Tenía razón doña Cambeiro. Lorenzo era el tipo de persona fiel, que una vez se enamoraba de alguien, le amaría con todo su amor de toda la vida y le mimaría todo lo que pudiese. Realmente ella tenía un pensamiento muy simple.
Lorenzo se encargó solo de todo. Aunque sufrió mucho, no dijo nada con ella.
Lorenzo fingió que ya se había cansado de ella, pero estaba sufriendo solo en su mente.
—Abuela, no quería negarlo, pero lo he visto con mis propios ojos, él salió de la habitación de Leila. Además, hay pruebas, y él también lo ha admitido.
Al pensar eso, Camila le rompió el corazón.
—No es que no me haya esforzado, estaba golpeando la puerta de la habitación de Leila con toda mi fuerza esperando verle, pero él no me contestó, además vi ese escenario que me decepcionó mucho.
Al volver a pensar la situación sobre ese día, Camila no pudo aguantar más y lloró. Era una desesperanza ante la cercanía de la muerte.
—No quiero ocultárselo, estoy totalmente decepcionada. Si él me aísla o se esconde, no lo podría arreglar. Lo único que no acepto es que ha hecho amor con otra mujer. No puedo aguantar ser la otra. El cuerpo y la mente, aunque fuera uno de ellos que ya no me pertenecieran, no importa cuánto le amo, no lo aceptaría en toda mi vida. Él sabía que Leila tenía mala intención, e igualmente hizo amor con esa mujer. Él es mi hombre…
El cuerpo de Camila no podía parar de temblar ni controlar su emoción.
Doña Cambeiro también sufrió mucho, de todas formas, Lorenzo era su nieto al que tenía más cariño. No obstante, ella ya había experimentado mucho más que Camila. Le había pasado muchos asuntos con las familias poderosas y podía arreglar todo, tampoco era una persona simple.
La mirada de doña Cambeiro se puso afilada. Ella mandó a la gente para averiguar sobre ese asunto en el momento cuando Lorenzo estaba herido. Todo fue causado por las intrigas de Leila.
Podía pasar de todo en este mundo. Una persona tan podrida como Leila se atrevía a acercarse a Lorenzo, de verdad ella creía que podría obtener todo lo que quería en la vida.
Aunque Leila ya recibió el castigo, doña Cambeiro no planeó dejarlo pasar fácilmente.
—Mi chica, me siento mal por ti. Si Lorenzo te ve llorando tan triste también se sentirá mal.
Doña Cambeiro secó las lágrimas de Camila y cogió las manos de Camila.
Camila se sintió resignada más y no podía controlar sus emociones.
—Camila, aunque ya os habéis divorciado, hay cosas que te debo contar. Lorenzo lo escondió perfectamente, también le prometí de no contártelo, pero te lo quiero comentar sin que lo sepa.
Aunque Camila estaba muy triste, también era un hecho que le daba pena Lorenzo.
—Dígamelo, abuela, si no, estaré más preocupada.
—He averiguado que ocurrió el día del incidente. Leila puso algo en el incienso de la habitación. Todo aquel que olía la fragancia no tenía más remedio, solo podía…
No tenía más remedio…
Camila sintió que le faltaba el aire.
—Abuela, quiero ver a Lorenzo.
Ella levantó la mano para secar las lágrimas.
—Muy bien, va.
Doña Cambeiro asintió la cabeza.
***
Camila volvió a la habitación. Vio que Lorenzo seguía en coma. Cogió las manos de Lorenzo y le besó los ojos y las cejas. Sus lágrimas cayeron en el bello rostro del hombre.
—Señor Lorenzo, ¡qué malo eres! ¡Crees que lo que has hecho era inteligente pero no lo es!
Mordió el omóplato de Lorenzo. Salió de la habitación tras acompañar a Lorenzo un rato y se marchó al despacho del director para conocer la situación de Lorenzo.
Roque la miró con una sonrisa a Camila.
—Aquí por favor, el señor te está esperando dentro desde hace tiempo.
Camila no le contestó, solo le echó un vistazo. Tocó la puerta y luego empujó la puerta del despacho suavemente.
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