¿Mi hijo es tuyo? romance Capítulo 99

«Está bien, de esta manera mi cartera estará segura». Anastasia no gastaría más de 100 si cocinaba el almuerzo. Ella se encontraba perdida en sus pensamientos cuando se bajaba del auto; estaba a punto correr hacia el supermercado desde el otro lado de la calle cuando un auto eléctrico pasó a todo motor a un lado de ella, lo cual no le dio ni un segundo para reaccionar. En un instante, el hombre que estaba detrás la sostuvo de la cintura a la velocidad del rayo para poder acercarla entre sus brazos y ponerla fuera de peligro. Anastasia miró con furia al vehículo eléctrico que iba a exceso de velocidad y gritó: 

—¡Mira por dónde vas! —Cuando terminó, se dio cuenta de que su cintura seguía enroscada entre un fuerte brazo; por ese motivo, ella estiró los brazos y lo alejó—. Mejor espere aquí. Iré a comprar los ingredientes en ese supermercado. 

—Iremos juntos. —El hombre cruzó la calle junto a ella cuando dijo eso, pero ellos no vieron que, dentro de uno de los autos que estaba cerca, había un par de ojos sorprendidos que los observaban. La decepción invadió los rincones más profundos de la mirada de Miguel. 

«¿Anastasia rechazó una cita al almuerzo conmigo y decidió ir de compras con mi primo?». Él pensó que lo único que ellos estaban haciendo era comprar unas cosas y que volverían al auto tiempo después; por esa razón, él decidió esperarlos. 

Anastasia se encontraba escogiendo unos cuantos vegetales dentro del supermercado. Elías le había comentado que podía cocinar cualquier platillo que considerara que fuera buena preparando y que no sería quisquilloso, sin más ni menos. Gracias a eso, ella se tomó la tarea de comprar los ingredientes necesarios para preparar algunos de los platillos que solía hacerle a su hijo. 

«Bueno, esto me facilita las cosas». El costo total por los ingredientes que pagó fue menos de 100, tal como se esperaba. La cajera acababa de poner los objetos en la bolsa cuando vio que esa fue levantada por Elías; mientras que ella trataba de echarle otro vistazo a escondidas al hombre, la joven cajera realizó mal los cálculos y tuvo que contar el dinero de nuevo con el rostro sonrojado. Los dos salieron juntos después de que Anastasia pagara por los productos y caminaron a través de la calle hacia el área residencial en donde vivía; mientas eso ocurría, Miguel permanecía escondido en el auto cuando observó a Elías cargar la bolsa con los comestibles y él hablaba con Anastasia al paso que caminaban por la entrada. Verlos a ellos dos le dio el impacto de su vida a Miguel. 

«¿Por qué entraron a un área residencial?». Él recordó al instante que el papá de Anastasia le había comprado una casa, ¿sería que la dicha casa era toda el área residencial? 

«Así que, ¿mi primo va a la casa de Anastasia acompañado por ella? No solo eso, pero ¿también tendrán una cita con comida hecha en casa?». Miguel empezó a preocuparse, a la vez que una enorme ola de decepción lo azotó. «¿Será que ella preferirá a hombres maduros como Elías? ¿Es este el motivo por el cual ella me ha estado rechazando?». 

—Es un cliente valioso, así que no puedo cancelar. Yo te invitaré en la siguiente ocasión, ¿de acuerdo? —Él colgó la llamada con esas últimas palabras. Miguel sintió como si un cuchillo se le acabara de enterrar en su pecho. Elías sabía a la perfección que él buscaba conseguir a Anastasia, ¿estará intentando arrebatarle la mujer en la que se enamoró? 

Ella se encontraba tensa dentro del elevador mientras que escuchaba la conversación por teléfono entre Elías y Miguel; Anastasia lo había rechazado ese día y se sentía un tanto culpable al respecto. Elías pasó una atenta mirada sobre ella y luego entrecerró la mirada con un aspecto difícil de comprender. 

Ella lo invitó a entrar cuando llegaron para luego ponerse ocupada dentro de la cocina. Anastasia llevaba puesto una blusa blanca junto a una falda negra que la hacía lucir como toda una profesional; sin embargo, con ese hombre cerca, ella consideró que no era apropiado cambiarse de atuendo, por lo que decidió ponerse un mandil para luego ponerse a trabajar. No obstante, ella no tenía idea de que el estar cortando los vegetales en la cocina con su atuendo de negocios completo era como una forma de seducción para los hombres que les encantaban los uniformes bien puestos. 

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