—¿Señor Lorenzo, por qué...? —Camila se sobresaltó tanto que tartamudeó un poco.
«¡Dios mío! ¿Cómo puedo explicar todo? Seguramente me malentiende.»
Camila se puso un poco nerviosa.
—¿No has salido para comprarme el café? ¡¿No me digas que te has topado con Valentina en la calle por pura casualidad?!
—Pues dime de qué estáis hablando. ¿Eh?
Lorenzo sostenía con fuerza su móvil y la miraba fijamente y rígidamente como si quisiera devorar a ella en cualquier momento.
—No, señor Lorenzo, sólo quería...
Camila se quedó atónita por la severa expresión de Lorenzo. Nunca había visto una expresión tan horrible de este hombre.
¡Boom!
Al momento siguiente, Lorenzo, con toda su fuerza, arrojó pesadamente el teléfono contra el suelo. Tras un gran ruido, el celular se rompió en pedazos.
Camila inconscientemente se estremeció un poco, y antes de que ella pudiera calmarse, Lorenzo la cogió en sus abrazos. Ella se levantó las manos contra el pecho del hombre. Al percibir los altibajos de su pecho, Camila se dio cuenta de lo enfadado que estaba Lorenzo.
—¡Lorenzo, no te pases demasiado! —Valentina regañó al hombre en voz alta por miedo que él, dominado por la plena furia, hiciera daño a la chica.
—¡Valentina, te he advertido que intentes intervenir en nuestros asuntos privados. Te respeto por el honor de la abuela. Lárgate de mi vista ahora mismo. Si no, ¡te arrepentirás!
Lorenzo abrazó más firmemente a Camila en vez de soltarla, irradiando un aura peligrosa. Camila sabía que ahora Lorenzo estaba verdaderamente enfadado.
—Lorenzo, soy tu tía. ¿¡Con qué tono hablas conmigo?! —Valentina también se enojó, sintiéndose humillada.
—¡¿Cómo te atreves a mandar vigilarme?!
Valentina reaccionó de repente.
«Si no me espiara, ¿cómo sabría que estoy con Camila?»
Al pensar en esto, Valentino miró hacia Lorenzo con disgusto, como si estuviera mirando a un monstruo.
—¡Ven! ¡Envíala a la familia en Fretston inmediatamente! —Lorenzo ordenó con frialdad.
—Sí, señor.
El guardaespaldas salió de su escondite de repente e inmovilizó a Valentina.
—¡Lorenzo, está loco! ¡Eres loco! ¡Un loco total!
Valentina sólo maldijo sin atreverse a resistir porque conocía a ese guardaespaldas de Lorenzo, quien era la persona más confiable de Lorenzo y era muy fuerte.
***
—Lorenzo, por favor no te enfades, déjame explicártelo todo...
Camila habló con una voz extremadamente suave con la intención de calmar la ira del hombre, pero Lorenzo ni siquiera le hizo caso y caminó a grandes zancadas tomándola firmemente de la mano. Camila era mucho más baja que él, por eso no tuvo más remedio que correr a pasitos rápidos para alcanzar el ritmo del hombre.
—Camila, te he dicho numerosas veces que no te acerques a Valentina de ninguna manera. ¿No me oyes o estás sorda? ¡Parece que te he consentido demasiado!
Dicho esto, el rabioso hombre tiró de Camila hacia su frente, atrapándola entre él mismo y la pared.
—Si quieres saber algo, puedes preguntarme personalmente. ¿Por qué tiene que acudir a esa Valentina? ¿Y ahora qué? ¿Te ha contado todo? Si no, ¡sigue, ven a preguntarme! ¿¡Por qué nunca me escuchas!?
Lorenzo sabía perfectamente cada movimiento de Valentina y él había estado esperando que Camila le dijera la verdad, pero al final Camila le mintió. Tal hecho cruel lo irritó y también lo hirió profundamente.
—Lo siento mucho, Lorenzo. Soy yo quien tiene toda la culpa y te pido disculpas. De verdad quiero saber... Pero no es como lo que piensas... Es que yo quería...
Camila intenté explicarlo todo para aclarar el malentendido.
—¡Basta ya! No busques más excusas. ¡No sabes nada y nada! ¿Eh? No sabes que yo estaba en el manicomio sufriendo y pasando los días peores de mi vida cuando estabas con Daniel, admirados por todos. Si yo no hubiera tenido surte, ¡¿cómo podrías tener la oportunidad de volver a verme?!
—Lorenzo, no me abandonas, por favor. ¡No puedes tratarme así! Pase lo pase, aunque todos te odien, estaré contigo hasta que la muerte me separe de ti. Nunca dejaré solo en este mundo.
Esas imágenes humillantes pasaron rápidamente por la mente de Lorenzo. Aquellos recuerdos sangrientos y dolorosos le abrumaban tanto que ya no podía aguantar más.
Camila era muy ingenua y inocente, por eso Lorenzo no quería que ella sufriera con él por el resto de la vida y quería devolver la libertad.
—No, señor Lorenzo, volvamos a casa juntos, ¿vale? —Camila rogó en voz alta y terca.
Lorenzo le apartó las manos y ella volvió a abrazarlo firmemente de nuevo.
—Todavía tengo algo que hacer en la empresa, vuelve primero —el hombre le contestó sin cambiar la expresión indiferente.
—¿A estas horas qué puedes hacer en la empresa? Has revisado ya todos documentos.
Camila vio con sus propios ojos que el asistente llevó todos los documentos que Lorenzo había firmado a la empresa.
—¡Voy a entretenerme con alguna mujer! ¿Quieres acompañarme?
—¡No, no puedes tratarme de esta manera! ¡No puedes hacerlo!
Al oír las palabras de Lorenzo, Camila se quedó petrificada en el mismo lugar.
Camila sollozó y advirtió con desesperación al hombre:
—Me puedes ignorar y puedes pelear contigo. Lo entiendo todo y puedo darte tiempo para que te calmes. Pero si te enrollas con otra mujer, ¡no te perdonaré jamás y te dejaré para siempre!
Sin embargo, Lorenzo no se detuvo ni un segundo y se marchó sin hacerle caso omiso a ella.
Camila estaba en su sitio, desesperada.
A no muy lejos, detrás de una cartelera, una persona estaba observando a Camila con toda atención.
Esa persona había visto todo lo ocurrido entre Camila y Lorenzo. Al ver el aspecto miserable de Camila, esa persona esbozó una sonrisa satisfecha, echó la última mirada de desprecio a Camila y se fue con regocijo.
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