Mi Esposa Astuta romance Capítulo 367

—¿Hay otros tipos? Quiero ver.

Violeta no estuvo enojada por Estela. A la verdad, creía que los tocados eran bonitos y dignos a Camila. Si otra los llevaba, se veía vulgar. Pero ellos hacían que Camila se viera dulce y amable.

—¡Qué guapa tu hija! Todos le quedan justos. He visto muchas pruebas de otras, pero a ella le queda perfectamente. ¡Qué bonita!

La camarera estaba oficiosa con sonrisa.

—Embálame los todos por favor. Ella puede llevarlos con frecuencia. Creo que le gustarían estos.

Como a Violeta le gustaban los tocados y creía que eran justos para Camila, decidió comprar los todos.

—Tía, no necesitas comprar los todos, apenas no llevo el tocado. ¡Déjalos!

Percibiendo el intento de Violeta, Camila fue a evitarla.

—No importa, para chicas, los adornos como las ropas son siempre faltas. Preparación mejor que nada. Como paseamos por las calles juntos en rara vez, déjame comprar algo por ti, ¿vale? Ve a llevar el cual te gusta. Quiero ver. Vamos.

Violeta miraba a Camila con risa, llamó a una camarera para que llevara a Camila al probador. Luego ella sacó la tarjeta a pagar.

—Hay la persona quien no importa qué ropa cara se lleve, se vería ridícula y estaba soñando que pueda casar con el príncipe. ¿Cómo pudieran tocarla?

Violeta dijo con risa fría mientras echó una ojeada a Lorenzo y Estela quienes no estaban lejos.

—Lorenzo, estás tan ocupado, creo que no has visto la invitación todavía.

—Esta, mira.

Aunque en la mente de Estela había maldito a Violeta y Camila miles veces, ante Lorenzo simulaba una buena.

Durante sus palabras, ella había pasado la invitación a Lorenzo.

Lorenzo la recibió y la leyó detenidamente. La invitación destacó la presencia de los jóvenes solteros.

Entendiendo que el aniversario era un pretexto y su motivo real era buscar el marido futuro de Camila con esta fiesta. La cara de Lorenzo se convirtió ceñuda de inmediato apretando la carta en la mano.

—Lorenzo, esta vez los Amenguales cuestan mucho para invitar las familias notables. En Fretston todos lo saben. Por eso, Violeta lleva a Camila aquí para comprar y vestirla bien.

Estela sonrió cubriéndose la boca con la mano.

Lorenzo había recibido la invitación, pero no la leyó en el momento sino la pasó al asistente y le mandó que la dejara en la mesa.

Ahora Lorenzo se creía que Camila se pondría más vistosa para atraer los hombres.

—Tía, ¿qué te parece? He cambiado el peinado.

Camila volvió con un nuevo peinado adornado por los tocados que la hacían más delicada.

Al verla Lorenzo fue atractivo por ella.

Camila se ponía un vestido de color de rosa profunda que estuviera mal para la mayoría por su exigencia del color de piel. Pero este traje era aparente para Camila y figuraba las líneas de cuerpo, añadiendo a los tocados bonitos, todo esto clavó la atención de Lorenzo en ella.

—¡Qué guapa, Camila! Mira, ¡tan bonita!

Violeta alabó su belleza con aplausos y la dejó dar una vuelta.

Los ojos de Lorenzo fijaban en ella estrechamente. Nunca la había visto con este vestido que era muy diferente a su siempre estilo conservador.

La falda mostraba su buena figura, con los diseños ingeniosos del escote y la espalda podían verse las curvas del pecho y la escápula, combinando la sexualidad y la elegancia.

El estilo dulce y elegante imprimió en la cabeza de Lorenzo.

Él no pudo moverse los ojos, y se tragó. Quería desgarrar la falda frenéticamente y hacer amor con ella. Su sangre bulló por el antojo.

—Mi gusto es bueno. No quieres a probar antes. En esta edad, deberías ponerte bien. Aunque eres médica, ¿no crees que la bata es aburrida? Si un chico te quiere pero teme la inyección.

Violeta bromeó con risas.

—Tía, las faldas son bonitas, pero no apropiadas para mí. Están bien, pero llevarlas me hace incómoda. Creo que son tan sensuales.

La cara de Camila estaba roja. Generalmente, no se atrevía a ponerse así.

Cuando ellas estaban hablando, Camila se sintió incómoda por una mirada caliente y luego chocó a los ojos de Lorenzo de repente.

Notando su aire audaz y abierto Camila sabía que el hombre estaba observando a ella. Aunque él conoció que Camila lo había visto, Lorenzo no fue a evitarla.

Camila no fue una chica pura como había tenido relación sexual con Lorenzo. Ella sabía claramente su intento bajo la mirada caliente.

Parpadeando Camila pensaba que ahora ella y Lorenzo no eran novios, no obstante, ella lo conocía bien a él.

Aparentemente, la mirada de Lorenzo era decente, pero Camila sabía que el hombre tenía ideas indecentes sobre ella.

En pasado, cada vez que él la miró así, haría el amor con ella.

Camila conocía su gusto. Como todos los hombres quienes les gustaban las bellezas, esperaban que las guapas se pusieran vistosas, Lorenzo no era diferente, pero él propendía a las puras y elegantes. En este punto, ella confiaba en que su figura correspondía a su gusto perfectamente. Así que Lorenzo la decía frecuentemente que ella era desvergonzada y siempre intentaba seducirlo cuando él estaba en mal humor.

Considerando que estaban otras personas, Camila bajó los ojos y miró a otros.

Estela era sensible y descubrió que Lorenzo siempre miraba a Camila. Aunque ella admitía que Camila tenía una buena figura y podría destacarse con cualquier tipo de ropa, no podía tolerar que su prometido mirara otra mujer así. Se creía que Lorenzo era un hombre muy estoico con alta capacidad de autocontrol, o sea demasiada alta. Parecía que él no le interesaba cualquiera mujer. Debido a la amistad entre sus padres o otros motivos, ellos tenían el compromiso. Pero Estela sabía que las causas no incluían el amor. Si bien antes en su interior no quería enfrentarse con esta verdad, hoy ya se la afirmó por los ojos. Finalmente, conocía que la verdad no era que Lorenzo no le gustara a nadie sino había dedicado su mezquino amor a Camila. Lo entendía por su mirada desmesurada hacia Camila, como un hombre fue atraído por la mujer quien le gustaba y deseó romper su ropa y follarla. Estela se envidió y se vio mal.

—¡Qué guapa tu hija! Si ella es nuestro vocero, se aumentará la venta.

Sorprendida por la lindura de Camila, la camarera exclamó.

—¡Espera!

Viendo que la camarera ya había embalado los tocados y iba a pasarlos a Violeta, Estela interrumpió.

—Compraré estos.

Al oirlo, Violeta y Camila se volvieron y vieron que Estela estaba de atrás con risa agresiva.

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