No sé si fue el cambio de aires, pero Leila se despertó bastante temprano a la mañana siguiente, pero aun así, Ismael ya se había ido a la oficina.
Leila se levantó, corrió las cortinas y se estiró, contemplando el paisaje abierto, sintiendo que su día había empezado aquí.
Se lavó, se cambió de ropa y se dirigió al Grupo Santángel.
De pie en el despacho de Édgar, éste la miró:
—Doria fue quien te envió al estudio, no yo.
—Lo sé, iré más tarde.
Dijo Leila, mostrando su teléfono y empujándolo hacia Édgar:
—Esta es la foto que mi amigo me envió ayer, se ha resuelto, pero no creo que esto haya terminado realmente.
Édgar cogió el teléfono y lo miró dos veces, luego lo devolvió:
—Como tu jefe, ya que este asunto ha sido resuelto, quienquiera que fuera y cualquiera que sea el método utilizado, en mi caso, cuenta como terminado.
—Pero…
—Pero como tu cuñado, haré que Vicente lo compruebe más tarde.
—¿Ismael te llamó cuñado? —Leila guardó el teléfono.
Édgar se reclinó en su silla y la miró con rostro inexpresivo. leila estaba de un humor mucho más alegre:
—Gracias de antemano entonces, Señor Édgar, le dejo con ello.
—Espera.
—Señor Édgar, ¿tiene más órdenes? —Leila acababa de dar dos pasos y se volvió.
Édgar giró la pantalla del ordenador hacia ella y reprodujo el vídeo.
En la pantalla, Lisbet tenía una rabieta con la recepcionista:
—¿Sabes quién soy? Lárgate de aquí.
—Disculpe, señora, pero sea quien sea, necesita concertar una cita para ver al señor Édgar —dijo la recepcionista con suavidad.
—¿Necesita Leila una cita para verle Señor Édgar? —dijo Lisbet.
La recepcionista hizo una pausa, sin saber qué contestar, y Lisbet añadió:
—Soy la madre de Leila, busco al señor Édgar por negocios, apártate de mi camino.
En este punto del vídeo, Édgar volvió a girar la pantalla. Y Leila se quedó allí, con los labios ligeramente fruncidos en las comisuras.
—Es la segunda vez —dijo Édgar con indiferencia.
—Está intentando que dimita de aquí —Leila levantó la vista, —Señor Édgar no se moleste con ella, no estará mucho tiempo en Ciudad Sur.
—Sean cuales sean sus intenciones, eres un artista que vive en el ojo público, ¿cuánto te afectaría si ella hiciera una escena como esa y si se publicara en línea o si los medios de comunicación lo supieran?
—Iré a hablar con ella —Leila guardó silencio durante dos segundos.
—Haré que el equipo de relaciones públicas vigile internet, y ya que vas a hablar con ella, pregúntale qué quiere realmente...
Leila miró a Édgar, cuya expresión era anodina:
Mientras los dos hablaban, llegaron al despacho de Doria.
—Entra tú, yo tengo que ir a una sesión de fotos.
—De acuerdo —Leila asintió.
Llamó a la puerta y oyó la voz de Doria antes de entrar.
Leila seguía un poco constreñida, recordando la escena de la noche anterior.
Pero Doria no lo mencionó en absoluto, sino que la tiró al sofá:
—Oí a Claudia decir que Edyth estaba tras de ti, ¿no?
—La verdad es que no —dijo Leila.
Doria había estado en contacto con esa tal Edyth y sabía más o menos cómo lo hacía, dijo:
—¿Te ha estado molestando de nuevo en los últimos dos días?
—No, ayer estuve en… —Leila negó con la cabeza.
A mitad de la frase se detuvo. Doria comprendió:
—Ya veo, no te preocupes, iré a hablar con ella.
—No, yo…
—Acudiré a ella como hermana de Ismael, ya le ha causado muchos problemas.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...