Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 41

Los tipos me entregaron al jefe, este me tomó del pelo haciendo que me adentrara a una lancha.

—¡Suéltame, imbecil! —me quise zafar, pero fue inútil. Mi cuero cabelludo empezaba a doler ya. Escuché algunos disparos que me hicieron girar hacia donde estaba Nicky y Mate, tenía tanto miedo por ellos. Miedo de que les hicieran algo o los lastimaran.

—¡Vamos, súbete! —el jefe me empujó haciendo que cayera de rodillas dentro de la lancha. Él se montó después con dos hombres más que me sostuvieron de los brazos.

—¡Alis! —escuché que me llamó Nicky, miré por el muelle y allí venía corriendo él hacía mi, otros tipos venían detrás.

—¡Nicky! —empecé a gritarle pero uno de los tipos me cubrió la boca.

—¡Alis! —estaba tan cerca.

El jefe arrancó la lancha, alejándonos del muelle. Intenté zafarme e intenté gritar pero no podía. Unas lágrimas rodaron por mis mejillas. Tenía miedo. Miedo porque no se lo que me pasaría. Miedo de estos tipos.

A lo lejos miré que Nicky se aventó al agua e intentó nadar pero era inútil, la lancha se alejaba demasiado rápido. A los segundos noté a Mate en el muelle con las manos en su cabeza.

Estaba metida en problemas y no sabía cómo salirme.

Momentos después la lancha se estaciona en otro muelle, habíamos durado quizás una media hora en el mar. Era de noche y el cielo estaba negro. Los hombres me habían amarrado las manos y los pies y me habían puesto un pañuelo en la boca.

—Llegamos a tu nuevo hogar —me dice el jefe— Por un tiempo. Mientras vemos cuánto le sacamos a Nicky y a Mate —rió y sus cómplices rieron también. Atrás venían dos lanchas más con más de sus hombres. —Tráiganla adentro —el tipo llamado Antonio salió de la lancha y empezó a caminar por el muelle. Había una enorme casa con pasto verde. No era una casa sino una mansión y también habían hombres por doquier con armas, resguardando el lugar.

—Hmmm —renegué al sentir que uno de los tipos me cargó en su hombro.

—Shhh calma, bonita —me dijo, saliendo de la lancha y siguiendo a su jefe. El tipo me llevó dentro de la casa, había gente de servicio que me quedaban viendo con lástima. Quizás sabían que me iría mal en este lugar. —Desátala—ordenó— Sirve la cena, Elena —le dijo a una empleada.

—Sí, señor —la chica se fue a la cocina.

El tipo me bajó y me quitó el pañuelo de la boca.

—Son unos miserables —le escupí en la cara, eso fue lo único que faltó para que el mismo tipo me diera una bofetada que me hizo girar mi rostro. E incluso creo que me sacó un poco de sangre de mi labio.

—Perra —espetó— Siéntate y no se te ocurra moverte —me sentó en la silla frente a Antonio quien se encontraba del otro lado del comedor y sacó un arma para que hiciera caso.

—Más te vale obedecer —dijo Antonio mirando su teléfono celular— No me gustaría entregarle a Nicky solo partes de su chica —se rió.

—Ellos me encontrarán —espeté— Y tú irás a la cárcel.

Rió más fuerte.

—Linda, si voy a la cárcel me llevaré a Nicky y a Mate conmigo.

Fruncí el ceño.

—¿A qué te refieres?

—Es obvio que cosas legales no hacemos, pero estás muy pequeña para comprender estas cosas —me guiñó un ojo. En eso llegó Elena y otras empleadas más con la cena. Ella dejó un plato de comida frente a él y luego uno frente a mi. No comería, eso está claro.

—Nicky y Mate son personas importantes y no necesitan de dinero sucio. Ellos tienen de sobra.

—Claro que sí —respondió con sarcasmo mientras empezaba a comer— Estoy aburrido —le dijo a uno de sus hombres— Llama a los demás y diles que vengan, tendremos una fiesta. También llama a las chicas, necesito desestresarme hoy. Elena, ya sabes que hacer.

—Sí, señor.

No entendía nada. Todos se empezaron a mover de arriba a abajo quitando muebles y no se que más. Tendrían una fiesta es lo que pude entender nada más. Claro, sería la oportunidad perfecta para escaparme.

—Te tendremos más vigilada aún esta noche, Alicia —tomó de su vino— Si te portas bien puedes estar en la fiesta. Come, luego no quiero que Nicky me reclame de que no te atendí bien.

—No voy a comer —les dejé en claro.

—Come. No lo repetiré de nuevo.

El mismo hombre que me abofeteó me tomó de la nuca y con su otra mano tomó la cuchara llena de comida.

—Cuando el jefe ordena algo tienes que cumplirlo —murmuró, haciendo el amago de llevarme la comida a la boca. Pero yo la cerré y no lo dejé. —¡Que comas te digo! —espetó más fuerte. Su grito, su forma de tratarme y la situación me hizo ponerme a llorar ahí frente a ellos. Es que ya no me pude contener más.

—Por esta vez déjala —le dice Antonio, ahora el hombre me soltó— Métela en la habitación de siempre. —se levantó y se fue por algún lado.

El hombre me hizo levantarme y me llevó escaleras arriba.

—¿A donde me llevas? —quise saber.

Pero el no me respondió, solo abrió la puerta de un cuarto y me empujó dentro, haciendo que cayera de rodillas. En eso cerró con llave dejándome encerrada y sola. Y en la oscuridad. Me acerqué a la puerta y golpeé para que me dejaran salir.

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