Mi Esposa Astuta romance Capítulo 221

Mientras tanto, en la habitación de Leila Amengual.

—¡Camila!

Cuando Lorenzo recibió el mensaje de Leila, condujo con tanta prisa que había pasado muchos semáforos en rojo y llegó a Familia Amengual en solo veinte minutos. Entró en la habitación. No obstante, en la ubicación correcta, ¿dónde estaba Camila Amengual?

—Señor Lorenzo, Camila está bien, no hace falta estar tan ansioso. Somos hermanas, ¿cómo le puedo hacerle daño?

La voz de Leila sonó detrás de Lorenzo.

—Será mejor que pienses bien en la seriedad del asunto. Si le haces algo, ¡no puedo garantizarte que salgas bien! ¡La Familia Amengual tendrá muchos problemas!

Lorenzo se dirigió giró hacia Leila. Él tenía los ojos enrojecidos y infundía terror.

No vio a Camila en la habitación, Leila le debería haber engañado, pero Camila seguramente todavía estaba por aquí. Lorenzo se preocupaba que le pasara algo a Camila, por eso se dio media vuelta para irse.

—¡No me dejes!

Viendo que Lorenzo iba a salir de su habitación, Leila se apresuró a abrazarle con todo su cuerpo pegado a la espalda de Lorenzo.

—¡Fuera! —se detuvo al instante Lorenzo.

—Te amo mucho más que Camila, me vuelvo loca por ti, ¿por qué no lo ves? ¿Ella es mejor que yo? ¿Por qué tiene que ser ella? ¡Yo soy mucho más encantadora que ella!

Leila estaba harta de la situación. Era obvio que la relación de Lorenzo y Camila había llegado a su fin, ¿por qué Lorenzo aún se preocupaba tanto por Camila y no la pudo dejar?

¡No podía ser!

De todas formas, hoy ella tendría a Lorenzo.

Hoy Leila se maquilló de la misma forma que Camila, mientras ella podía casarse con Lorenzo, aunque para ello fuera sustituta por el resto de su vida, no le importaba nada. Además, ¡Lorenzo ya no podría salir de su habitación!

Al pensar eso, Leila soltó a Lorenzo, se desabrochó el albornoz y demostró el vestido que llevaba, era también el mismo tipo que llevaba Camila. Incluso trató de imitar el estilo de peinado más solía llevar Camila. Leila ya se había duchado y se había cambiado de ropa, estaba muy sexy.

Aunque Leila y Camila nunca se llevaban bien, tras tanto tiempo de contacto, naturalmente conocía algunas costumbres de Camila, por lo tanto, Leila ya estaba haciendo todo lo que podía para imitar el comportamiento de Camila.

Además, Leila estaba muy segura de que su cuerpo era mucho más sexy que el de Camila. No creía que Lorenzo pudiera aguantar no tocarla.

Lorenzo era un hombre que tenía mucha responsabilidad. Si lograse seducirlo esta noche, aunque Lorenzo no se casara con ella, Camila igualmente tendría un colapso emocional y su matrimonio se acabaría definitivamente.

¡Era ahora o nunca!

Había pétalos de rosa por todo el suelo y se olía el incienso. ¡El ambiente era muy romántico!

—Mírame, señor Lorenzo, ¿en qué soy peor a Camila? Lo que te puede dar ella, yo también puedo. Lo que no te puede dar ella, yo aún puedo dártelo. Si pasamos la noche juntos, creo que te enamorarás de mí.

Leila estaba tan emocionada que su voz temblaba.

—Duchada y vestida, ¿no?

Lorenzo no huyó. Le miró a Leila entrecerrando los ojos, parecía que estaba sonriendo, pero no demostró sonrisa en su mirada. Su mirada era muy audaz y mostraba una actitud agresiva.

Aunque Leila tampoco era una persona pura, nunca había tenido a un hombre como Lorenzo. Con solo una mirada, sintió las piernas sin fuerza y su cuerpo estaba temblando.

Lorenzo era una obra divina. Su aspecto y habilidad era la mejor. Él tenía un rostro excesivamente apuesto, tenía una posición elevada, era adinerado, guapo y tenía un aura poderosa. Leila no pudo encontrar ninguna palabra para describir la perfección de este hombre. Era tan maduro, cada movimiento suyo demostraba su dignidad innata. Se enamoraría de él con una solo mirada. Leila se creía que era una persona perfecta antes de ver por primera vez a Lorenzo, después de conocerle, ella se dio cuenta de que no estaba a la altura de este hombre.

La actitud de Lorenzo a Leila siempre era repugnante, ¿pero le acababa de demostrar una actitud agresiva y le preguntó si se había duchado?

—No te preocupes, me he dado un baño con aceite esencial.

Leila le miró fijamente con mucha expectativa.

—Estás tan bien preparada, ¿no puedes vivir sin un hombre, aunque sea un minuto? En este caso, te puedo ayudar a buscar hombre, da igual cuantos quieres. No hay de que —dijo Lorenzo en un tono frío.

Leila miró sorprendida a Lorenzo pensaba que había escuchado mal.

—¿Qué dices?

—Es bueno que la gente tenga confianza en sí misma, pero demasiada confianza lleva a ser un idiota. ¿Con qué te comparas con Camila? ¿Eres más bondadosa que ella? ¿O quieres comprar el peso que tiene en mi mente? En ningún aspecto eres mejor que Camila, no hay nada para comparar porque ni estáis en el mismo nivel. Solo me das asco. Aunque intentes imitarla, no le llegas ni a la cienmilésima parte de lo que es ella.

Lorenzo se acercó a Leila paso a paso, no disimuló el desprecio en su mirada.

—¡Tú!

Leila no esperaba que Lorenzo la criticase de esa manera, fue como caer de las nubes al infierno. Se quedó estupefacta y no escuchó las crueles palabras que dijo Lorenzo después.

¡Qué vergüenza!

¡Le rompió la dignidad!

¡Por qué!

—No intentes imitar a Camila. Ni siquiera mereces ser una imitación, no me hagas sentir aún más náuseas.

Lorenzo observó a Leila con el ceño fruncido. No hacía falta estar más tiempo aquí. No quería decir ni una palabra más.

Lorenzo no estaba desencaminado, sus palabras tenían un por qué. Mientras Leila consiguió su belleza con cirugía plástica, la belleza de Camila era natural, de elegancia innata. Leila nunca podría alcanzar la belleza de Camila de ninguna manera.

El gusto de Lorenzo era muy exquisito. Las imitaciones de mala calidad naturalmente no le entraban por los ojos. Si no fuera porque le había salvado anteriormente, quizá ya dejó a Leila desaparecer de esta ciudad.

—Lorenzo, me prometiste que harías tres cosas por mí, ¡aún queda una que no te pido!

Leila notó el mareo por la furia y su cuerpo estaba temblando. Se esforzó tanto para complacer a Lorenzo y lo que consiguió era unas palabras duras y cúreles.

Cuando acabó la frase, Lorenzo se quedó quieto y se dio la vuelta para verla.

—No hace falta que me lo cuentes. Ya sé la tercera cosa que me vas a pedir. Quieres que me acueste contigo, ¿verdad? No te lo puedo conceder. Eso ya está fuera de lo que puedo hacer, si ya me da asco verte, imagínate tocarte. ¡Vaya vergüenza sería eso para mí! —dijo Lorenzo esas palabras mientras sonreía fríamente.

Leila no pudo soportar el odio. Aunque ya estaba preparada, no pudo aguantar ser tratada tan fríamente.

¡Por qué!

¿Ella era peor que Camila?

Pero poco a poco Leila dejó de estar enfada y se puso a mirar a Lorenzo como si estuviera viendo un buen espectáculo.

Cuando Lorenzo quería irse de nuevo, sintió como si tuviera una alucinación. Parecía que vio a Camila delante de él. Toda la sangre de su cuerpo estaba caliente, sintió como una bestia atrapada que quería romper la jaula. Sus músculos se tensaron.

Lorenzo no era tonto. Tenía muy claro por qué su cuerpo tenía esa reacción.

Podía decir que ya notó algo iba mal unos minutos después de entrar en esta habitación, pero Lorenzo estaba ansioso por encontrar a Camila, se preocupó si le pudiese ocurrir algo, por eso no pensaba mucho en ese momento. Además, Lorenzo se dio cuenta de que cuanto más se emocionaba en el calor de la discusión más excitado se sentía.

—¡El incienso! ¿Qué has hecho?

Lorenzo parecía hosco, las líneas de su rostro se pusieron tensas y su mirada estaba muy fría.

—Has acertado. ¿Qué puedo usar? No te preocupes, no pondrá en peligro tu vida, solo te hará tener unas alucinaciones, no te hará daño, además te relajará. No seas tonto duchándote con agua fría, no funcionará. Es diferente, debo de ser yo quien te ayude a resolver el problema. ¡Jajaja!

Leila se rio de como una loca. No temía en absoluto que Lorenzo saliera de la habitación. Ahora se vio la reacción de su cuerpo. Si no salía, todavía podía explicar bien lo sucedido a Camila. Si salía en este estado, no podría explicar nada, además Lorenzo no podría salir.

—Leila, ya te he tratado muy bien, ¡pero tú no tienes vergüenza! ¡Eres peor que una cortesana! ¿Cómo puede una chica ser tan inmoral?

Los ojos de Lorenzo enrojecieron. Lo que más odiaba era que alguien le tendiera una trampa. Lorenzo dio un paso adelante, agarró el cuello de Leila y la levantó con fuerza.

Él había visto a demasiadas mujeres hacer todo lo posible por él, pero Leila era la única que se atrevía a hacer una jugarreta tan sucia.

La respiración de Leila se hacía cada vez más difícil, su cara se puso roja por falta de oxígeno. Ella jadeaba y luchó desesperadamente.

Ella en el principio no quería recurrir a eso, pero los métodos normales no podrían mantener a Lorenzo a su lado, solo los métodos más sucios como este podrían salir más fácilmente. Leila lo sabía muy bien gente como Lorenzo.

Sin duda, ahora Lorenzo tenía muchas más ganas de estrangularla y acabar con ella.

Pero no, su desesperación la llevaba a arriesgar todo, aunque estaba jugándose la vida. ¡La única forma de conseguir el pescado es mojándose el culo!

—Yo…te salvé la vida, ese día nevado en los suburbios, te salvé la vida. Te abracé en mis brazos, por eso has podido sobrevivir. Tú… soy yo.

La voz de Leila cada vez se fue más debilitando y mencionó lo que pasó aquel año.

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