―Eh… ¿Los puedo devolver?
―¡Las frutas no son artículos que se puedan regresar! No se preocupe, señorita. Somos proveedores de rey musang de primer grado, así que, en definitiva, son de muy buena calidad.
―Lo sé y sí confío en que sus productos son de buena calidad, pero no necesito tantos.
―Señorita, en verdad que no puedo hacer un reembolso para esto. ¡Las frutas no son reembolsables una vez que se venden! ―contestó el vendedor, quien hizo su mejor esfuerzo por expresar su interés en completar la venta, mientras que ella no sabía qué hacer.
―Está bien, pues. Haré una llamada y ahorita se la regreso a usted ―dijo y en cuanto colgó, dejó su teléfono en el escritorio, agarró el fijo y marcó a la oficina de un hombre muy específico.
―¿Hola? ―contestó él con una voz baja.
―¿Ordenaste para mí un camión lleno de durianes de rey musang? ―cuestionó Anastasia al instante.
―Síp. Mencionaste que querías tener la libertad de agarrarlos cada vez que se te antojaran, así que hoy te ayudé a completar ese deseo. Puedes tener tantos como quieras ―habló Elías implicando que los durianes de ese día eran su obsequio; sin embargo, Anastasia estaba sin palabras, por lo que un pensamiento divagó por su cabeza.
«¿No se da cuenta de que uno no puede comer tantos durianes? Está bien comerlos de vez en cuando, pero consumir muchos en un mismo día puede tener efectos secundarios, ¡siendo desde un dolor de garganta hasta constipación en el peor de los escenarios!».
―Creo que deberías devolverlos, no me los puedo acabar todos. Acabo de comer uno anoche, por lo que no puedo comer más de momento.
―¿Por qué no? ―contestó el hombre que, con claridad, no sabía nada sobre los durianes. Aunque era un hombre culto, era cierto que había cosas de las que no tenía ni idea.
―Eso es porque los durianes pueden causar dolor de garganta ―explicó Anastasia lo mejor que pudo, pero como el otro efecto secundario sonaba indecente, se abstuvo de decirlo.
―Nunca regreso un artículo por el que ya pagué. Puedes decidir cómo lidiar con ello.
―Pero… tú….
―Tengo una junta que atender ahora ―dijo y colgó.
Diez minutos después, el dueño de la tienda distribuyó con felicidad los durianes en la entrada de la oficina y cada miembro del personal de la compañía que pasaba por ahí recibía uno. Esto no terminó hasta que se acabaron todas las frutas; luego de eso, Gabriela regresó y subió las escaleras de muy buen humor sosteniendo el durián entre sus manos, Anastasia expresó gratitud mientras que la otra le decía algo.
―Anastasia, ¿sabes quién nos obsequió esto? ¡El presidente Palomares! Es también de la variedad de rey musang. Todos están felices.
―¡Eso es genial! Yo también estoy bastante feliz ―respondió Anastasia aguantándose la risa. Cuando Gabriela salió de la oficina, Anastasia se agarró el estómago y puso la cabeza en el escritorio, pues estaba consumida con una risa incontrolable que casi la hace caer al piso.
«¡Me pregunto cuál será la expresión de Elías si descubre esto!».
Mientras tanto, en la sala de juntas en el Grupo Palomares, la sala estaba en un solemne silencio, mientras que Elías se sentaba a la cabeza de la mesa, dando un aire dominante, pues era visto como un líder bajo la iluminación de la lampara del proyector, por ende, también daba un fuerte sentimiento de presidente. La gente que fue ese día eran todos del equipo superior de gerentes del Grupo Palomares y cada uno de ellos participó en la dirección de proyectos a gran escala en todo el mundo. Tenían que reportar de regreso a Elías el progreso en dichos proyectos diarios y no había espacio para ningún error u omisión; el Grupo Palomares estaba involucrado en varios planes financieros a nivel mundial, así que la compañía era, de hecho, mucho más que un negocio líder en el país.
Después de que Elías fuera nombrado el presidente, tenía que llevar un control estrecho del desarrollo de la compañía, por lo que terminó llevando al Grupo Palomares hacia un futuro mucho más brillante que nunca. A pesar de que este pasó por una crisis financiera, el gigante corporativo se mantuvo fuerte y continuó navegando a través de dicho mundo. La junta terminó a las 11:30 de la mañana y Elías regresó a su oficina después de eso; justo en ese momento, Ray se puso de pie a su lado con los labios fruncidos, pues tenía algo que reportarle, Elías lo volteó a ver y lo cuestionó.
―¿Qué pasa?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...