—Señorita Torres, vine para personalizar unas joyas para el cumpleaños de mi madre el próximo mes, por lo que estaba pensando en encargar un conjunto de joyas para ella.
A Jonás no le hacía falta el dinero y quería vivir más emoción, así que no le molestaba desperdiciar dinero por Anastasia, quien no rechazaría una oportunidad de negocio, así que le indicó:
—Gabriela, por favor, tráenos café y una bandeja de frutas. —Después de que esta se fuera, la mirada de Jonás se posó de nuevo en Anastasia—. Presidente Carmín, ¿me puede decir si su madre tiene algún interés en la forma o el color de las joyas? ¿Prefiere jades o cristales en lugar de diamantes?
—Con los diamantes estará bien, porque es mejor si son más grandes y costosos —respondió él de manera directa mientras Anastasia sonreía.
—Está bien. Haré un borrador para el diseño y se lo enviaré a casa de su madre en tres días. ¿Qué le parece?
—Como este es un regalo para mi madre, será mejor que lo mantengamos en secreto. ¿Por qué viene a verme cuando termine el borrador? —Una mirada de astucia brilló en los ojos de Jonás mientras Anastasia, cabizbaja, revisaba el documento.
—Claro, presidente Carmín. Me comunicaré con usted en cuanto termine.
—Por supuesto, me parece bien. ¿Está libre por la tarde? ¿Por qué no vamos a comer juntos?
Sin embargo, Anastasia no era una tonta y sabía que Jonás estaba coqueteándole; aun así, no había manera de rechazar una oportunidad de negocios, así que asintió y añadió:
—Sí, conozco un buen restaurante justo frente a la empresa. Haré una reservación para ambos.
Satisfecho, él asintió con la cabeza.
—Señorita Torres, ¡estaré esperando la hora del almuerzo entonces!
—¿Por qué no espera en la sala? Es mucho más tranquilo allí —le sugirió Anastasia al hombre antes de mandarlo allá. Luego de lidiar con Jonás, ella le hizo un informe a Fernanda en el que esta se aseguraba de decirle que consolidara el trato con Jonás, ya que saldrían beneficiados mucho del conjunto de joyas.
Cuando Anastasia fue a comer con Jonás por la tarde, él tomó la oportunidad de presumir acerca de sus finanzas y activos, así como de su empresa, mientras que Anastasia fingía estar sorprendida y asombrada. Después de la comida, ella puso una excusa, diciendo que tenía una junta y tenía que irse, interrumpiendo a Jonás y dejándolo sin alternativa más que dejarla en Burgués. Una vez que ella volvió, dejó salir un alivio de suspiro antes de regresar a la oficina y seguir trabajando.
Por otro lado, Elías tomó su teléfono y se comunicó con alguien en su oficina de presidente.
—¡Hola, Elías! ¿Por qué me llamas? —sonó la voz alegre de un hombre.
—¿Conoces a Anastasia Torres? —Fue al grano.
—Elías, volveré pronto. Para entonces, trabajaré en Burgués también para poder acompañarla.
—No digas tonterías. Solo vienes para heredar el negocio de tu familia, no para conquistar mujeres —lo regañó.
—Bueno, entonces tendrás que ayudarme a cuidarle en la empresa —contestó Miguel, de la única forma que se le ocurría.
Cuando Elías colgó el teléfono, tenía una mirada de confusión en su apuesto rostro. «Parece que Miguel, el nieto favorito de la abuela, también quiere conquistar a Anastasia».
Tres días más tarde, el borrador de Anastasia recibió la aprobación de Fernanda y estaba listo para dárselo a Jonás.
—Buenos días, presidente Carmín. Tengo listo su borrador. Me gustaría saber cuándo estará libre para podérselo entregar.
—¡Hola! Lo siento, pero ahora mismo estoy volviendo de prisa de mi viaje de negocios, así que llegaré a las 7:00 de la noche. ¿Qué te parece si me envías el borrador a mi casa a las 8:00?
—Ah, ¿en la noche? —Anastasia, al instante, se puso alerta.
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