Mi primera vez (COMPLETA) romance Capítulo 45

—Yo soy...

Estaba esperando la respuesta de Nicky, necesitaba que me dijera la verdad de una vez por todas. Sabía que había algo raro ahí pero no me imaginaba qué por el momento. A decir verdad Antonio se veía que era un tipo muy peligroso. Y no me gustaba que Nicky tuviera tratos con ellos.

—¿Nicky?

Una voz femenina nos hizo salir de nuestra platica importante y nos hizo girar nuestros rostros a una chica que venía del brazo de una niña pequeña. Nicky se había quedado medio en shock cuando la vio, de pronto su ánimo cambió y se puso serio. Apretó su mandíbula y sus puños.

—¿Amanda?

—Nicky, qué sorpresa verte por aquí —se acercó sonriente. La chica era tez blanca, su cabello era amarillo, sus facciones eran finas. La verdad es que era muy bonita. Y se vestía juvenil. Mi corazón empezó a latir a más prisa porque presentía algo. Y odiaba cuando presentía cosas porque después terminaban siendo verdad.

—Lo mismo digo —respondió Nicky. Ahora ellos estaban viéndose así que me sentía como la tercera en discordia. Me sentía que sobraba. Me alejé un poco al coche y miré el piso.

—¿Cómo has estado?

—Bien, Amanda. ¿Tu?

—Muy bien. Te veo muy seguido en las revistas y en la televisión. Me alegra que hayas logrado eso que tanto quisiste. ¿Recuerdas? Lo que hablábamos cuando estábamos juntos.

Cuando estábamos juntos.

¿Qué se supone que significaba eso? La chica seguramente fue novia de Nicky hace algún tiempo. Y fue entonces donde recordé lo que me había dicho Mate sobre una chica que había sido el gran amor de Nicky. ¿Será ella? De nuevo las inseguridades vinieron a mi, me sentía poca cosa y me sentí enojada.

—Bien ahora que te veo.

—Sí, me dio gusto verte pero me tengo que ir. ¿Vienes, Alicia ? —ahora se dirigió a mi. Asentí rápidamente hacia él haciendo el amago de adentrarnos al coche.

—Nicky, espera... —lo detuvo Amanda—... tenemos muchas cosas de que hablar y muchas cosas qué explicar.

—No es necesario. Lo pasado es pasado.

Mordí mi labio inferior para concentrarme en el presente y evitar que mi imaginación viajase a mil por hora pensando cosas que no son.

—No, yo necesito decirte muchas cosas. Cosas que no te dije en su momento. —la chica sacó algo de su bolso, era una tarjetita pequeña y se la entregó— Ten, llámame para hablar.

Nicky dudó unos segundos en alzar la mano, hasta dudé en que lo haría. La verdad es que prefería que no lo hiciera. Pero lo hizo, elevó su mano, tomó la tarjeta y la guardó en el bolsillo del pantalón.

—Adiós, Amanda —Nicky abrió la puerta del auto para mi. Me adentré sin decir nada. Lo miré rodear el coche sin siquiera mirar a Amanda y a la niña, se adentró al coche y arrancó rápidamente. En el camino estaba todo en silencio, él no decía nada porque se miraba pensativo. Y yo no decía nada porque también lo estaba. Además de que no quería meterme en sus cosas, no olvidaba que él era solo mi jefe.

Nicky estacionó el coche frente a mi edificio, seguía en silencio solo esperando que me bajara. Puse mis labios en una sola línea y abrí mi puerta.

—Buenas noches, Nicky —iba a salir del auto, pero la mano de Nicky me detuvo así que lo miré.

—Alis... —intentó decirme algo pero no se atrevía.

—¿Si?

—Nada. Te veré mañana en la oficina. —me soltó y sus manos volvieron al volante.

Me sentí muy mal en ese momento. Esa chica lo había afectado muchísimo. Sentí un dolor en mi pecho.

—Adiós, señor Chance —salí del coche y cerré su puerta. Ni siquiera miré cuando el coche arrancó, subí lo más rápido que pude a mi departamento y me senté en mi sofá. Se miraba tan deprimente la soledad aquí. Necesitaba hablar con alguien. Necesitaba desahogarme. Necesitaba respuestas. El único que me podía darlas era Mate. Como llamándolo telepáticamente mi celular sonó en una llamada. Era él así que de inmediato contesté.

—¿Mate?

—Alicia , perdóname por perderme hoy, tuve tantas cosas urgentes que hacer en mi empresa. Me siento muy estresado. Pero ya terminé. ¿Estás en tu casa?

—Sí, lo estoy. ¿Vas a venir?

—Claro, las horas se hicieron eternas al no verte. Llego en diez minutos.

—Está bien, aquí te espero —corté.

Mate era el único que me podía decir el nombre de esa chica que había sido importante para Nicky. Aunque en el fondo sabía que sí era Amanda.

Mate llegó en menos de diez minutos, cuando tocó la puerta dos veces le abrí. Me había cambiado de ropa y me había peinado un poco. No me gustaba andar muy desarreglada diario. También tenía mis días en que me quería sentir bonita.

—Mate, me da tanto gusto verte —le di un pequeño abrazo. Él me lo correspondió obviamente mientras se adentraba a mi edificio.

—¿Como te has sentido por todo lo que pasaste ayer? —me preguntó. Mate no era nada feo, si pudiera elegir en mi corazón elegiría a Mate. Con él no había tanto problema, no habían ex's por ahí queriendo entrometerse. Todo era más... fácil por así decirlo.

—Pues bastante bien, tengo el don de olvidarme de las cosas malas. Ya sabes, concentrarme mejor en las buenas.

—Eso me gusta de ti.

Los dos nos sentamos en el sofá.

—Mate, hay algo que he querido preguntarte todo este tiempo —le dije, quería salir de esto ya. Quería saber a qué atenerme para poder pensar mejor las cosas y tomar mis decisiones.

—Claro, dime.

—La otra vez que me contaste sobre la chica que le había roto el corazón a Nicky... —empecé diciendo. A Mate pareció no afectarle que hablara de él.

—¿Qué hay con ella?

—Es que tenía curiosidad sobre algo —le resté importancia.

—¿Sobre qué? —se acercó un poco más. Al parecer a él no le afectaba la platica, solo quería acercarse y ver qué podía conseguir. No me pareció mal sus gestos, es decir, si estuviera enamorada de él no lo vería mal.

—Quería saber cómo se llamaba esa chica —me encogí de hombros.

—Ah. Era eso. No hay problema, se llama Amanda.

Lo sabía.

Era ella.

Era ella el gran amor de Nicky. Me preguntaba qué había sentido ahora que ella había aparecido en su vida. Me preguntaba si recordaría cosas o sus sentimientos volverían. No sé en qué momento me llegué a meter en esta situación. Claro, la vez que me puse a enviar curriculums a varias empresas por puro deporte. Solía hacer eso, e incluso con universidades.

—¿Te pasa algo? —Mate me sacó de mis pensamientos.

—No —negué— sólo era eso.

—Está bien. ¿Qué te parece si hacemos algo? —me inquirió.

—¿Cómo que?

La verdad después de saber eso solo quería echarme al sofá, comer helado y ver alguna película deprimente. Así como mi vida. Pero dudo que Mate me deje sola ahorita.

—Podemos salir, me dijeron que había un festival de patinaje aquí a la cuadra. ¿Quieres venir?

Lo miré raro.

—¿Patinaje?

—Sí, ¿crees que por ser un empresario no me gustan las cosas sencillas?

—Pues... pensé.

—Para nada —se puso de pie y me tendió la mano.

—Está bien —me puse de pie, tomándola.

Al llegar al parque nos dirigimos a la pista. Era época de invierno, había nieve por todo el lugar. Lo bueno es que me había puesto mi gorrito y mi bufanda. Había mucha gente en el parque y también en la pista de patinaje, parejas de novios o personas solas divirtiéndose solas. No había ningún problema con eso.

—¿Sabes patinar? —me preguntó, nos estábamos acercando donde el chico que daba los patines.

—Obvio que sí. Este parque queda cerca de mi departamento. Graciella y yo solemos venir aquí cada vez.

—¡Alis!

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