Él siempre había sido el que le puso los cuernos a Fernanda, y ella realmente no tenía nada que disculparse con él.
Manuel miró las fotos. Cada vez que Mariana le invitaba a salir, lo hacía en nombre de Fernanda. A veces eran reuniones de los compañeros de clase, y no estaban solo ellos dos, sin embargo, en las fotos de Mariana, se había convertido como que ellos dos habían salido para una cita.
-Todos estos son malentendidos.- Todas esas fotos las había subido Mariana sin de decirle nada.
-¿Malentendidos?- Fernanda sonrió. -¿Cómo podrían ser malentendidos? La trajiste a casa para conocer a tus padres el sábado. ¿Crees que soy tonta?-
-Fernanda…- Manuel la miró, tratando de explicar.
Fernanda tenía una expresión fría y decidida, -No hace falta que digas nada, no me voy creer ni una palabra de lo que digas ahora.-
Después de hablar, guardó su móvil y siguió comiendo fideos.
Manuel miró su actitud con indiferencia y recordó ese día cuando estaban en la casa de la familia Boriga, la había tratado de esa misma forma. ¡Fernanda solo aprendió de su actitud en ese momento y deliberadamente lo satirizó!
Luisa entró desde afuera, temiendo que los dos se pelearan, y cuando vio que Manuel estaba sentado allí y Fernanda estaba comiendo fideos, se sintió aliviada.
Mirando de nuevo a Manuel, se dio cuenta de que ya no tenía la arrogancia que tenía cuando había salido antes. Luisa se sintió un poco increíble. ¿Qué hizo Fernanda para poner a Manuel así?
-Los fideos están ricos, ¿verdad?- preguntó Luisa.
Fernanda asintió, -Están deliciosos.-
Manuel estaba sentado allí, no había terminado sus fideos, pero solo se limitó a observar a Fernanda con sus ojos castaños.
Al ver que no quería más, Luisa le quitó los fideos.
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