—Le diré al departamento de finanzas que tome su dinero de vuelta y regresaré el trofeo al organizador. No necesito de tu generosidad.
Anastasia se giró después de decir eso, pero el hombre detrás de ella se levantó de inmediato y dijo:
—Espera.
Anastasia se congeló antes de girarse para mirarlo y decir:
—¿Hay algo más, presidente Palomares?
—No me meteré con cuestiones de tu trabajo, pero aún me gustaría cuidar de ti y de Alejandro —dijo de forma clara.
—No hace falta. Gracias —rechazó Anastasia con firmeza.
—¿Qué hay de Miguel? ¿Aceptarías su ayuda si te la ofreciera? —dijo Elías mientras le lanzaba una mirada asesina.
—Él y yo somos amigos, mientras que yo solo soy tu subordinada en el trabajo. Si no trabajáramos juntos, seríamos extraños —respondió Anastasia en un tono seco antes de girarse de nuevo para retirarse. Elías se tomó un momento para procesar sus palabras.
«¿Extraños? No quiero que seamos extraños. Después de anoche, por fin puedo entender con claridad mis sentimientos hacia ella y no la voy a dejar ir. Sé que en realidad no aceptó la propuesta de Miguel. Él ni siquiera conoce su pasado»
El pasado de Anastasia le complicaba estar con cualquier hombre, pues su corazón estaba protegido por un escudo invisible. Aunque Eva le había dicho a Elías que la dejara ir, él se dio cuenta de que ya era demasiado tarde. Se había enamorado profundamente y ya no podía alejarse de Anastasia.
Después de salir de la oficina, Anastasia bajó las escaleras para buscar a Fernanda. Ella le contó todo sobre el premio, pero Fernanda no parecía estar muy sorprendida.
«¿Acaso es una idiota? ¿Por qué dejaría ir todo eso? Incluso si Elías fue quien le consiguió el trofeo y el dinero, ella solo debería apreciar su suerte» pensó Fernanda.
—No quiero este dinero y tampoco quiero el trofeo —insistió Anastasia.
—Si haces esto, tu reputación quedará arruinada también. Todos sabrán que conseguiste el premio a través de contactos. ¿Estás segura de que quieres sacrificar tu reputación por esto? —preguntó Fernanda.
—¿Acaso tengo otra opción? Todo el panel de jueces sabe sobre esto y me siento como un chiste para ellos. Prefiero que se rían de mí por un mes que por el resto de mi vida —explicó Anastasia.
Fernanda no sabía qué más hacer, así que solo soltó un suspiro.
—Eres la persona más terca que conozco. Bien, con gusto le entregaré el trofeo a alguien más. ¡Lo haré por ti!
—Bien. Te veo más tarde —respondió Miguel.
A las 11:30 a.m., Miguel ya estaba esperando a Anastasia en la entrada de su empresa. Mientras estaba ahí, un auto negro se detuvo frente a él y Ray caminó a su lado con un montón de documentos en sus brazos. Al ver el auto de Miguel, Ray se acercó a saludarlo.
—Buen día, joven Miguel.
—Hola. ¿Viniste a dejar documentos? —preguntó Miguel con una sonrisa.
—¡Sí! El presidente Palomares está trabajando aquí —respondió Ray.
—Mi primo tiene una oficina enorme, pero insiste en trabajar en tu empresa. Me pregunto por qué...
Ray acomodó sus lentes mientras sonreía y dijo:
—En realidad, no sé el verdadero motivo de ello.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...