¡No huyas, mi amor! romance Capítulo 142

Teniendo en mente el asunto, Rosaría siguió a Javier hasta la entrada de la mazmorra sin haberse dado la cuenta, sin embargo, en ese momento, por descuido, tropezó con una escalera y cayó hacia la dirección del hombre.

Todo sucedió en forma tan repentina que cuando Mariano extendió la mano, Rosaría ya se había caído, y estaba sentada justamente en los muslos de Javier.

La suave sensación dejó a Javier totalmente aturdido, que incluso, sin saber lo que estaba haciendo, la empezó a apoyar de la cintura.

Su cintura era tan suave y esbelto, así que Javier no pudo evitar sentirse conmovido.

Rosaría sintió un par de manos poderosas en su cintura, con un calor ardiente que casi le quemaba, lo que le hizo intentar levantarse inconscientemente, pero cuando lo hacía, su movimiento repentino la colocó en una situación embarazosa. De ese modo, cuando levantó la cabeza, topó con la barbarilla de Javier.

Resultó que desde hace algunos segundos, Javier ya había bajado la cabeza con motivo de ver cómo estaba ella, pero en realidad, fue porque en algún instante, a él le ilusionó la mujer, pero eso solo lo tenía claro él mismo.

Si Rosaría no hubiera levantado la cabeza de manera repentina, él no sabía si la habría besado ya.

Pensando en sus pensamientos y acciones en ese momento, Javier se puso un poco tímido. Ahora que su mirada se cruzaba con la de Rosaría, clara y desconcertada, Javier se sintió como una persona erótica.

-¿Estás bien? -

Apresuradamente, Javier le dijo, pero con una voz ronca y las miradas oscuras.

Rosaría ya no era niña, lo percibió con naturalidad. Se apresuró a ponerse de pie, y dijo -Perdóname, estaba pensando en algo, mil disculpas -

-No te preocupes -

De repente, a Javier se le perdieron el peso y el calor en sus muslos, y así, se sintió un poco decepcionado en el interior, como si algo se le hubiera revelado. Quería comprenderlo, pero al final, la razón prevaleció sobre la emoción, y en silencio, retiró su mano.

-No pasa nada. Hay muchas escaleras aquí. Ten cuidado -

Javier dijo con indiferencia, pero ya no se atrevía a mirar a Rosaría, ya que las miradas no podían mentir.

Mariano, que estaba al lado, lo vio todo con claridad. Ligeramente, frunció el entrecejo y rápidamente se metió entre los dos. Le susurró a Rosaría -Señorita, déjeme ayudarle. No es fácil caminar aquí -

Ante los demás, no la llamaba Rosará, ya que sería mejor que no se supiera de su identidad verdadera.

Rosaría asintió y se sentía bastante avergonzada.

Este incidente causó un ambiente embarazoso entre Rosaría y Javier, por lo que solo podían seguir caminando sin decir nada.

Las luces de la mazmorra eran de sensores. Con la llegada de ellos, iban encendiéndose.

Rosaría se fijó en la mazmorra. Ella sintió que la familia Suárez realmente se parecía a las antiguas familias militares. Esta mazmorra incluso, levemente, se olía a sangre.

A Javier se le ocurrió algo, dijo en voz baja -Es un lugar sangriento. Sería mejor que Señorita Rosaría se quedase aquí esperándonos hasta que mandase traerle Jaime -

Rosaría no pudo soportar el olor y preguntó en voz baja -¿Estaría bien así? Si se escapa -

-Eso es imposible -

Javier dijo con confianza. Rosaría solo pudo asentir con la cabeza. No había nada que pudiera hacer al respecto, ya que con ese olor, ella realmente no podía seguir entrando.

Mariano encontró una silla para que ella se sentara.

Debería ser un lugar temporal para descansar. Incluso había té caliente en la mesa con una temperatura justa.

Viéndola a Rosaría mirando hacia la tetera, Mariano se apresuró a preguntarle -Señorita Rosaría, ¿tienes sed? -

-No, es que lo encuentro extraño. Está caliente -

Rosaría susurró sus dudas.

Mariano dijo -Con el fin de averiguar las pistas de los hijos de la familia Suárez, se le interrogaba a Jaime en todo el momento. El señor Javier, probablemente, lleva mucho tiempo aquí-

Rosaría estaba un poco aturdida.

-¿Jaime sabe las pistas de los descendientes de la familia Suárez? -

-Dicen que Jaime fue enviado al orfanato con otra huérfana, y durante todo esos años, la seguía cuidando. También fue él que se declaraba su mismo el hijo de los Suárez. Nadie creería que no sabía nada al respecto. Ahora que en la familia hay pocos hijos vivos. La señora Verónica también quiere encontrar a más nietos posibles -

Al escuchar las palabras de Mariano, Rosaría recordó a su hija Laura.

Como madre, naturalmente sabía lo doloroso que era extrañar a sus hijos. Los tres hijos de la señora Verónica habían muerto en el campo de batalla. En este momento, solo quedaba Javier, que ya no podía caminar más.

Por un momento, Rosaría empezó a tener una solemne admiración por la familia Suárez.

No importaba lo que había dicho y hecho la señora Verónica, los hombres de su familia sí merecían respeto.

Rosaría no dijo nada más y esperó en silencio. No mucho después, les trajo Jaime. En ese momento, Rosaría llegó a saber por qué Javier se aseguraba de que ya no podía escaparse.

Sus piernas estaban ensangrentadas, y fue arrastrado por alguien. Claramente, ese hombre ya no podía caminar. A menos que alguien viniera a salvarlo, nunca sería capaz de escaparse solo.

Cuando vio a Rosaría, Jaime se sorprendió un poco, pero rápidamente bajó la cabeza. Sabía muy bien porque le encontraba.

-La señorita tiene algo que preguntarte. Será mejor que respondas honestamente. De lo contrario, creo que conoces lo que podemos hacer la familia Suárez -

Javier dijo con frialdad, emitiendo una sensación de opresión.

Jaime frunció el ceño ligeramente. Su cuerpo temblaba de manera incontrolada. Obviamente, tenía algo de miedo, pero no habló.

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