-¿No te casas con mi tío por dinero?- Manuel la miraba enojado, -¡Necesitas dinero, yo te lo puedo dar! Mientras lo dejes, estos son todos tuyos.-
En ese momento, Fernanda se sentía que era una mendiga y él era un noble donante.
Levantaba la cabeza y miraba a Manuel, siempre sentía que la hacía muy incómoda, -¿Quién te lo dijo?-
De repente, le daba dinero.
-Dijo Mariana.- Manuel la miraba, -Dijo que ese día fuiste a la familia Boriga a pedir préstamo...-
La escena frente a la familia Boriga ese día surgía automáticamente en la mente de Fernanda.
Las palabras de Manuel le recordaban que ella no tenía dignidad en ese momento.
Levantaba la cabeza y miraba a Manuel, -¿Qué más dijo ella?-
-¡Dijo que te casaste con Isidro por dinero! ¡Realmente no amas a él!- Comparada con lo que decía Fernanda que se casaba con Isidro porque le gustaba Isidro, Manuel prefería creer en Mariana.
Prefería creer que Fernanda se casaba con Isidro por dinero.
Fernanda sonreía, -Entonces, ¿le crees, vienes con dinero para dejarme ir?-
Echaba un vistazo a la tarjeta bancaria sobre la mesa, sintiéndose muy irónica.
Él creía toda la palabra de Mariana, pero nunca le creía a ella.
Manuel miraba a Fernanda burlonamente, -¿No es así? ¡No digas que tú y mi tío estáis enamorados, no lo creo!-
¡Debería ser él que le gustaba a Fernanda! ¡Era él!
No creía en salir con Fernanda por tanto tiempo, y a Fernanda no le gustaba nada.
Ella le decía a Manuel, -¡Crees todo lo que dice Mariana! Piensas, ¿llevamos tanto tiempo junto, alguna vez te pedí dinero? Manuel, ¡no entiendo por qué me gustas antes! ¡Eres simplemente un tonto!-
Ella era bastante estúpida, y no esperaba que Manuel fuera más estúpido que ella. Era engañada por Mariana y ella todavía la creía hasta ahora.
Manuel, a quien Fernanda llamaba tonto, estaba enojado, -Entonces, no pediste préstamo a la familia Boriga, ¿ella está equivocada?-
-...- Fernanda decía, -Sí le pedí préstamo, me faltaba dinero. Pero no te preocupes, aunque me muera de hambre, no te pediré dinero.-
Fernanda miraba la tarjeta que estaba sobre la mesa y sentía que no tenía nada que decir con ese hombre.
Mariana le había engañado por completo y su explicación no servía para nada.
Ya no era el mismo Manuel que ella lo conocía, ¡y era claro que era muy obediente para Mariana!
Ella no quería quedarse en el mismo espacio con él, empujaba a Manuel y se alejaba de él enseguida, Manuel trataba de detenerla, pero Margarita entraba de afuera.
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