Elías dejó que Anastasia hiciera lo que quisiera. Era como si a él también le hubiera hecho efecto lo que sea que ella haya ingerido; sintió como si fuese a explotar.
«Parece que esta mujer es buena para seducir hombres más que causarles problemas a otros».
— ¿Ya casi llegamos al hospital?—preguntó Elías a Ray, el cual estaba conduciendo.
—Ya casi llegamos.—respondió Ray antes de dar vuelta con el auto y llegar a la entrada del hospital.
Por consiguiente, se apresuró a salir del auto y abrió la puerta trasera de éste para su jefe. Elías salió, acomodó su camisa para luego sacar a la mujer dentro del auto y llevarla al hospital. Diez minutos después, Anastasia estaba en el pabellón vip del hospital. Unos sedantes y un intravenoso después, logró controlarse y sus ojos estaban cerrados mientras su rostro estaba enrojecido. Ray le dio un pañuelo.
—Joven amo Elías, hay una mancha de sangre en su cuello. Debería limpiarlo.
Elías limpió su cuello con el pañuelo para ver una ligera mancha de sangre en él.
«¡Los dientes de esta mujer son tan afilados como los de un vampiro!»
Al retirarse Ray, Elías siguió haciendo guardia en el pabellón. Después, Anastasia poco a poco volvió en sí y parpadeó varias veces. Ella se encontraba aún en cama. No obstante, ella quedó impresionada cuando giró a su alrededor para ver al hombre a lado de ella.
—Tú… —La cara de Anastasia empalideció al recordar todo lo que había pasado en el auto.
—Estas son las consecuencias de no escuchar.—Elías señaló con tono sarcástico.
Anastasia había subestimado la personalidad de Jonás. En un inicio pensó que no intentaría hacerle nada luego de decirle que su compañero la esperaba afuera, pero no esperó que él fuera a ignorar sus palabras.
—Gracias. ¿Puedo saber la hora?—Anastasia levantó la mirada y preguntó.
—9 y media de la noche.
—Ya debería irme a casa.—De la nada, sintió la necesidad de salir del hospital al ver la bolsa de intravenosa que todavía estaba a la mitad.
—Si te preocupa tu hijo, puedo hacer que Ray lo cuide hasta que la intravenosa termine.
—No será necesario. Ya estoy bien.—Anastasia insistió con terquedad.
—Más te vale pensar en las consecuencias si no terminas tu intravenosa. ¿Qué pasaría si los narcóticos vuelven a hacer efecto?—Elías apretó los dientes al cuestionar.
Luego de contemplar por un momento, Anastasia miró su bolsa.
— ¿Puedes pasarme mi bolsa?
—Yo… ¡tú decídelo por tu cuenta!—dijo Anastasia de manera brusca con vergüenza.
Cuando Elías se dio cuenta que ella estaba avergonzada dejó de molestarla.
—Me debes un favor.—Se arrumbó al sentarse en el sillón.
Anastasia quedó sin habla. A pesar de haber escuchado de personas que debían favores por dinero, esta era la primera vez que le debía a alguien más un favor por un beso.
«¡Bien! Era una manera de ajustar cuentas, creo. Apuesto a que se olvidará de esto tarde o temprano.»
Posteriormente, Anastasia se sentó hasta que terminara gotero intravenoso y de pronto una enfermera removió la aguja de su mano mientras Elías navegaba en su teléfono. Después se levantó para acompañar a Anastasia afuera. Cuando llegaron a la puerta de la entrada del hospital, Anastasia decidió que debería dejar de molestar a Elías.
—Pediré un taxi a casa.
—Deja que te lleve a casa.—Elías se rehusó a que Anastasia fuera a casa sola debido a que era demasiado peligroso para alguien como ella.
—Está bien.—Anastasia insistió.
A pesar de eso, el hombre agarró con fuerza y la llevó hacia el auto de Ray.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?
Montar más capitulos, gracias...