Anabel sabía que su objetivo se había logrado cuando vio el enfado que tenía Estela.
La mujer susurró -Señorita Estela, sé que te has quedado enamorada profundamente de señor Mateo. Te he explicado muy bien la situación y todo depende de ti. Después de todo, ya ha pasado cinco años y ya no eres joven. Todo el mundo sabe que eres de la Familia Nieto. Si aquella mujer se casa con el señor, con la edad que tienes, será muy difícil encontrar a una pareja tan excelente -
Después la mujer colgó el teléfono.
Estela tiró el teléfono.
¡Ciertamente ya no era joven!
Para las mujeres de esta edad, el mejor tiempo ya se había ido. Además, casi murió de una hemorragia para dar a luz a Adriano. Había sufrido tanto, por lo que jamás permitiría que una mujer desconocida le venciera.
Pensaba, "¡Mateo es mía!"
"¡Esta familia también es mía!"
"¡Nadie puede echarme afuera! ¡Seré la esposa de Mateo!"
Estela se puso emocionada. Quería salir de este lugar, pero los guardaespaldas de Mateo estaban vigilando esta zona y no le dejaría irse.
Pensaba, "¿Qué debo hacer?"
"Parece que Adriano ya no puede ayudarme. Anabel dijo que este chico ya se había ido para participar en un curso especial."
"¿Entonces quién puede echarme una mano?"
"Catalina acaba de conocer a Mateo, pero este hombre ya ha llevado a ella a la mansión. Además, él le ha preparado personalmente la comida. ¡Qué virtudes tienen esta mujer!"
Estela ya no era capaz de calmarse.
Se le había ocurrido una idea.
¡Tenía que abandonar algo para conseguir sus objetivos!
Fue rápidamente a la cocina.
Mateo secó el cabello de Rosaría y la cubrió con la manta.
Mirándola dormirse tan profundamente, este hombre realmente quería quedarse aquí, e incluso deseaba abrazarla, pero no pudo hacerlo.
No era fácil hacerla que quedara y descansara en este lugar, por lo que no quería molestarla.
Mateo bajó la cabeza, besó ligeramente a Rosaría en la frente, le dijo 'buenas noches', se levantó y se fue.
En el momento en que la puerta se cerró, Rosaría abrió los ojos atentamente.
Se limpió con fuerza el lugar donde el hombre le había besado, se dio la vuelta y se quedó dormida de nuevo.
Cuando el sol entró a través de la ventana al día siguiente, ella se despertó.
Vio que ya eran más de las ocho.
Nunca había pensado que podría dormirse tan profundamente aquí.
Miró la colcha en su cuerpo, vio que no había nada raro, por lo que supo que Mateo no había entrado después de salir de esta habitación.
Tenía todo claro.
Él no se casó voluntariamente con ella en aquel entonces, por lo que tampoco quería acostarse con ella ahora.
Rosaría sintió que lo que estaba pensando era bastante ridículo.
Se levantó, se lavó y bajó.
Al verla levantarse, Anabel dijo con indiferencia -El desayuno está listo. Te lo preparó el señor Mateo mismo. Si no te gusta, déjalo aquí. Nadie te va a obligar -
Obviamente estas palabras no eran nada agradables.
Pero a Rosaría no le importaban tanto.
Lo que había hecho Anabel precisamente mostró la buena relación que mantenía con anteriormente con ella.
Miró a su alrededor y vio que Mateo no estaba aquí. Rosaría sonrió y dijo -Gracias, pero me gusta mucho el huevo frito que cocinas porque es muy rico -
Luego se sentó en la silla de ruedas y se fue al comedor.
Anabel se puso aturdida al escuchar sus palabras.
Antes a Rosaría le gustaba comer los huevos fritos que cocinaba y se lo había dicho frecuentemente. Ahora esta mujer había dicho las palabras similares, por lo que Anabel tenía dudas.
Pensaba, "¿Es solo una coincidencia?"
Miró a Rosaría por detrás y frunció el ceño, sin poder entender la situación actual.
Rosaría la comida. Eran la sopa y un plato común.
Se sentó y comió.
Para ella, la vida sería mucho más fácil sin Mateo.
La criada se le acercó por la espalda tranquilamente y se puso enfadada cuando vio que esta mujer estaba comiendo contenta.
-¿Todavía no lo sabes? Ayer la señora Estela fue llevada al hospital a medianoche debido a la intoxicación alimentaria. Al recibir la noticia, el señor Mateo rápidamente fue allí. Volvió esta mañana y te ha preparado el desayuno. Sin embargo, no te lo hizo a propósito porque también ha cocinado para señora Estela. Al fin y al cabo, llevan cinco años conviviendo y ¡han tenido un hijo! -dijo Anabel.
No sabía si era una llamada de Mateo. Miró el móvil y vio que era de Víctor.
Rosaría cogió el teléfono.
Dijo -Señor Víctor, ¿por qué me llamas tan temprano? ¿Quieres invitarme a desayunar? -
-¿Todavía no has desayunado? Entonces realmente tengo que invitarte. Dame la dirección y te recogeré -respondió el hombre.
Se la invitó directamente.
Rosaría envió la dirección a él.
El hombre envió un emoji de sorpresa por mensaje.
-¿Vives en la vieja mansión de la Familia Nieto? ¿Por qué? ¿Realmente te enamoras de Mateo? -dijo Víctor.
-No es así. ¡Me vi obligada a hacerlo! No puedo explicarme por teléfono. Vamos a hablar de ello cuando nos encontremos -dijo la mujer.
Ella comenzó a cambiarse de ropa.
Para ella, este era el lugar donde había hecho todo lo posible por quedarse. También era el refugio y su casa. Sin embargo, después del incendio que se había producido cinco años antes, todo lo que había aquí lo hizo sentirse incómoda, deprimida y decepcionada.
Pensó en lo humilde que era cuando estaba aquí antes. Se había esforzado tanto por conseguir el amor de Mateo, pero lo que le había tocado era el sufrimiento traído por aquel incendio. ¡Qué miserable!
Rosaría se maquilló, se puso un buen vestido y se bajó.
Al verla así, la señora Anabel tenía duda.
Preguntó -¿Vas a salir? -
-¿Has dicho Mateo que me dejara salir? ¿O lo dijiste tú? Soy la diseñadora contratada por Mateo, así que no puedo quedarme en casa todo el día. Además, dije que no estoy interesada en Mateo. No me trates como una zorra -contestó la mujer.
Después se oyó el sonido del auto desde afuera.
Anabel frunció el ceño, miró hacia afuera y vio que había un Ferrari rojo aparcado a la puerta de la residencia.
Víctor llevaba la ropa muy llamativa y sostuvo unas rosas en su mano. Se apoyó contra la puerta del auto con una sonrisa cuando llamó a ella.
Rosaría sacudió la cabeza y se rio al verlo así.
-Vale, Anabel, tengo una cita y no vuelvo a almorzar posiblemente -dijo ella.
Luego empujó la silla de ruedas y se fue.
La sirvienta le agarró su silla de ruedas pronto y dijo enojada -¿Vas a salir con otros hombres cuando el señor Mateo no está aquí? ¡Qué desvergonzada eres! -
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