-¿Realmente secuestraste a Laura? ¿Dónde está ahora? -
La señora Verónica inmediatamente se puso nerviosa.
Rosaría ya había perdido a un hijo para obtenerle el antídoto a ella, ahora no quería que eso volviera a suceder por su estupidez. ¡Rosaría definitivamente se volvería loca! ¡Y ella tampoco se perdonaría a sí misma!
Viéndola tan ansiosa, Marta sonrió y luego le preguntó -¿Cómo? ¿Te pones nerviosa ahora? ¿Ya recuerdas que ella es tu propia nieta? ¡Qué interesante! Cuando me tratabas bien, creías en todo lo que te decía. Incluso hiciste algo tan cruel a tu nieta biológica, ¿pero ahora te sientes culpable? ¿Quieres convertirte en una buena abuela ahora? ¿Acaso piensas que Rosaría te perdonará? -
Al escuchar las palabras, la señora Verónica se sintió incómoda.
-¡Cállate! -
-¿Que me calle? Te encantaba escuchar mis palabras, mi querida abuela -
Marta continuó riendo. Esas risas estridentes dejaron a la señora extremadamente enojada.
No obstante, Javier mandó taparle la boca a Marta.
-Te vuelvo a preguntar, ¿fuiste tú quien secuestró a Laura? ¿Dónde está ahora? -
Viendo que tenía ganas de hablar, Javier ordenó soltarla.
-¿Cómo sabría dónde está esa niña? Si realmente lo supiera, definitivamente aprovecharía la oportunidad de torturar a Rosaría. Seguramente la dejaría sangrar hasta la muerte y tomaría un vídeo para que Rosaría lo viera, se entristeciera y se culpara hasta que también muriera. ¡Yo la dejaría sentir la tristeza de ver fallecer a su propia hija sin poder hacerle nada! -
-¡Bastardo! -
La señora Verónica no pudo aguantarse y le volvió a dar una bofetada.
Simplemente no podía creer que esa serpiente fuera la persona en que había tenido tanta confianza durante tanto tiempo.
¡Debería de haber estado ciega para no ver la realidad y dañar a su propia nieta!
Golpeada de nuevo, Marta volvió a reír a carcajadas. Parecía extremadamente loca.
-¡Sigue! ¡Sigue golpeándome hasta que muera! A ver, ¿qué harás cuando te haga sufrir tu adicción? Para entonces, ¡todas las personas de la Ciudad H sabrán que la señora Verónica de la familia Suárez está tomando drogas! Jajaja -
La mujer volvió a reír, pero la señora casi se asfixió por sus palabras. Menos mal que Javier, que seguía observando la situación, le dio unas palmaditas en la espalda para que pudiera seguir respirando.
-Mamá, no te enfades. Yo me encargaré de esto. No te preocupes por eso -
A la señora le llevó un buen rato volver a la realidad. Ella miró a Marta ferozmente y dijo -Métela al calabozo. ¡Quiero que experimente el dolor más torturante! -
-Ya veo. Mamá, no te preocupes por eso. Vuelve conmigo. Estás demasiado débil para seguir así -
En realidad, Javier también estaba preocupado.
Tenía miedo de que la señora se enfermara de nuevo.
En realidad, ella no se sentía bien, pero estaba tratando de ocultar su anormalidad.
-No me voy, me quedo aquí. Mete a esta perra al calabozo, me da asco, y la quiero matar -
¡Sí!
La señora se había vuelto bastante violenta. Si le dieran la oportunidad de hacerlo legalmente, ¡definitivamente la mataría!
Javier se precipitó a mandar llevar de allí a Marta.
Sin embargo, en todo el camino, la mujer seguía gritando y riendo. La señora Verónica no pudo calmarse, ya que la voz seguía sonando en su mente.
De repente, recordó a Rosaría.
-¿No dijo Marta que Rosaría vendría a casa a las dos? Ya llega la hora, tengo que verla. Hay algo que le tengo que decir. La he malinterpretado durante tanto tiempo, tengo que disculparme ante ella -
Ya no podía esperar, y quería verla ahora mismo.
Sabía que había hecho muy mal, pero también estaba enterada de que sería muy difícil para ella salir viva del hospital una vez entrada.
Ya no era joven, no podía aguantar tantas torturas. Pero al recordar que Rosaría había sacrificado a un hijo para salvarla aunque ella siempre la malinterpretara, se sintió enormemente culpable.
No obstante, Javier entendía a Rosaría. Sabía que probablemente nunca volvería después de todo lo que le había hecho.
Sin embargo, si lo que dijo Marta era verdadero, posiblemente vendría por Laura.
Así que Javier se apresuró a contestar -Se lo diré a los sirvientes para que se preparen. Habla bien con Rosaría cuando llegue -
-Muy bien, recuerdo que a ella le gustan las galletas y el mango, deja que los preparen -
La señora se volvió nerviosa.
Al verla así, Javier no podía decir más. Tampoco quería que supiera que, aun cuando Rosaría volviera, no la perdonaría -
Después de todo, la mujer que estaba frente a él era su madre que estaba muriendo, ¿cómo la podría decepcionar?
Javier salió para arreglar todo. En el momento, la señora Verónica estaba tan emocionada como lo que había estado cuando la encontró por primera vez.
Realmente quería que formara parte de su familia, quería ser amable con ella.
Si no hubiera sido por Marta, ¿deberían de estar ya muy íntimas?
No pudo evitar sentirse triste.
Ella esperaba poder verla, pero eso también le daba miedo.
El tiempo pasaba. Ya llegaba la hora, pero Rosaría seguía sin aparecer.
La señora ya no pudo soportar.
-Javier, ve a ver si está a la puerta. Llévala adentro -
La señora podría estar ya loca.
Si realmente hubiera venido, ¿cómo podría ser que no se atrevía a entrar?
Pero Javier no dijo nada, sino que salió a echar un vistazo. Sin embargo, no estaba, ni había visto los autos de la familia Nieto.
-¿No quiere contestar? Pero debería haber venido por Laura, ¿no? ¿O es que Marta no la dejó saber a tiempo? ¿No lo sabe? -
Las suposiciones hicieron que Javier negó con la cabeza.
-Mamá, descansa. La volveré a llamar, o podré llamar a Mateo. Solo él la convencerá -
-¡Eso es! Llámalo para decirle que si Rosaría viene a mi casa, le daré todo lo que me pida -
A la señora ya no le quedaba otro remedio.
En ese momento, le daba más importancia Rosaría que el dinero de su familia.
Javier suspiró. Si ella hubiera sabido esto antes, todo eso ya no habría sucedido, ¿verdad?
Fue una pena que no pudiera entender la razón.
Llamó a Mateo, pero él dejaba el móvil apagado.
Pocas veces lo hacía. Eso debería de estar relacionado con Rosaría.
Pensándolo, Javier volvió a llamar a Rosaría, pese a que sabía lo molestaría.
Al ver la pantalla, Rosaría colgó y apagó su móvil.
Ella ya no quería tener ningún contacto con la familia Suárez.
Antes de irse, Mateo también le dijo que no se metiera en los asuntos de ellos.
Además, al pensar en la señora Verónica, no pudo aguantar su mal humor.
Estaba teniendo su período.
Cuando se fue Mateo, llegó su período.
Llegó una semana más tarde que antes. Pensaba que no tendría sus reglas, pero no fue así.
En el momento, Rosaría estaba acostada en su cama, sintiendo que le sangraba la parte privada.
Sintió un ligero dolor en el vientre. Le brotaba la sangre. Se volvió incómoda.
Ahora extrañaba mucho a Mateo.
Si estuviera a su lado, definitivamente le serviría un vaso de agua tibia y le daría un masaje diciéndole que no tuviera miedo y que él estaba a su lado.
Pero ahora se había ido.
Rosaría nunca había experimentado tanta soledad.
Todos esos conflictos que anteriormente le habían parecido insuperables, ya no existían ante los dolores que sentía. Solo recordaba lo bien que la trataba.
Cogió su móvil y marcó su número. Sabía que no contestaría, pero lo hizo. Siempre que sabía que estaba al otro lado del teléfono, se sentía extremadamente segura.
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