Para su sorpresa, Anastasia se sintió tensa cuando vio a Jonás. Sin embargo, no tenía derecho en intervenir en la preferencia de vestimenta de su cliente, aun cuando se habla sobre negocios. Por consiguiente, Anastasia tomó asiento pronto en el sillón y entregó el documento a Jonás.
—Puede darle un vistazo al documento que diseñe para usted, presidente Campin. Hágame saber si debo hacer cambios.
Luego de hojear el documento, Jonás hizo un cumplido a modo de complacencia.
— ¡Son increíbles! Cómo era de esperarse de una diseñadora capaz. Me gustan sus diseños, señorita Torres.—dicho esto, sirvió una taza de té para Anastasia—. Tome un poco de té y luego hablaremos sobre el contrato.
—Uhm, no tengo sed acabo de comer con mis compañeros justo ahora.—Anastasia lo rechazó con educación.
—No tiene por qué verse como una persona extraña, señorita Torres. ¿Cómo negar una taza de té cuando ya está en mi casa? Es irrespetuoso, ¿no?—Jonás le hizo saber que estaba molesto.
Mientras tanto, Anastasia observó la taza de té y tomó una decisión. antes de que tomara la taza y lo bebiera.
—Presidente Carmín, ya es tarde, ¿por qué no firmar el contrato ahora? Mi compañero me espera afuera.
— ¿Su compañero?—la mirada de Jonás quedó en alerta.
—Sí. Mi compañero me trajo porque yo no manejo. Es difícil conseguir un taxi aquí. Necesito de su ayuda para que me lleve a casa.— Anastasia explicó con una sonrisa implicando que alguien esperaba por ella y que podría presentar una queja a la policía en caso de no poder salir.
—Bueno, tengo que revisar de nuevo el documento ya que no lo hice hasta ahora. Por favor, espere un momento.—Jonás habló antes de volver a ver el documento. No obstante, estaba viendo la reacción de Anastasia por el rabillo del ojo.
«¿Y qué importa si tu compañero te espera afuera cuando ya bebiste el té? Puedo comprar su silencio una vez que esto acabe».
Anastasia giró hacia su taza luego de ver la tetera del té. De pronto, algo llegó a ella y de inmediato se levantó y salió de la sala de estar. Cuando Jonás regresó a la sala y vio que Anastasia no estaba ahí, se apresuró a ir tras ella para ver cómo se tambaleaba hacia afuera.
— ¿A dónde va, señorita Torres?—la voz diabólica de Jonás se escuchó.
— ¿Qué le pusiste a mi bebida?
—Anastasia Torres, has logrado capturar mi vista. Eres muy hermosa y no hay manera en la que no me gustes. ¿Por qué no te quedas esta noche? Seré gentil contigo.—Justo entonces, las verdaderas intenciones de Jonás fueron reveladas.
—Aléjate de mí. Yo no ofrezco nada más que mis diseños. ¡Aléjate!—rugió Anastasia.
—Fuiste drogada. Si no encuentras a un hombre que te ayude, te sentirás muy incómoda pronto.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...