Mi Esposa Astuta romance Capítulo 222

Las palabras de Leila despertó bruscamente a Lorenzo enfadado.

En aquel entonces, Lorenzo ya estaba incosciente, apunto de morir en esta comunidad aislada. Era tan tarde que no pudieron regresar. La niña solo podía llevar a Lorenzo que estaba en el peligro a un tugurio construido temporalmente por cazadores. Ella lo abrazó estrechamente para abrigarlo y seguía diciendo que lo salvaría, que él tenía que insistir.

Lorenzo tembló y dejó a Leila.

No podía olvidar y no se atrevía a olvidar su rescate.

Por más que lo molestara Leila, no la dañaba.

Leila estaba apunto de caer en el suelo. Levantó la mano, tocaba el cuello y respiraba con fuerza. ¡Qué susto! Si ella no lo dijo eso, la mataría Lorenzo.

Perdió todo.

Leila lo sabía claramente. Ya había hecho muchas cosas que no podía aguantar Lorenzo, así que él no la soportaba. Sin el rescate, ella hubiera desaparecido en esta ciudad.

Se agotaría la paciencia de Lorenzo.

—Lorenzo, te amo. No me importa la existencia de otra mujer. Solo quiero estar contigo. Déjame ser tu mujer.

Leila no quería considerar otras cosas. Se abalanzó a abrazar a Lorenzo y no lo soltó.

Lorenzo comenzó a tener ilusión periódicamente. Confundía a Leila con Camila y luego estaba consciente. Él sacudió la cabeza de un golpe para hacerse más consciente.

Leila apostó todo. Le costó mucho encontrar este remedio tan violento. Si Lorenzo no hizo amor con ella, se destruiría su cuerpo. No podía salir, por eso tampoco podía acabar la influencia de la medicina con Camila.

Leila confundió a Lorenzo con su voz imitando el tono de Camila. Al principio Lorenzo podía distinguirlas, pero en aquel entonces, Leila se convirtió en Camila en sus ojos.

—Señor Lorenzo, te quiero mucho. Soy Camila.

Leila apoyó en el cuerpo de Lorenzo a fin de hacerlo perder el juicio poco a poco.

El sabor fuerte a perfume artificial dejó a Lorenzo despierto.

¡No era Camila!

Camila nunca usaba perfume.

Lorenzo despertó pronto, de modo que Leila no lo logró.

Él respiraba con la boca fuertemente. La reacción grande del cuerpo lo sofocó, pero tenía que mantenerse tranquilo. Pensaba lo que pasaban cuando estaba con Camila, la risa y los momentos acogedores.

« Camila, te extraño... Camila...»

Se le ocurrió a Lorenzo que el aliento de la niña era más similar al de Camila que Leila. Tal vez Camila era la niña.

—Lorenzo, soy yo, soy la niña que te slavó.

Al ver que casi lo alcanzaba, Leila se esforzó por fingir ser Camila.

—¡No! ¡Tú no!

Lorenzo abrió los ojos de repente y se fijó en Leila con duda.

No era posible que fuera Leila.

Las palabras de Lorenzo sorprendió a Leila. ¿Acaso lo descubrió Lorenzo?

Llamaron a la puerta.

—Señor Lorenzo, ¡Abre la puerta! ¡Soy Camila! ¡Abre la puerta! ¡Abre!

El llanto inquieto de Camila se oyó en el interior a través de la puerta.

¡Camila!

Leila sintió odio. ¡Otra vez!

¡Daniel Cambeiro! ¡Qué tonto!

Ya estaba en su cama Camila, ¡pero lo abandonó!

Lorenzo hizo lo que posible para empujar la puerta. ¡La persona que quería ver era Camila!

—¡No! ¡Lorenzo! Si ves a Camila, la matarás. La perderás. ¿No decides divorciarte con Camila? ¿No ya la has dado el acuerdo de divorcio? ¿Por qué? ¿Quieres que Camila muera? Lorenzo, déjala. Es imposible. Si Camila quiere vivir, tienes que ir a Fretston para curarse, o solo podrás extrañarla en la tumba viendo su foto toda la vida —gritó Leila a Lorenzo con voz alta.

El motivo de salir se desapareció enseguida. Aunque solo había una distancia de una puerta y ya tocó la manija. Con un ligero empuje, se abriría la puerta.

Las palabras de Leila y Daniel eran incómodas pero sí tenían razón. Daniel tenía que dejar a Camila. La quería, por eso necesitaba hacerla recibir el tratamiento. Tenía que hacerla vivir. Por más que le dolía, era mejor que ver a Camila morir por el veneno del Loto de tinta.

—¡Lorenzo! Sé que estás. ¡Abre! ¡Abre! Odio que Leila te posea. No pasó nada entre vosotros, ¿sí? ¡Sale!

Seguía llamando la puerta.

—¡No! ¡No lo hagas! ¡No puedo evitar imaginarlo! ¡Lorenzo! ¡Te lo he dicho claramente! ¡No haz amor con Leila! ¡Me duele el corazón! Si pasas algo con Leila, no te perdonaré aunque con tantos dolores, y no te veré. ¡Lorenzo! ¡Haré lo que dije!

Continuó la llamada.

Era evidente que Camila llorara. Golpeó la puerta loca, pareciendo que quería destruir toda la casa de la Familia Amengual. No se sintió el dolor de la mano y la pie. Para ella, eso no era tan doloroso como el de su corazón.

Lorenzo sabía lo que pensaba Camila. Seguraba que estaba espantada, asustada y temiendo.

Pero...

Los ojos de Lorenzo se puso rojos. Aguantó el impulso de salir sudando. Nunca pasó un tiempo tan desesperante.

«Camila, ¿Qué debo hacer? Dime. ¿Qué debo hacer?»

—Lorenzo. Reconoce el hecho. Si abres la puerta, Camila morirá. No me importa ser su sustituto. Con tal que esté contigo, puedo hacer todo.

A Lorenzo le dolía la cabeza. En sus ojos, Leila era Camila. A quien ansiaba Lorenzo, se convertiría en quien la persona frente a él. Una vez se perdiera, era difícil despertarse.

—Camila...

Lorenzo sentía que Camila estaba en su frente. No quería aguantar más.

—¡Camila! Calma. Señor Lorenzo no lo haga. No crees a Leila pero tienes que creer a Señor Lorenzo. Tiene su propia razón o, o solo no quiere verte.

A Pablo le ponía la piel de gallina. ¡Qué horrible! Sentía que había visto una película de suspense?

—Tranquila, Camila. Solo no quieres reconocer que han hecho amor Señor Lorenzo y Leila. Eres médica. Sabes mucho que los hombres pueden obligar a las mujeres pero las mujeres no.

Amaya Cicerón oyó el ruido y salió para ver qué pasó. Enseguida sabía qué quería Leila.

—¡Ah! Señor Lorenzo. Me duele.¡Ah!

El gemido de Leila apareció de pronto desde la habitación.

—¡Lorenzo! ¡Abre la puerta! Si decides divorciarte conmigo, ¿por qué me dañas? ¡No puedes hacer amor con Leila! ¡No! ¡Nunca te perdonaré! ¡Abre!

Camila golpeaba la puerta temblando como si estuviera loca. No paró de llorar.

Solo tenían una distancia de una puerta pero parecían que era de miles de montaña y ríos.

Llorar no servía de nada. Cómo no lo sabía Camila. Pero no puedo aguantarlo. Sentía desesperada y no sabía qué hacer.

Sentía que había un cuchillo que cortaba su corazó. Uno no podía abrir, uno no quería salir, como dos líneas paralelas. Eran destinados.

Aunque ella pidiera a Lorenzo de rodillas, no la abriría.

Daniel estaba al lado silencioso desde el principio hasta el final viendo a Camila desesperada. ¿Ella quería a Lorenzo tanto?

¿Eso valía la pena?

Por fin la puerta se abrió. La figura hermosa de Lorenzo apareció frente de Camila.

Camila quedó desnuda. Miró arriba. Lorenzo se vistió de un traje hecho a mano desordenado.

Ella tiró la vista hacia la cama. El manchón de sangre desarreglado era obvio. Le dolía del corazón de repente.

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