En el medio día del siguiente día, Doria Aparicio acababa de almorzar. Cuando iba a entrar a la oficina, sonó su móvil con un número desconocido.
Por lo que había pasado ayer, ella miró su móvil y dudó un momento antes de cogerlo.
Tomando el móvil, no habló, planeaba que si era la voz del hombre fastidioso, colgaría el móvil inmediatamente, y no lo dejaría la oportunidad de amenazarla.
Pero, vino una voz de un hombre desconocido, -Hola, señorita Doria. Soy de la empresa de mudanza, ¿estás en casa ahora? Ya llegamos al abajo de su apartamiento.
Doria no lo entendió, -¿Empresa de mudanza? No estoy mudándome.
-Bueno. Chequeo contigo otra vez. Eres Doria Aparicio, señorita Doria, ¿no?
Doria frunció ceño, -¿Quién te hizo el pedido?
-Lo siento, señorita Doria. Yo sólo tengo su nombre, dirección y número de contacto.
Doria se quedó sin palabras.
Ella respiró profundo para calmarse, -Entonces, por favor, espera un momento, voy a casa ahora.
Después de colgar el móvil, Doria puso el móvil en su bolsa, y salió de la oficina.
Claudia Freixa la vio, -Doria, ¿a dónde vas?
-Me llamó la empresa de mudanza, dice que ya llega al apartamiento, tengo que regresar.
-¿Qué? Pues te acompaño.
Doria dijo, -No es necesario, voy yo misma.
Hoy una colega pidió vacaciones, otra se fue a almorzar, si ella se iba también, en el estudio se quedaría Claudia sola.
Claudia pensaba un rato, y se la entregó la llave del coche, -Vale, vas a ver la situación. Me llamas si pasa algo.
-Vale.
El estudio no estaba lejos de su apartamento, Doria conducía el coche unos minutos y llegaba al edificio.
Ella abrió la puerta del coche, y vio un coche imprimido el logotipo de la empresa de mudanza.
El trabajador también la vio, y caminó hacia ella, -¿Eres señorita Doria?
Doria asintió con la cabeza.
El trabajador llamó a sus compañeros para que trajeran una caja de papel grande, -Señorita Doria, por favor, firma aquí. Se la subimos la caja.
Doria dijo, -¿Tienes un pequeño cuchillo para prestarme?
-Sí, lo tengo.
Doria cortó la cinta transparente que envolvía la caja, vio que están ropas en la caja, y no eran cosas roras o terribles, espiró un aliento y se relajó.
Ella dijo, -Lo siento, no son cosas mías, por favor devuelven la caja.
El trabajador no pensaban en esto, y estaba en dilema, -Señorita Doria, este es orden de la empresa, dice que debemos entregarla en su mano, si devolvemos la caja, va a despedirnos.
Otro trabajador también dijo, -Por favor, señorita Doria. Hoy es mi primero día de trabajo, mi hermana todavía está estudiando en la escuela, no puedo perder este trabajo.
Doria se quedó sin palabras.
Ella estaba a regañadientes, con esta forma de amenazar, ya sabía que era orden del hombre fastidioso.
Ella se quedó en silencio unos segundos, -Sube la caja.
-¡Gracias, señorita Doria!
-¡Eres muy buena, señorita Doria¡
Cuando Doria volvió al estudio, Claudia vio que ella estaba descontenta y, la preguntó, -Doria, ¿qué te pasas?
Doria negó con la cabeza débilmente, le dio una sonrisa forzada y devolvió la llave del coche, -Voy a seguir dibujar mi diseño.
Se sentó en la oficina, Doria volvió a darse ánimo, no pudo ser tan fácil de golpearse por la dificultad, sabía que el hombre fastidioso lo hizo a propósito para que ella lo pidiera, por eso, ella no lo escuchó, no lo hizo caso y no lo respondió.
Doria se quedó sin palabras.
Édgar dijo, -Porque no tienes tiempo de llevarlas, te las mando a ti, ¿tienes problema en eso?
Doria pensaba un tiempo, y sólo podía decir, -No.
Édgar dijo, -Así es, todavía queda una mitad en el armario.
-¡Señor Édgar! -Doria dijo con prisa-. Señor Édgar, no las quiero, por favor, las regalas a otras personas, o haces lo que quieres, ¿vale?
-Es tu cosa, no tiene nada que ver conmigo.
Doria no podía responder.
Mira, qué vengativo era este hombre fastidioso.
Cuando Doria estaba tan enojada que quiso tirar el móvil, Édgar dijo lentamente, -Este asunto no es difícil de resolver, sólo me acompañas a un lugar el fin de semana.
Doria sonrió fríamente, y sabía que el hombre fastidioso tenía propósito.
Ella dijo, -Señor Édgar, ya tengo cita el fin de semana.
-¿Con quién?
-Con un amigo.
-¿Cuál?
Doria empuñó con fuerza las pasamanos de la ventana, -Señor Édgar, no necesito informar mi horario a ti.
Édgar dijo, -¿Quién te hace informar? Sólo te pregunto.
-Oh, entonces puedo no responder.
Édgar se quedó sin palabras.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...