Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 39

Mate terminó la llamada así que lo miré sospechosa, en primera me había llamado mucho la atención el trato hacia ellos. Pensé que más bien los respetaban pero ya veo que no era así. En segunda me había llamado la atención la cosa de que no había llegado completo el producto. ¿A que se refería? Eso no me dio tanta mala impresión porque son sus cosas además de que es su trabajo, me imagino. Pensé que el jefe era Mate si. ¿Entonces hay un jefe más arriba de ellos dos?

—¿Qué piensas? —me preguntó, se notaba nervioso. Su corbata iba desabrochada.

—Nada —respondí, tratando de asimilar lo que había dicho ese tipo. Lo que me había preocupado era sobre la vida de Nicky, decía que corría peligro. Eso sí me interesó. —¿Por que dijo que la vida de Nicky corría peligro? —lo miré.

—No es nada importante, así solemos tratarnos entre los empresarios. Cuando quizás no cumplimos con algo esa suele ser la expresión. —trató de tranquilizarme, pero no le creí. Sentí que había algo más.

—¿Estas seguro?

—Así es, no tengo por qué mentirte.

—Eso espero. No me gustan las mentiras. Menos que me las digan mirándome a los ojos. —seguí con mi vista clavada en el. Mate se miraba muy sospechoso. La llamada y mi interrogatorio lo tenían estresado. Se le notaba. Pero no me podía quedar con los brazos cruzados. —Y empezar una relación con mentiras, Mate, créeme que vas por muy mal camino —le dejé en claro. Quizás perdone pero no olvido.

—Alicia , por ahorita no puedo decirte nada. Pero te prometo que en algún momento lo haré. Solo dame tiempo.

—¿Tiempo? ¿Crees que Nicky tenga tiempo?

—Ya te dije que Nicky no está en peligro. ¿Por qué te preocupas tanto por el?

—Me preocupan los dos. Siento qué hay algo raro —achiqué mis ojos en su dirección. —Pero la verdad no te quiero presionar, al fin y al cabo yo no soy nadie para pedir explicaciones —me dediqué a mirar por la ventanilla nada más.

—Puedes pedirme todas las explicaciones que quieras, eso tenlo por seguro. No te limites de ser tu misma ni de decir o hacer lo que sientes en realidad.

Me encogí de hombros sin responder, la verdad no planeaba seguir hablando si Mate no me diría lo que en realidad quería saber. Necesitaba encontrar a Nicky, algo me decía que tenía que hacerlo. Pero Mate no me diría dónde estaba.

Al llegar frente a mi edificio Mate se bajó primero, según él para abrirme la puerta del coche pero me adelanté y la abrí yo sola. Mate al llegar me quedó viendo raro. Quizás interrumpí su gesto de caballerosidad. La noche estaba fría, necesitaba quitarme este vestido y estos zapatos de tacón. Me estorbaban.

—No quiero que estes enojada conmigo, Alis —puso sus manos en mis hombros.

—No lo estoy. Ve a hacer tus cosas —le medio sonreí.

—Sé que no estás bien. Tienes muchas dudas, en algún momento te las diré.

—Como sea, Mate, me siento cansada —fingí un bostezo y en eso me dio un escalofrío que me hizo abrazarme a mi misma. Mate lo notó y se empezó a quitar su saco para ponérmelo a mi.

—Toma, hace frío.

—Gracias.

—Te llamaré, ¿vale?

Asentí.

Mate se inclinó y me dio un beso en la boca, apenas y se lo correspondí. Al separarse volvió a su coche, se adentró y arrancó. Miré en dirección contraria para buscar un taxi antes de que Mate se me perdiera de vista. De suerte venía uno.

—¡Taxi! —le hice parada. El taxi se detuvo así que me adentré a él lo más rápido que pude— Siga a ese coche por favor —señalé con mi dedo índice el coche negro de Mate que iba a unos metros nada más.

—Claro. —el taxista lo siguió a una distancia moderada obviamente, yo me sentía nerviosa por lo que iba a hacer.

—Ya no puedo avanzar más, señorita, esto se mira muy peligroso—me dijo el chofer del taxi deteniéndose. Habíamos entrado a un camino de tierra, íbamos como en loma. Habían sólo árboles. No tenía ni idea de donde estábamos. Pero lejos de la ciudad era obvio.

—Por favor, le pagaré el doble —sugerí. Me iba a dejar a medio camino. El auto de Mate iba más adelante ya.

—No puedo. Lo siento pero es muy peligroso. Tampoco le recomiendo quedarse aquí sola, puede pasarle algo. Si quiere nos regresamos...

—No, está bien —saqué dinero y le pagué—Gracias. Aquí me quedo.

—¿Está segura? Es peligroso.

—De verdad gracias por preocuparse pero estaré bien —le sonreí.

—Está bien, cuídese.

Me bajé del coche con el vestido estorbándome y empecé a caminar. Era una tortura caminar en tierra con tacones. Pero tampoco iría descalza. El taxista fue de retroceso hasta llegar a la carretera pavimentada y luego se fue, dejándome sola en medio de la nada. Caminé y caminé en medio de la noche, me estaba dando un poco de miedo porque había perdido el auto de Mate, solo iba siguiendo el camino. A lo lejos escuché voces, esa era mi señal. Avancé más a prisa procurando que mis pisadas no se escucharan. Provenían de un camino más pequeño a mi izquierda.

Cuando llegué a una distancia considerada noté el auto de Mate estacionado, también estaban dos coches más. Habían hombres vestidos de trajes negros, tenían armas también. En eso unas luces de otro coche aparecieron y para que no me alumbraran me escondí detrás de unos arbustos. También tenía una vista de lo que pasaba. Me sorprendí al ver que era Nicky quien bajaba del coche. ¿Qué es lo qué pasa aquí?

Ni siquiera podía escuchar bien.

Parecían tener una plática muy acalorada. Nicky se tomaba del cuello, estaban discutiendo. En eso un hombre mayor sacó una arma y los apuntó a los dos. Nicky y Mate también sacaron pistolas en defensa propia. Eso ahora sí se estaba tornando aún más peligroso. Quería ir allí y evitar que ocurriera un desastre.

—¡Dispara, maldito! —le exclamó Nicky al hombre mayor.

El tipo ese hizo una seña con las manos y dos hombres enormes se acercaron a Nicky, uno se acercó por detrás a Mate y le golpeó la cabeza, haciendo que este cayera al piso desmayado. Me llevé una mano a la boca tratando de ocultar mis sollozos o algún ruido que salga de mi boca. No quería que me descubrieran. ¿En que andaban metidos ellos dos.?

—¡No me retes, Nicky! Puedo disparate aquí y ahora —le espetó el hombre, tal parecía que era quien mandaba. Parecía el jefe. Es donde caí en cuenta de que la llamada que recibió Mate era de ese tipo que se hacía llamar el jefe.

Los hombres tomaron a Nicky de los brazos, él luchó por zafarse pero no pudo. Era obvio. Ahora estaba desarmado y vulnerable. El jefe se acercó a Nicky y lo apuntó en la cabeza, dispuesto a dispararle.

—¡No! —exclamé, saliendo de mi escondite. Todos se dirigieron a mi y me apuntaron con sus armas. No me importó así que me dirigí a Nicky.

—¿Alicia ? —Nicky estaba desconcertado— ¿qué demonios haces aquí?

Me quise acercar a él pero dos hombres más me tomaron de mis brazos, apresándome.

—¡Sueltenla, ella no tiene nada que ver aquí! —exclamó Nicky.

—¿Quién es ella, Nicky? —el hombre se acercó a mi, mirándome como un leon ve a su presa— Es hermosa. ¿Es tu novia?

—No es mi novia. Trabaja conmigo. Solo déjala ir. Los negocios son nuestros. Ella está aquí por equivocación.

—¿Tu crees? —el hombre me miró de pies a cabeza— Es linda.

—Podemos arreglarlo, —dijo Nicky después— Pagaré lo que no llegó del cargamento. Solo déjanos ir. Al menos a ella —pidió. Miré a Nicky y admiré su valentía. Por otra parte Mate seguía desmayado en el piso.

—Eso me interesa más —ahora miró a Nicky— Tienes hasta mañana a medio día —hizo otra seña con los dedos y los hombres soltaron a Nicky y a mi. Nicky de inmediato se dirigió a mi.

—¿Estas bien? —acunó mi cara en sus manos analizándome.

—Estoy bien —respondí asintiendo repetidas veces—Mate... —lo miré tirado en el piso.

—Ya lo sabes, tienes hasta medio día. Ni un minuto más, ni un minuto menos. —los hombres se adentraron a sus autos y se fueron. Ahora solo habíamos quedado los tres.

Me dirigí a Mate y traté de despertarlo, dándole palmaditas en las mejillas.

—¿Mate?

—Está inconsciente —me dijo Nicky, cargándolo— Lo llevaré a su casa, su mayordomo lo atenderá. Sabe cómo tratar en este tipo de casos —se dirigió a su coche. De inmediato le abrí la puerta para que lo metiera.

—Tenemos que llevarlo a un hospital —sugerí.

—No podemos. Harán muchas preguntas—cerró la puerta, de paso me abrió la del asiento copiloto así que me adentré. Nicky rodeó el coche y se montó al asiento del conductor. Arrancó y buscamos la salida.

—¿Qué es todo esto, Nicky? —me atreví a pregúntale— ¿En que están metidos? ¿Por qué esos tipos te amenazaron y por qué les tienes que pagar? —puse mi cinturón de seguridad.

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