¿Mi hijo es tuyo? romance Capítulo 71

—No tiene idea de cuán agradecida estoy al saber que nunca se olvidó de mi madre, pero no necesito que usted me compensé ningún favor. De hecho, solo vine a saludarle, pero no aceptaré ningún ofrecimiento. —Si bien Anastasia estaba agradecida por las intenciones de Eva, terminó negando con firmeza. 

—Niña, tu madre ya no está, lo que hace mi responsabilidad cuidar de ti. ¡Por favor! Deja que te trate como mi nieta. 

Eva estaba agitada cuando tomó la mano de Anastasia. Por su parte, ella ya no tenía a nadie más en su familia desde que sus propios abuelos fallecieron, salvo su padre, por lo que, se sintió conmovida por el gesto amable de Eva. 

—Niña, nada más piensa en mí como un pariente a la que puedes visitar de vez en cuando, ¿sí? Sé que ambas, tanto tú como tu mamá, son mujeres justas. No te estoy pidiendo mucho, sino que vivas feliz y en paz, es todo lo que quiero. 

Eva miró con absoluta sinceridad a Anastasia, esperando su respuesta. No tardó mucho para que ella se rindiera porque no tenía idea de cómo rechazar a la vieja señora. A pesar de ser la primera vez que se encontraban, de algún modo había formado una conexión íntima con ella que no había tenido en mucho tiempo. Pensó que debía de estar bendecida y afortunada por tener una abuela como Eva, por lo que asintió y respondió: 

—Muy bien, señora Palomares. 

—¡Qué bueno! Entonces, ahora tengo una nieta más —contestó Eva mientras sonreía con felicidad. 

—Señora Palomares, es hora de su medicina. 

—¡Oh, cierto! Tengo que tomar mi medicamento, Anastasia. Por favor, ponte cómoda o toma un paseo por el jardín. Regresaré más adelante. 

—Claro, vaya a tomar su medicamento. 

Anastasia asintió y observó a Eva retirarse. Algo reacia, comenzó a caminar por el jardín. La verdad era que no quería encontrarse con Helen, por lo que evitaría la sala. Mientras tanto, dicha chica se encontraba con Elías, dando un paseo por el jardín, mientras le mostraba la residencia de los Palomares. Él se detuvo y se quedó mirando, de forma penetrante, directo a sus ojos para preguntarle: 

—¿Por qué no me dijiste que vendrías a visitar a mi abuela, Helen? 

Lo que él no sabía era que Helen estaba, en realidad, haciendo todo lo que pudiese para proteger sus intereses con la familia Palomares con respecto a la posición de Anastasia. 

En ese momento, Helen vio de reojo a una silueta que se acercaba hacia ellos desde un lado de los arbustos y reconoció que era Anastasia. De inmediato, se dejó caer sobre los brazos de Elías a propósito y le tomó con firmeza de la cintura. 

—Elías, eres el primer y único hombre con el que he estado, pero juro que nunca me volveré a enamorar de ningún otro en mi vida. Te amo, Elías. 

Él se congeló, manteniendo la cabeza agachada y su mirada enfocada en Helen. Su confesión lo había tomado por sorpresa y, en su pánico, se apuró a consolarla y decirle: 

—Por favor, no hagas esto, Helen. 

—¡No! Aún puedo recordar cada beso y aliento de esa noche, la forma en que te inhibiste cuando estuviste encima de mí… 

«¡Santo cielo! ¿No pueden hacer esto en algún otro lugar? ¡Esto es vergonzoso!» pensó Anastasia, disgustada por la interacción melosa entre Helen y Elías con la que se topó cuando paseaba por el jardín. Al final de cuentas, parece que este no estaba tan tranquilo y callado como creyó. 

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Mi hijo es tuyo?