Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 159

Doria dijo con ligereza, -Nada, sólo me encuentro con alguien que tiene un problema con su cerebro.

Al oír esto, Claudia no pudo evitar fruncir el ceño, y preguntó, -¿Qué pasa con la seguridad aquí, dejando entrar a la persona loca, si pasa algo...

Antes de que Claudia terminara su frase, sintió que alguien la pisó por debajo de la mesa.

Leila se rio como si no hubiera pasado nada, -Acaba de mencionar que tu estudio abrirá mañana, ¿verdad? Di que sí, debo ser tu primer cliente.

Las comisuras de los labios de Doria se levantaron mientras asintió, -Buena cooperación.

Tras terminar la cena y esperar a que Doria y los demás se marcharan, Leila estaba a punto de llamar a su chófer cuando sintió el peligro a su espalda.

Al instante se sintió incómoda y giró la cabeza con rigidez, sonriendo secamente, y dijo, -Gerente Édgar todavía estás aquí...

Édgar la miró con indiferencia, -Tienes dos opciones. O desde hoy trabajas todo el año, o ...

-¡No digas nada, gerente Édgar! Me quedo con la segunda.

Édgar se enderezó los puños y preguntó lentamente, -¿Qué habéis hablado en la cena?

Leila sabía que estaría aquí esperando.

Omitió las palabras que le regañaran y escogió el punto principal, -Doria y Claudia abrirán un estudio juntos, y se inaugurará mañana. ¿Quiere ir a la inauguración?

Édgar resopló, -Si yo fuera tan ocioso como tú...

Leila torció la boca y pensaba que lo que dijo este cabrón es un tipo de rechazo.

“A ver quién pasará mañana.” Leila pensando.

Leila suspiró, -Creo que no es fácil para ellas empezar un negocio. Pensaba en presentar a mis amigos, pero ... pero ... me temo que tengo muy poco tiempo libre para agradecer a esos amigos sus apoyos. Les debo un favor, ¿cómo no les invita a cenar?

Édgar la miró fríamente, -Después de tanto tiempo, tus habilidades de actuación aún no han mejorado en lo más mínimo.

Édgar retiró la mirada, -Las vacaciones son imposibles, pero puedo olvidarme de esas palabras con las que me has regañado.

¡Y qué cabrón vengativo que buscaba venganza por el más mínimo agravio!

No era de extrañar que después de pretender durante tanto tiempo, no pudo quedar a su novia a su lado.

En el Rolls-Royce negro, Édgar preguntó con ligereza, -¿Doria has dejado la editorial de Joyería SG?-

Vicente asintió, -La parte de SG me dijo que Doria no proseguiría el asunto de Alba Espina, así que les pedí que se detuvieran.

Édgar no necesitó pensar por qué y dijo con voz sin emoción, -Siempre muestra su simpatía por estas extrañas maneras.

-Después de todo, si no hubiera sido por José, Doria habría ...

Cuando investigaron más tarde, descubrieron que había trampas en el camino antes, también.

Por lo tanto, aunque Doria hubiera engañado a esa gente que Agustina Secada había mandado y hubiera optado por irse por esa otra ruta, algo le habría pasado.

-Olvídalo -con una pausa, Édgar añadió-. Mañana se abrá el estudio de Doria. Envía una cesta de flores.

Vicente preguntó tímidamente, -¿Eh ... envía una cesta de flores solamente?

-¿Qué más quieres reglar?

Vicente tosió, -Gerente Édgar, mañana por la mañana hay una reunión anual. Aparte de eso, no hay mucho que hacer por la tarde.

Tomó aire y bajó la ventanilla del coche. Pasó un momento, y dijo, -Ya que no hay nada más que hacer, vamos a recorrer la tienda.

Vicente entendió fácilmente sin explicaciones y dijo, -Bien, gerente Édgar, lo arreglaré ahora.

Gerente Édgar se quedó en la Ciudad Sur durante más de un mes esta vez. Cuando regresó, se ocupó del desorden que había quedado tras la disolución del contrato matrimonial con el Grupo Collazo. En un parpadeo, habían pasado dos meses.

Era el momento de volver a pensar en lo posible para darle una salida.

Ismael las dejó abajo del apartamento y se fue. Aunque ahora eran las vacaciones de invierno, seguía trabajando a tiempo parcial en una cafetería cercana a la escuela, y era más conveniente vivir en la universidad.

Al llegar a casa, Claudia se derrumbó en el sofá, -Por fin puedo dormir bien esta noche.

Doria dijo, -Acuéstate temprano, tienes que levantarte temprano mañana.

Claudia la miró y rodaron los ojos. Quería decir algo, pero luego se calló.

Al notar su inusual visión, Doria dijo con risa, -¿Qué pasa?

-Nada ... -No reaccionó en la cena antes, pero la patada de Leila le hizo comprender al instante con quién se había encontrado Doria. Dudó antes de preguntar en voz baja, -Doria, cuando estabas en el restaurante, ¿encontraste a ese cabrón Édgar?

Ante estas palabras, la expresión de Doria no cambió y su voz fue débil, -Sí.

-¿Y qué te dijo?

Doria hizo una pausa antes de decir, -No es nada. Buscó una reprimenda.

Claudia dijo, -Realmente no sé en qué piensa ese hombre todos los días. No valoraba cuando lo tenía, y después de perderlo...

Doria dijo, -Voy a ducharme ahora.

-Bueno.

Después de la ducha, cuando Doria se estaba secando el pelo, no pudo evitar recordar su encuentro con Édgar.

Durante los dos últimos meses, se había abstenido de pensar en él y en las cosas que habían sucedido en el pasado. Pensaba si hacía eso, todo lo que había pasado en el pasado se desvanecería lentamente con el tiempo.

Pero cuando se encontró con Édgar hoy, se dio cuenta de que no podía olvidar ni dejar de lado todas esas cosas.

Solo estaba engañándose a sí misma.

Pero Édgar tenía razón en una cosa: el bebé no se había perdido por su culpa. Fue ella misma quien confió en Agustina y subestimó la malicia de la naturaleza humana.

¿Y qué razón tenía ella para odiarlo y descargar toda su ira en él?

Tras secarse el pelo a medias, Doria salió del baño. Se dirigió al estudio y hojeó la información que tenía sobre su mesa.

Estos son todos los registros de su accidente de coche.

Aunque con su propia fuerza no era suficiente para luchar contra la familia Santángel y no podía hacer nada a Agustina, pero cría que un día de futuro encontraría pruebas suficientes para dar cuenta al niño que aún no había nacido.

El estudio se inauguró oficialmente a la mañana siguiente.

Leila, David Laguna, Abraham Valerio y muchos otros enviaron cestas de flores. Cuando tuvo un poco de tiempo libre, Claudia las contó una por una. Cuando vio unas cuantas cestas sin firmar en el fondo, no pudo evitar rascarse la cabeza.

Al ver esto, Doria preguntó, -¿Qué pasa?

Claudia contestó, -Doria, ¡qué extraño!, seis cestas de flores extra, y ninguna firma... -después de pensarlo, añadió-. ¿Es de Ismael?

-No lo creo, ayer le dije que no lo enviara.

Claudia pensó que era aún más extraño, sus amigos, los amigos de Doria, solo había unas pocas personas que sabían que tenían un estudio. Y estas seis cestas de flores sin firmar, a simple vista, eran de la misma letra.

En ese momento, había clientes en la tienda, y a Claudia le daba pereza pensando, -Olvídalo por ahora, vamos a ver si alguien viene a reclamarlo más tarde, si no, sacamos provecho.

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