cierra y todos nos sonreímos mientras el carruaje comienza andar.

Una sensación de nervios llena mi estómago por completo, desvío mi mirada al anillo que Omer puso en mi dedo como parte del compromiso que nos unió hace días atrás.

—Cuando estén cansadas solo háganmelo saber —suelta el rey en dirección de nosotras y yo asiento varias veces.

—Será un viaje largo, Nahid —menciona Annisa, mientras Omer enlaza sus dedos en los míos.

—No me preocupa el cansancio, estoy un poco nerviosa por… Lo que puedan decir de mí.

—Nadie dirá nada de ti —dice Omer serio mientras su madre suaviza la expresión—. Eres mi prometida, nadie te faltará el respeto, sería un acto de deshonra que nadie se atrevería hacer.

Pensé que la realeza nos recibiría, pero tampoco sé qué horas de la noche sea, tal vez hicimos muchas paradas, y demoramos más de lo que se debía. Omer está en silencio mientras toma mi mano asintiendo en respuesta del hombre. Annisa le sigue también y comenzamos a caminar justo detrás del lacayo.

Mi boca se abre al entrar, esto es fascinante por donde se vea, el palacio en Yomal es precioso, no puedo negarlo, pero este sin duda alguna, rebosa en arquitectura. Giro hacia todo el lugar mientras detallo cada parte, sintiéndome maravillada por todo lo que logro divisar.

Muy lejos de lo que pensé, y del temor que sentí anteriormente, estoy totalmente cómoda con el lugar, no me siento fuera de contexto y para nada insegura. Creo que todo esto se debe a que ya oficialmente estoy comprometida con el rey.

Después de pasar varios salones y subir por algunas escaleras llegamos a unos pasillos amplios con cuadros de pintura en sus paredes, uno de ellos me llama la atención haciéndome frenar de golpe.

«¿Dónde he visto esta pintura»

Un hombre y una mujer, quizás el rey y la reina, están sentados con la corona en sus cabezas, mientras tres pequeños de pie están a su alrededor. Todos están serios, pero en alguna parte he visto este retrato.

El lacayo se detiene, junto con Omer y su madre para saber que ha pasado conmigo. Simplemente no dejo de ver la pintura, y repaso a cada personaje de ella. Unos ojos marrones oscuros, junto con sus puños apretados cautivan los míos de inmediato.

—¿Nahid? —La voz de Omer me saca del momento y giro rápidamente hacia él.

—Lo siento —me disculpo y observo como Annisa y el lacayo frunce el ceño—. Solo veía la pintura. ¿Quiénes son?

El lacayo sonríe, mientras se acerca.

—Hay varios ejemplares en el palacio idénticos a este. Este es nuestro rey Umar Sabagh y su esposa Zura —dice señalando a la pareja—. Los niños son sus hijos, ahora están grandes por supuesto.

Una risa natural sale de él, pero de repente al quedarse mirándome minuciosamente, toda gracia se esfuma cambiando totalmente su semblante profundizando aún más su ceño…

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