Elías estaba revisando unos documentos del Corporativo Palomares cuando su teléfono sonó.
—Hola, abuela —dijo después de acercar su mano para recogerlo.
—Elías, le dije a Marco que te entregara una de las tarjetas de invitación para la fiesta y quiero que se la pases a Anastasia de mi parte. —La voz de Eva vino del otro lado de la llamada.
—¿La vas a invitar? —Las cejas de Elías se alzaron un poco mientras hablaba.
—Sí, ella aceptó en venir. Estoy tratando de crearte oportunidades para que las tomes, Elías; tendrás que utilizarlas bien como se debe y no invitaré a Helen a que nos acompañe —dijo Eva.
Era natural que no quisiera decepcionar a su abuela después de ver lo mucho que la vieja mujer se esforzaba por unirlo con Anastasia.
—Está bien, ya entendí —le respondió. Marco fue con la tarjeta de invitación alrededor de una hora después, pero no la mandó directo a Anastasia; en cambio, la envió a la oficina de Elías. Después de recibir la invitación, él usó el teléfono fijo para realizar una llamada interna a Anastasia.
—Hola, habla Anastasia —dijo la mujer a través del teléfono.
—Quiero que vengas a mi oficina —le ordenó Elías con una profunda voz.
—¿Ocurre algo? —preguntó.
—¡Ven a recoger tu invitación! —Él terminó la llamada justo después de eso. Anastasia suspiró cuando no le quedó más opción que salir de su oficina para ir directo al elevador. Ella tocó la puerta cuando llegó.
—Entra —dijo el hombre. Ella entró a la habitación para ver que el tan largo hombre se encontraba sentado en el sofá con una pierna cruzada sobre la otra.
—¡Dámela! —murmuró después de dirigirle la mirada por unos momentos.
—No te olvides de la cena de esta noche —dijo el hombre mientras que sacaba la invitación de su montaña de papeles. Anastasia se congeló por un instante; ella fue quien le prometió la última noche que le invitaría tanto el almuerzo como la cena.
«¿Soy yo o él está metiendo su narizota en los asuntos de otras personas? Miguel y yo somos simples amigos».
—Miguel y yo no somos más que amigos y yo no estoy jugando de ningún modo con los sentimientos de nadie —ella contestó.
—Pero lo que él siente por ti es real, por lo que lo vas a lastimar un día de estos. —El aspecto de la cara de Elías era calmado, pero también había un aspecto profundo y misterioso en sus ojos.
—Está bien. Mantendré nuestra relación igual que como está ahora y no lo voy a lastimar. —Anastasia se dio la vuelta y se retiró de la habitación después de realizar su promesa, pero Elías entrecerró sus ojos tan pronto como escuchó sus palabras. Él tenía una perspectiva mucho más clara de la situación como un tercero y podía ver que Anastasia nunca podría enamorarse de una persona como Miguel; por ese motivo, consideró que la única manera que había para proteger a su primo era hacerlo que se rindiera en conquistarla. Después de todo, era claro que, entre más se involucraba Miguel en esa relación, más lastimado iba a salir al final. Era difícil enamorarse de cualquier hombre con tanta facilidad para Anastasia después de lo que le pasó.
Ella se sintió un poco sobrecargada cuando pensó sobre cómo iba a comprarle la cena a Elías. Llegó la hora para que saliera del trabajo, por lo que tenía que recoger a su hijo en un rato más, pero se sintió mucho más agitada cuando recordó lo mucho que su hijo adoraba a Elías. Ella le echó un ojo a la hora.
«No quiero que Elías me lleve a casa, así que tendré que bajar más temprano para poder llamar a un taxi antes de irme».
Después de guardar unas cosas, Anastasia se dirigió fuera de su oficina un poco antes que los demás. Ella se encontraba parada cerca de la entrada a la recepción mientras esperaba por un taxi cuando vio de reojo el fastidio de un auto que parecía que la seguía a donde fuera; al momento que vio el Rolls-Royce Phantom, ella salió trotando del edificio y lejos del mismo, como si estuviera huyendo de algo y podía escuchar cómo el motor encendía detrás de ella. En ese preciso instante, un auto deportivo gris se acercó volando y pasó justo a un lado del Rolls-Royce a toda velocidad para luego ir directo a Anastasia; ella quedó impactada, por lo que saltó a un lado para esconderse de él. El auto deportivo rechinó sus llantas y se detuvo por completo para que después saliera un hombre del asiento del conductor. Ese hombre no era nada menos que Miguel, por supuesto.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...