—También soy muy afortunada por haberlos conocido —dijo Anastasia.
—Tu madre dio su vida para salvar a Elías y tú salvaste a Miguel en el extranjero, así que ya te considero parte de nuestra familia luego de estos dos nobles actos.
De pronto, Miguel se vio sorprendido y comentó:
—Abuela, ¿a qué te refieres? ¿Qué quieres decir con que la madre de Anastasia salvó la vida de Elías? ¿Qué sucedió?
Eva giró en su dirección y respondió:
—Después de haber estado en el extranjero durante tantos años, es muy normal que desconozcas esta situación: secuestraron a Elías cuando tenía 6 años, y la madre de Anastasia dio su vida para salvarlo, por eso, estamos en deuda con ella y con toda su familia.
Los ojos de Miguel se abrieron de par en par, sin poder comprender lo que acababa de escuchar, pues jamás se imaginó, ni siquiera en sus sueños más locos, que Elías y Anastasia tuvieran un acto de bondad que también los uniera, lo que lo llevaba a pensar en que esa podría ser la razón por la cual Elías se mantenía al lado de Anastasia.
«¿También querrá compensar a Anastasia por todo lo que ha hecho, al igual que yo? ¡El hecho de que Elías tomara control sobre la joyería y el hecho de que siempre está en el Estudio de Joyerías Burgués, solo puede significar que él también quiere pagar a Anastasia por su acto de bondad!».
De pronto, Eva dijo:
—Necesito ir al tocador.
—Señora Palomares, iré con usted —dijo Anastasia rápidamente mientras dejaba sus cubiertos y se levantaba para acompañar a la anciana. Mientras tanto, Eva caminó felizmente junto a Anastasia en dirección al sanitario.
En el momento en que cerraron la puerta, Miguel miró a Elías con una mirada severa.
—Elías, ¿quieres conquistar a Anastasia?
Al escucharlo, Elías respondió sin dudarlo:
—Sí.
—¿Tratas de pagarle lo que su madre hizo por ti o en verdad te gusta? —preguntó Miguel sin rodeos.
—Ambas razones son válidas para mí —expresó Elías en voz baja, aunque, de hecho, se negaba a aceptar que iba detrás de la misma chica que su primo.
Poco después, Anastasia estaba absorta disfrutando de su comida, cuando de repente, sintió como alguien le servía algo en su plato; en ese momento pensó que se trataba de Miguel, pero se dio cuenta de que la comida provenía de otra dirección, así que levantó la vista y descubrió que era Elías quien la miraba, por lo que había sido él quien le sirvió la comida.
Al instante, lo miró aturdida y le lanzó una mirada de advertencia, pues no quería que Eva pensara que eran demasiado cercanos. Mientras tanto, Miguel lo vio todo con lujo de detalle y no pudo evitar sentirse desilusionado, sentía como si estuviera un paso atrás de él, ni siquiera pudo evitar desear haberse hecho cargo del Estudio de Joyerías Burgués para que Anastasia trabajara para él, y posteriormente, poder cortejarla todos los días durante las horas de trabajo. Ahora, ella era la subordinada de Elías y él tenía la manera perfecta para aprovecharse de la situación. El hombre se sentía tan abatido, que hasta la comida le pareció muy sosa e insípida, era como si cada bocado que daba se convirtiera en polvo dentro de su boca.
Por fin, la comida terminó y Elías echó un vistazo a la hora antes de decirle a Eva:
—Abuela, ya tengo que regresar a la oficina.
—¿Qué? ¿Te vas tan pronto? —Eva estaba sorprendida.
—Sí, de una vez llevaré a la señorita Torres conmigo, ya que vamos al mismo lugar. —En cuanto Elías terminó de hablar, se giró hacia Anastasia, quien seguía sentada—, vamos —dijo él.
Al tiempo, Anastasia se quedó confundida durante unos segundos hasta que tomó su bolso y se despidió de Eva.
—Señora Palomares, nos vemos otro día.
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