Miserable Matrimonio (COMPLETO) romance Capítulo 36

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Ayer en la noche, la duquesa de Agnes fue vista saliendo de su residencia con muchos baúles, y todos saben lo que guardamos en ellos. Y no creo que la duquesa vaya a salir de viaje, y más cuando su ubicación actual es la residencia Hamilton. ¿Qué habrá pasado entre los duques?

Revista de sociedad de Lady Kennt

Marcus salió muy temprano rumbo a la residencia Hamilton, tenía urgencia de ver y pedirle perdón a Liviana por ser tan idiota al no haberla escuchado. Solo esperaba que ella lo aceptara. Al llegar a la residencia del conde, fue atendido por el mayordomo.

—Necesito hablar con mi esposa. — dijo Marcus seriamente — Ahora.

—Ahora no será posible excelencia. — respondió el mayordomo con toda educación y lentitud —

—¿Se puede saber  por qué no puedo ver a Mi esposa?

—Porque en estos momentos Milady duerme.

—En todo caso esperaré entonces. — Marcus al ver que el mayordomo no se movía lo miró acusatoriamente esperando su reacción   — No me iré de aquí sin haber visto a mi esposa, necesito hablar con ella.

Y sin más entró a la residencia, sin ser guiado por nadie ingresó al salón donde esperaban las visitas.

El mayordomo no podía creer el descaro y la falta de respeto del duque, no podía invadir la propiedad del conde de esa manera, no sin ser invitado. Así que decidió avisarle a Liviana.

—Sr. Finn, ¿quién era?  — preguntó Jayne —

—Es el esposo de Lady Liviana. Dice que quiera verla y no se irá de aquí hasta lograrlo.

Jayne rodó los ojos.

—Bien, yo le avisaré. — dijo y el mayordomo asintió, hizo una reverencia y se fue —

Jayne fue a la habitación de Liviana, no sin antes ordenarle a Lizzy que le trajera el desayuno, Liviana tenía que saber que su insufrible esposo la esperaba con urgencia.

—¿Liviana estas despierta?— tocó la puerta y escuchó un pasa — Buenos días.

—Buenos días.

—Envié a Lizzy por tu desayuno. ¿Cómo dormiste?— preguntó Jayne y Liviana hizo una mueca — 

—No muy bien que digamos, y no tengo hambre.

—Pero tienes que comer, por el bien de tu bebé. — dijo Jayne — Además, tienes que tener fuerzas para enfrentar a tu esposo.

—¿Marcus?

—¿Acaso tienes otro esposo? — Liviana miró mal a Jayne y esta sonrió —Él está abajo esperando por ti.

¿Qué hacía Marcus aquí? Ella no lo quería ver, no después de la humillación que le hizo pasar la noche anterior frente a todos los empleados y aún más frente a Emma.

—Entonces que se retire porque no bajaré. — respondió Liviana muy seria y decidida—

Marcus le había hecho mucho daño, ya no quería seguir sufriendo, tenía que cuidar de ella y de su bebé.

—No será muy fácil despacharlo, te espera y dice que no se irá hasta hablar contigo. — dijo Jayne dejando a Liviana sorprendida —

—¿En serio?

—Ajá…

—No sé, dile a alguien, a un mozo que lo saque, no lo quiero ver, dile que estoy indispuesta.

—Está bien, haré lo posible.

Jayne salió de la habitación de Liviana y ordenó a Lizzy, que traía el desayuno de Liviana, que encontrara dos mozos que la ayudaran a sacar a Marcus de ahí. Lizzy hizo exactamente lo que se le ordenó, fue directo a las caballerizas donde se encontraban los trabajadores más fuertes de la residencia. Avisó a dos de ellos y los llevó con ella hasta el salón donde se encontraba Marcus, y pidió que la esperaran afuera. Al entrar, Marcus se levantó del sillón y camino hasta ella.

—¿Y mi esposa? — preguntó —

—Milady está algo indispuesta esta mañana, y no quiere visitas. Me  ha pedido que le dijese que se fuera.

—Ya dije que no me iré sin ver a mi esposa, y más ahora que está indispuesta. — dijo Marcus sin intención de retirarse —

—Y yo he dicho excelencia, que Milady no quiere recibirlo, si es tan educado por favor, retírese.

—¡NO! ¡Quiero hablar con mi esposa! — caminó directo a la puerta, pero al abrirla se encontró con dos fuertes y grandes hombres que impedían su paso — ¡Apartaos!

Pero ninguno de los dos hombres se movieron, Marcus impulsado por la rabia y la desesperación los empujó lejos para ir a la habitación de Liviana, pero fue detenido por los hombres que ya había apartado de su camino, los tres forcejeaban, Marcus quería liberarse de los brazos que impedían ver a su esposa.

—¡Marcus! — todos se detuvieron cuando escucharon el grito, Marcus miró a la mujer que baja las escaleras mientras arreglaba su  costoso traje —

—Me refiero a Lady Emma.

—Puse las cartas sobre la mesa y le dije que se alejara de mí y de mi familia. — respondió Marcus —

—No esperaba menos de ti.  — Volvió a decir su padre—

—Pero ahora tengo que recuperar a mi esposa, se rehúsa a verme.  —  Marcus dio la espalda a sus padres, no quería que vieran lo vulnerable que estaba sin Liviana —

—Es lo menos que te mereces, Marcus. Eres mi hijo, y por eso tengo que admitir que eres un idiota por todo lo que le has hecho a Liviana. — dijo Lady Lilian — Y pensar todo lo que hice para que te casaras con ella.

Marcus frunció el ceño al escuchar a su madre.

—¿Tú… planeaste el encuentro entre Liviana y yo hace tres años en el jardín, mamá? — preguntó Marcus sintiendo su sangre hervir —

—¡Sí! — confesó Lady Lilian — Lo hice Marcus, lo hice porque Liviana sí merecía ser tu esposa, pero he cometido el peor error al hacerlo, tú no la mereces, y lo siento mucho por ti hijo.

Dicho esto Lady Lilian salió del despacho dejando solos a su esposo y a su hijo. Marcus se quedó callado, no podía creer que su madre hiciera eso, él tenía la sospecha de que ella estaba detrás de todo lo que había pasado tres años atrás, pero ahora eso no servía de nada, más bien agradecía a su madre de haberlo hecho, de no ser así, ahora Liviana no sería su esposa.

—La quieres ¿Verdad? — la pregunta de su padre lo hizo volver al presente —

—Sí. — Aceptó porque realmente la amaba, aunque le haya demostrado lo contrario la noche pasada —

—¿Entonces por qué no se lo dices, Marcus? — preguntó su padre y él calló, realmente no sabía por que no se lo había dicho, quizá, por temor a que Liviana ya no sienta lo mimo por él — Te críe para que fueras un hombre de palabra, para que tomaras las decisiones correctas para tu vida, pero al parecer deje crecer tu orgullo a tal punto que no puedes decirle a tu esposa que la amas.

—No es… no entiendo por qué, cuando estaba con Emma podía decirlo fácilmente.

—Lo decías, pero no lo sentías realmente. — dijo Alexander y Marcus sabía que era cierto —

Alexander abrió uno de los cajones de la mesa de su despacho y sacó una cajita, se acercó a su hijo y se la tendió.

—¿Qué es? — Preguntó Marcus mirando la pequeña caja, la abrió y se sorprendió al ver un anillo — ¿Para qué me lo das?

—Este anillo pasó primero por mi abuelo, este se lo dio a mi abuela como símbolo de su amor, luego mi abuela se lo dio a mi padre y él me lo dio a mí, hice lo mismo que mi abuelo y se lo di a tu madre como muestra de mi amor por ella. — respondió Alexander — Y ahora te lo doy a ti, para que se lo des a la mujer que realmente amas, Marcus.

Marcus miró el anillo, pensó en las palabras de su padre, y tenía razón, no podía ser tan orgulloso, sonrió al tener muy claro lo que tenía que hacer.

—Gracias, papá.

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