Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 88

-Lourdes, yo...-

-Doria, escúchame primero.- Lourdes la miró solemnemente, -Sé que estás en una situación difícil desde que te mudaste a nuestra calle. Pero por temor a que algunas cosas te puedan entristecer, Roxana y yo intentamos no mencionarlas. Pero también sabes que soy muy sincera y directa, de modo que no puedo evitar decirte algunas cosas.-

Lourdes hizo una pausa y soltó un insulto, -Tu ex-marido realmente es un despreciable.-

Doria se quedó sin habla.

Édgar estaba perplejo.

Justo cuando Lourdes estaba a punto de continuar, Roxana le tocó el brazo indicándole que no siguiera hablando.

Lourdes dijo, -Roxana, no me detengas. Ya que he comenzado el tema, tengo que terminarlo de una vez hoy. Doria, olvídalo y aprecia a la persona que tienes delante.-

Sintiendo la frialdad que venía de su costado, Doria rápidamente dijo, -Lourdes, lo has malentendido, me divorcié a buenas, no es lo que piensas...-

-¿Cómo te vas a divorciar a buenas? Incluso si te has divorciado, todavía estás embarazada. Pero ese ex-marido tuyo no se preocupa nada por ti. Dime, ¿se le puede considerar aún un ser humano? Cualquiera que tenga una pizca de bondad no dejaría que una mujer se fuera tan lejos de casa sola y embarazada. Aquí no conoces a nadie, estás indefensa, y si te pasa alguna injusticia tampoco sabrás a quién contárselo.-

Doria casi no podía más, -Lourdes, de verdad que...-

Lourdes suspiró y siguió tomándola de la mano, -Doria, ya no tienes que forzar una sonrisa. Yo ya he pasado por eso, te entiendo perfectamente.- Luego volvió a decir, -Raimundo, ven aquí.-

Raimundo se levantó y se puso en medio de ellas.

Lourdes sostuvo a Doria con una mano y Raimundo con otra, -Los dos sois geniales. Doria, confía en mí, Raimundo es confiable, le gustas mucho de verdad, y definitivamente te cuidará muy bien.-

Dado que Lourdes había animado las cosas hasta ese punto, Raimundo también aprovechó para decir, -Doria, de verdad que no me importa tu pasado. Sé que aún no me conoces mucho, pero no pasa nada. Solo espero que me des una oportunidad para demostrarte lo que siento por ti.-

Doria no habló, su expresión estaba ligeramente aturdida.

Lourdes pensó que su silencio significaba el acuerdo, pero cuando estaba a punto de unir las manos de los dos, Doria se apartó de repente, -Lo siento, yo no creo que esto saldrá bien.-

Había un rastro de decepción que pasó por los ojos de Raimundo.

Lourdes también suspiró y le dijo a Raimundo, -No se puede meter prisa con el amor, que surja con el tiempo.-

Raimundo volvió a su posición completamente abatido.

Las palpitaciones de Doria estaban más que aceleradas. La razón por la que estaba aturdida antes fue porque cuando Raimundo estaba hablando, la mano de un hombre la sostuvo en silencio debajo de la mesa, sus dedos largos se pusieron entre los dedos de Doria poco a poco, haciendo que sus manos quedaran entrelazadas.

Doria volvió la cabeza para lanzarle una mirada fulminante.

Édgar inclinó tranquilamente la cabeza hacia atrás para beber, pero arqueó ligeramente las cejas.

Después de ese incidente, el ambiente de la cena se quedó más tranquilo.

Doria se sentía completamente incómoda, porque descubrió que Édgar estaba sosteniendo su mano sin ninguna intención de soltarla.

¡¿Por qué ese cabrón se volvió loco de repente?!

Cuando terminó la cena, los vecinos se despidieron entre ellos antes de marcharse.

Raimundo se forzó para animarse, -Gerente Édgar, le acompaño a la salida.-

Édgar dijo a la ligera, -No hace falta. Pareces tener mala cara, es mejor que vuelvas a descansar.-

Mientras hablaba, Doria aplicó fuerza en secreto con su mano izquierda y finalmente la sacó de su mano.

Édgar volvió a decir, -Quiero pasear un rato por aquí, me basta con que la señorita Doria me acompañe.-

Doria que finalmente dejó escapar un suspiro de alivio se quedó perpleja de nuevo.

¡¿Quién estuvo de acuerdo!?

Raimundo movió los labios, como si quisiera decir algo, pero descubrió que no tenía derecho a decir nada. Además, Édgar ya estaba casado, seguramente no tramaría nada con una mujer embarazada.

Después de que Raimundo se fue, Édgar miró de reojo a la persona resentida que estaba sentada en el asiento, -¿Señorita Doria?-

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