Sylvia miró a Henry e inmediatamente cambió esa expresión de sorpresa que tenía en el rostro. "¿Te gustaría ordenar algo para mí?" Le preguntó en un tono suave.
"Por supuesto". Henry asintió sosteniendo la carta del menú con una mano mientras pasaba la página suavemente con la otra.
Sam miraba a Henry con mucha rabia. "Si no entiendes lo que dice allí, no finjas y no nos hagas perder nuestro valioso tiempo".
"Sam, mide tus palabras. ¿Qué tiene de malo echar un vistazo al menú?" Aunque Sylvia no sabía lo que Henry estaba haciendo, al menos en ese momento estaba de su lado. No podía permitir que otros lo humillen.
"Sylvia, este es un restaurante francés. Dime, ¿él sabe francés?" Preguntó Sam con desdén.
Inmediatamente Henry llamó a un mesero, y mientras señalaba la carta del menú, habló en chino: "Esto, esto y esto".
Aunque el mesero no entendió sus palabras, pudo deducir lo que quería ordenar por los gestos que hizo y los nombres de los alimentos que señaló. Entonces hizo una anotación, asintió respetuosamente y volvió a la cocina para pedir la comida.
Sam pensó que Henry diría algo más complejo, pero cuando vio lo que hizo, inmediatamente se rio. "Alguien aquí no sabe disimular que pertenece a la clase baja", dijo con mucho sarcasmo. "¿No sabes que la cocina francesa se caracteriza por mantener los buenos modales? Estoy seguro de que ni siquiera sabes comportarte en la mesa. Por favor, no vayas a comer como un animal."
Henry resopló y puso los ojos en blanco. "¿Quién dice que no sé pedir platos? Acabo de pedir hígado".
Sam sintió como si hubiera escuchado un gran chiste. "¿‘Hígado’? ¿Dijiste ‘hígado’? ¡Ja, ja, ja!". Palmeó la mesa con la mano mientras se reía a carcajadas. "Claramente te dije ‘no finjas que entiendes francés’, pero no me escuchaste. Se llama ‘foie gras’ (hígado graso de pato o ganso), ¿entiendes?"
"Sam, no es asunto tuyo si habla bien o mal", dijo Sylvia en ese momento. Sabía que aunque Henry estaba equivocado respecto al nombre de ese platillo, lo estaba haciendo por ella.
Sam sonrió y habló. "Sylvia, Sylvia… si ibas a casarte con alguien, debiste asegurarte que sea alguien decente. Mira lo corriente que es este tipo".
El rostro de Fiona mostró complicidad. "Algunas personas se creen superiores solo porque vieron algo en la televisión y leyeron algunos libros, pero no saben que están muy lejos de llegar al nivel de la aristocracia".
Nelson Lin intentó aligerar la situación. "Jóvenes, pueden hablar como quieran. Nosotros no entendemos el idioma en línea que usan. Ja, ja, no se preocupen demasiado".
"Tío Lin, no se trata de un idioma en línea, sino de un conocimiento cultural. Ni siquiera sabe lo que es el foie gras. Realmente no entiendo cómo tiene las agallas para entrar a este restaurante tan fino y dejar que los meseros franceses lo escuchen. ¡Podrían reírse de nosotros!" Dijo Sam en un tono muy altanero y se cruzó de brazos mirando a Henry con disgusto.
Henry simplemente lo ignoró y permaneció tranquilo esperando a que el camarero traiga los platos de comida.
Cuando Henry terminó de hablar, Sylvia lo miró dudosa. "¿Es cierto lo que acaba de decir, o se lo ha inventado?", pensó.
"Eres muy gracioso. Hígado de ganso..." Se burló Sam. "Nunca había oído hablar del hígado de pato con albaricoque. Deberías informarte mejor antes de decir tonterías. Es de esperarse que una persona inferior como tú no entienda estas cosas, así que, no finjas saberlo todo, ¿de acuerdo?" Dijo Sam con aires de superioridad.
Al escuchar sus palabras, Henry se rio entre dientes y señaló la mesa que estaba junto a ellos. En esa mesa había franceses nativos disfrutando su hígado de pato tal como él lo acababa de explicar. Fue como darle una bofetada a Sam.
"Francia es uno de los tres países gastronómicos más grandes del mundo. Además de ser conocida por el romance, también destaca por su deliciosa comida. Por supuesto, la belleza romántica de la cocina francesa no solo está en sus exquisitos platillos, sino también en la manera de combinarlos y en sus reglas. Bueno, Sylvia, ya que la comida está aquí, puedes disfrutarla".
Mientras terminaba de hablar, Henry cortó el pan, le puso una fruta y se lo entregó a Sylvia.
En este momento, los grandes ojos de la bella muchacha se iluminaron. Había quedado sorprendida con lo familiarizado que estaba su esposo con la cocina francesa, pues esta implicaba muchas normas que se deben seguir y respetar, pero en realidad muy pocas personas conocían y hablaban de ello.
Sam y Fiona permanecieron en sus asientos con una expresión de total desagrado en sus rostros. Hace unos momentos, Sam dijo que uno no debería actuar si no tenía conocimiento de las cosas. Pero ahora había sido él quien actuó sin saber nada. En ese momento, él y su madre no tuvieron más opción que tragarse toda su ira.
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