Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 175

En el medio día del siguiente día, Doria Aparicio acababa de almorzar. Cuando iba a entrar a la oficina, sonó su móvil con un número desconocido.

Por lo que había pasado ayer, ella miró su móvil y dudó un momento antes de cogerlo.

Tomando el móvil, no habló, planeaba que si era la voz del hombre fastidioso, colgaría el móvil inmediatamente, y no lo dejaría la oportunidad de amenazarla.

Pero, vino una voz de un hombre desconocido, -Hola, señorita Doria. Soy de la empresa de mudanza, ¿estás en casa ahora? Ya llegamos al abajo de su apartamiento.

Doria no lo entendió, -¿Empresa de mudanza? No estoy mudándome.

-Bueno. Chequeo contigo otra vez. Eres Doria Aparicio, señorita Doria, ¿no?

Doria frunció ceño, -¿Quién te hizo el pedido?

-Lo siento, señorita Doria. Yo sólo tengo su nombre, dirección y número de contacto.

Doria se quedó sin palabras.

Ella respiró profundo para calmarse, -Entonces, por favor, espera un momento, voy a casa ahora.

Después de colgar el móvil, Doria puso el móvil en su bolsa, y salió de la oficina.

Claudia Freixa la vio, -Doria, ¿a dónde vas?

-Me llamó la empresa de mudanza, dice que ya llega al apartamiento, tengo que regresar.

-¿Qué? Pues te acompaño.

Doria dijo, -No es necesario, voy yo misma.

Hoy una colega pidió vacaciones, otra se fue a almorzar, si ella se iba también, en el estudio se quedaría Claudia sola.

Claudia pensaba un rato, y se la entregó la llave del coche, -Vale, vas a ver la situación. Me llamas si pasa algo.

-Vale.

El estudio no estaba lejos de su apartamento, Doria conducía el coche unos minutos y llegaba al edificio.

Ella abrió la puerta del coche, y vio un coche imprimido el logotipo de la empresa de mudanza.

El trabajador también la vio, y caminó hacia ella, -¿Eres señorita Doria?

Doria asintió con la cabeza.

El trabajador llamó a sus compañeros para que trajeran una caja de papel grande, -Señorita Doria, por favor, firma aquí. Se la subimos la caja.

Doria dijo, -¿Tienes un pequeño cuchillo para prestarme?

-Sí, lo tengo.

Doria cortó la cinta transparente que envolvía la caja, vio que están ropas en la caja, y no eran cosas roras o terribles, espiró un aliento y se relajó.

Ella dijo, -Lo siento, no son cosas mías, por favor devuelven la caja.

El trabajador no pensaban en esto, y estaba en dilema, -Señorita Doria, este es orden de la empresa, dice que debemos entregarla en su mano, si devolvemos la caja, va a despedirnos.

Otro trabajador también dijo, -Por favor, señorita Doria. Hoy es mi primero día de trabajo, mi hermana todavía está estudiando en la escuela, no puedo perder este trabajo.

Doria se quedó sin palabras.

Ella estaba a regañadientes, con esta forma de amenazar, ya sabía que era orden del hombre fastidioso.

Ella se quedó en silencio unos segundos, -Sube la caja.

-¡Gracias, señorita Doria!

-¡Eres muy buena, señorita Doria¡

Cuando Doria volvió al estudio, Claudia vio que ella estaba descontenta y, la preguntó, -Doria, ¿qué te pasas?

Doria negó con la cabeza débilmente, le dio una sonrisa forzada y devolvió la llave del coche, -Voy a seguir dibujar mi diseño.

Se sentó en la oficina, Doria volvió a darse ánimo, no pudo ser tan fácil de golpearse por la dificultad, sabía que el hombre fastidioso lo hizo a propósito para que ella lo pidiera, por eso, ella no lo escuchó, no lo hizo caso y no lo respondió.

Pero no pensaba que el hombre fastidioso mandaba más cajas en los siguientes días.

En pronto, el apartamento que apropiadamente vivían ella y Claudia, que era un poco amplio para ellas, ya casi no tenía lugares para caminar.

Claudia abrió la caja con habilidad, sacó un collar de rubí, inmediatamente brillaron sus ojos, -Dios mío, he visto este collar en una exposición fotográfica, se dice que vale 10 millones, ¿pero se metió en una caja así? ¿Édgar está loco o yo estoy loca?

Doria estaba sentada en el sofá, levantó la cabeza y echó un vistazo. El collar era un poco familiarizado para ella.

Debía ser que una vez en su cumpleaños Vicente Laguna dijo que fue un regalo de un cliente, y Édgar lo dio a ella.

Y Claudia encontró muchos tesoros en la caja, -Estos pendientes, y esto, esto, esto…Ay, ¡este abrigo es de edición limitada mundial de una marca lujosa en el extranjero!

Doria miró las cajas fijamente.

Excepto las ropas, la mayoría de las joyas se la entregó Vicente, diciendo que fue regalo de cliente, o premio de empresa…

No sabía que cada joya era tan cara.

Si lo subiera antes, ella llevaría unas de ella. Cuando Édgar Santángel le dijo que devolviera el dinero, no había nada que devolver.

Claudia se sentó al lado de ella, y espiró por sorpresa, -No sabía que el hombre fastidioso es dadivoso, las cosas que te regaló son caras.

Doria pensaba por un rato, tomó su móvil y se levantó, -Claudia, voy a hacer una llamada.

Claudia estaba comiendo fresas, -Vale, vale.

Doria caminó al balcón, encontró el número de Édgar en la lista negra, y lo llamó.

Unos segundos después, el otro lado respondió.

Édgar dijo suavemente, -Dime.

Doria dijo, -No mandes más cosas a mí, no las necesito.

En el otro lado del móvil, Édgar se paró un momento, -¿No las necesitas?

-Sí…

Antes de terminar sus palabras, Édgar dijo, -Doria, piensas demasiado, no son cosas que te regalo, son cosas que dejaste en la Mansión Estrellada.

Doria se quedó sin palabras.

Édgar dijo, -Porque no tienes tiempo de llevarlas, te las mando a ti, ¿tienes problema en eso?

Doria pensaba un tiempo, y sólo podía decir, -No.

Édgar dijo, -Así es, todavía queda una mitad en el armario.

-¡Señor Édgar! -Doria dijo con prisa-. Señor Édgar, no las quiero, por favor, las regalas a otras personas, o haces lo que quieres, ¿vale?

-Es tu cosa, no tiene nada que ver conmigo.

Doria no podía responder.

Mira, qué vengativo era este hombre fastidioso.

Cuando Doria estaba tan enojada que quiso tirar el móvil, Édgar dijo lentamente, -Este asunto no es difícil de resolver, sólo me acompañas a un lugar el fin de semana.

Doria sonrió fríamente, y sabía que el hombre fastidioso tenía propósito.

Ella dijo, -Señor Édgar, ya tengo cita el fin de semana.

-¿Con quién?

-Con un amigo.

-¿Cuál?

Doria empuñó con fuerza las pasamanos de la ventana, -Señor Édgar, no necesito informar mi horario a ti.

Édgar dijo, -¿Quién te hace informar? Sólo te pregunto.

-Oh, entonces puedo no responder.

Édgar se quedó sin palabras.

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