Mi Esposa Astuta romance Capítulo 333

Camila sentía que ese hombre se le acercaba como si un empreador estuviera recorriendo su reino. Levantó la cabeza y descubrió que era Lorenzo.

¡Lorenzo también vino!

Se llevaba un traje grisis bien cortado que mostraba su figura y elegancia. Todos lo notaron cuando apareció.

—¡Dios míos!

—¡Qué guapo!

—Estoy enamorada.

Camila escuchó a las mujeres hablando, que lo adoraban mucho que querían hacer amor con él enseguida.

Los clientes del club privado casi todos eran hombres de mediana edad con barriga gorda o jovenes arrogantes de familia rica. Nunca había aparecido un hombre como Lorenzo, así que las mujeres presentes se sorprendieron.

Camila se quedó suspensa. ¿Por qué apareció Lorenzo en ocasión así?

Recordaba que antes odiaba lugar así.

Pero no estaba segura que Lorenzo de presente era así. Aprendió mucho vicio después de llegar a Fretston.

Lorenzo vio a Camila. La miraba abajo como si la tomara como una hormiga. Rio y parecía que la esperaba que hiciera el ridículo.

Camila se puso colorada creyendo que Lorenzo estaba burlándose de su aspecto lamentable.

Se vestía así solo para salvar a su amiga. No pensó que se encontrara con Lorenzo.

—Corazón, ¿qué miras?

El hombre que estaba a su lado la vio fijarse en otro hombre, y quería saber qué pasó.

Camila vovió la cabeza. Se sentía vergüenza y enfada. Ella vino para salvar a Amara, pero él vino para entretenerse. ¡Lorenzo era el que debía sentirse avergonzado!

Se había divorciado y ya no la conocía. Pensándolo, Camila se volvió calmada.

Amara estaba en el peligro, debía concentrarse en salvarla.

—Nada. Me dolía mucho. ¿Pudieras llevarme entrar?

La voz de Camila era suave.

—Claro. Pobrecita. Te llevo entrar.

El hombre se veía alegre.

Perfecto.

Camila sabía que una vez entrara en el club, nadie podría tocarla sin permiso.

Estaba a punto de entrar elegante como una cisne.

—¿Qué estás haciendo?

Una mujer apareció y preguntó al hombre. Dio una mirada torva a Camila y golpeó al hombre.

—Mi amor, no la conozco. No te enfades. Nos vamos.

El hombre la pidió perdón.

Camila se angustiaba. ¡Casi lo logró, pero lo rompió esta mujer!

¿Por qué?

¿Por qué nadie la hacía caso?

Se sentía vergüenza otra vez. Lorenzo la estaba mirando.

Nunca había pasado situación así.

De repente escuchó reír. Se volvió y vio a Alejandro, que era guardia y conductor de Lorenzo.

—¿Por qué ríes?

Echó una mirada a Alenjandro enfadada. Sus ojos eran claros y brillantes.

—Perdón. No río de propósito. No puedo aguantarlo.

Con su mirada, Alejandro rio más.

Camila se quedó sin palabras.

—¿Nueva presa?

Lorenzo se le acercó de pronto. Su voz era baja.

—¡No es tu negocio!

Escuchó lo que dijo Lorenzo, Camila lo respondió furiosa apretando el puño.

—¡Asco!

Lorenzo miraba a Camila expresando su odio.

Asco.

Cuando lo oyó, Camila se quedó en blanco.

Antes nunca se había atrevido a decirle palabras así. Pero después de que perdió la memoria, siempre le decía palabras malévolas. Todas las palabras eran un puñal que le calvó en el corazón.

Estab tan dolorosa que prefería morir. Hasta la respiración era pena.

Camila se marchó.

Lorenzo se arrepentió cuando terminó las palabras. La vio apoyar en un hombre desconocido y no podía controlarse.

No podía perdonarla.

Cada vez se le acercaba, se comportaba como toro y nunca lo trató suavemente.

Podía hacer cosa así, pero jamás lo hizo para él.

Se enfadó por eso dijo cosas así.

—Eres más y más atrevida.

Vio a Camila marcharse, Lorenzo la alcanzó y le apretó la muñeca.

—Te doy asco, ¿sí? Señor Lorenzo, Mejor que me suelte.

Camila no podía soltarse, así que se detuvo y miró hacia Lorenzo. Su expresión era horrible.

—Te llevo entrar.

Al oír las palabras de Camila, Lorenzó la tiró en su pecho.

Camila estaba confundida. ¿Dijo que la llevaba entrar?

¿Estaba loco?

La abrazó después de decir palabras así y quería llevarla entrara.

La actitud cambió tan rápido que Camila tenía una gran duda.

¿Para qué?

Camila frunció los ceños y lo miró. No era su señor Lorenzo, y no creía que Lorernzo de presente era hombre tan bueno.

—No es gratis. Haz todo lo que sea posible, a ver si me convences. ¿De acuerdo?

Camila entendía. Él quería que lo trataba como lo que ella hizo antes.

No sabía por qué se comportaba así Lorenzo, pero no podía perder esta oportunidad. Debía que encontrar a Amara y la salvó.

—Señor Lorenzo, los siento. Creo que gente como tú no se das cuenta de una culpa tan insignificante, ¿sí?

Camila se le acercó y le tiró la ropa con cuidado.

Al ver que Lorenzo no le hizo caso, apoyó en su pecho y lo miró con sus ojos lindos.

Lorenzo notó que Camila estaba serena y reía como una gata para complacerlo. Ella era diferente que antes.

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