Marcus esperó la noche para presentarse en la residencia Hamilton, sabía que si realizaba la visita en el día no sería recibido o sería detectado en sus planes de ver a Liviana.
Al llegar esperó un poco, asegurándose que Liviana estuviese en su habitación cuando entrase sorpresivamente. Fácilmente pudo llegar a la mansión sin ser detectado, la noche era su aliado, localizó el balcón que pertenecía a la habitación de Liviana ¿Cómo lo supo? Fácil, siempre que acompañaba a su padre a la residencia Hamilton veía a Liviana parada en su balcón observándolo. Por suerte no estaba tan alto del suelo, y pudo escalar fácilmente hasta llegar al balcón.
Una vez ahí, miro a través de los grandes ventanales y pudo distinguir la figura de su esposa junto a Jayne. Así que esperó que la mujer saliera, pero también podía escuchar la conversación.
—Lizzy, haz que preparen un baño para mí, siento algo de calor. — escuchó a su esposa hablar —
—Claro, ahora mismo haré que lo preparen, ¿prefiere los nuevos aceites, Milady? — dijo Lizzy —
—Sí, los anteriores me daban un poco de náuseas — Marcus frunció el ceño, ¿náuseas? Pero siempre usó los mismos aceites y nunca la había escuchado quejarse —
—Yo iré a dormir, me duele un poco la cabeza. — dijo Jayne —
—¿Te sientes mal? — preguntó Liviana —
—No, solo algo cansada. Buenas noches.
—Que descanses.
Cuando no sintió voces en la habitación, imaginó que Jayne y su doncella debieron haber salido, iba a aprovechar para entrar pero fue interrumpido. Dos mujeres entraron y rápidamente Marcus volvió a esconderse para no ser visto, esperó en la oscuridad unos minutos que sintió eternos.
—Gracias. — Escuchó a su esposa — Ya pueden retirarse, si necesito algo las llamaré. — seguido se escuchó como la puerta era cerrada—
Esta era su oportunidad, tenía que hablar con su esposa cueste lo cueste y, convencerla de quedarse junto a él, sin esperar más abrió cuidadosamente la ventana y entró, la buscó y la vio parada frente a la tina llena de agua, estaba despaldas a él, ella no podía verlo, pero él tenía una perfecta vista de su cuerpo y más cuando ella estaba a punto de desudarse, quería verla, antes de sorprenderla.
Liviana quedó completamente desnuda, lista para entrar en la tina con agua tibia y aceites y algunos pétalos de rosas. Se giró para tomar una de las toallas y colocarlas cerca de la tina para cuando terminase, pero se quedó totalmente sorprendida al ver a Marcus en su habitación, en la residencia de su padre. Marcus la miraba igual de sorprendido, o mejor, miraba su ya abultado vientre. Ella al ver hacia donde se dirigían los ojos de su esposo, volvió a cubrir su cuerpo con el batín haciendo que Marcus la mirara ahora a los ojos, ella podía notar sorpresa, enojo, desconcierto…
—¿Estás… estás… embarazada? — Marcus aún no podía creer lo que estaba viendo — ¿Es… es mío? ¡Claro que lo es! Pero ¿Por qué no me dijiste, Liviana? Yo… yo…
Liviana lo miró alzando las cejas ¿ahora le haría creer que no sabía que estaba embarazada?
¡Sí que era un idiota!
—No te hagas el tonto, Marcus. — habló Liviana interrumpiéndolo, ella lo miraba serena, sin ninguna emoción, pero en el fondo su corazón latía por volver a verlo — ¿Qué haces aquí?
—¿Cómo que qué hago aquí, Liviana? Hace meses espero que me recibas y ahora me entero de que en unos días sales de Londres…
—¡No puedo creer que Anthony te haya dicho! — lo volvió a interrumpirlo —
—Eso no importa ahora… lo que importa es que quieres irte, huir con mi hijo… — se quedó callado pensativo, Liviana lo miro con los ojos entrecerrados — Por eso no querías recibirme ¿Cierto? Es por eso que te rehusabas a hablar conmigo.
—¡Claro que no! ¡Tú lo…
—Ella es tan responsable como tú, ahora mismo espera un hijo tuyo también, quieres acabar este matrimonio para poder casarte con ella. No veo razón para no alejarme. — dijo Liviana dándole la espalda a Marcus—
—¿Aún no lo entiendes? Si quisiera casarme con Emma, lo hubiera hecho hace mucho, me di cuenta de que ella no era la mujer que quiera a mi lado, además, su hijo no es mío, no era su único amante y hace mucho no estoy con ella, no desde que estuve contigo, Liviana — dijo Marcus acercándose poco a poco. Liviana estaba sorprendida por la revelación de Marcus, no esperaba esas palabras —
—Me alegro de que te hayas dado cuenta de que ella no es lo mejor para ti.
—Lo sé, y me arrepiento de haberla metido en nuestras vidas, ella nos engañó Liviana, te hizo creer que yo sabía de nuestro bebé y que el de ella era mío, solo quería alejarnos. —dijo él poniendo sus manos en los hombros de Liviana, y pudo sentir como ella se estremecía con su toque —
—¿Alejarnos? Marcus, nunca estuviste lo suficiente cerca. — dijo mirándolo a los ojos — Quien siempre me alejó fuiste tú.
—Pero quiero cambiar eso… he deseado verte todo este tiempo para pedirte que me perdones por la estupidez que hice aquella noche. No debí de haberte gritado, debí haber estado a tu lado… pero te fallé, mi madre tiene razón al decir que no te merezco, pero quiero recuperarte Liviana.
—Marcus yo…
—Shhh, déjame terminar por favor. — pidió él interrumpiéndola— Elijo ser feliz junto a la mujer que quiero.
—Marcus, no tienes por qué repetirme que no me quieres. Solo querías verme para que te perdonara y pudieras dormir en paz.
—¿Y aún no lo entiendes? Es a ti. — dijo Marcus haciendo que ella lo mirase rápidamente — Te quiero a ti, Liviana, me di cuenta de que no podía estar lejos de ti, que tú eres la mujer que quiero en mi vida. Y mira si el destino está de mi parte que, hasta un hijo me darás.
Liviana sentía su corazón latir frenéticamente por la confesion que Marcus acababa de hacer. Por fin él la miraba con otros ojos. Pero no podía caer tan fácil, no lo podía perdonar así por así, Marcus tendría que demostrar cuanto le importaba ella, ahora él tenía que ganarse, recuperar lo que pudo tener fácilmente: Su amor.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Miserable Matrimonio (COMPLETO)
Hermosa historia me gustaría leer la continuación de esta historia...