—Señorita Reyes, no se pase de la raya. —Tania estaba frustrada, pero tenía que aguantarlo-. Mi padre ya se disculpó con usted por lo del video, ¿por qué no cede? ¿Incluso quiere arrebatar el collar de propuesta de matrimonio que me regaló mi novio?
Sonia levantó una ceja y se rio.
-Se reunió con el presidente Furtado unos días después de que me divorciara de él, me pregunto si lo estuvo deseando y no podía esperar a ser la señora Furtado.
—¿Qué tonterías dice? Es obvio que usted es la que...
—Y señorita García, no tengo intenciones de arrebatarle nada —interrumpió Sonia antes de que Tania pudiera decir algo más-. Es usted quien quiere darme un regalo de agradecimiento, yo solo tengo interés en el Corazón del Océano.
Tania se quedó sin palabras y, tras morderse los labios, se quedó de pie mientras su rostro palidecía cada vez más, como una flor blanca a punto de marchitarse. Mientras él observaba, Carlos se sintió particularmente encantado y casi aplaudió a Sonia.
—Presidente Furtado, tiene que decir algo, no se quede callado -gritó Carlos-, ¿Es posible que usted no sea un hombre de palabra?
La mirada de Tobías se ensombreció y, tras un momento de silencio, le entregó el joyero con el Corazón del Océano. Tania entró en pánico al verlo y lo tiró de la manga.
-Tobías, este es el collar con el que me propusiste matrimonio, no...
-Tu padre ha organizado especialmente el banquete de hoy para celebrar tu recuperación y tu alta; no será bueno arruinar la ocasión. —Tobías la calmó—. Es solo un collar, después de esto, le pediré a Teo que encuentre uno mejor y te propondré matrimonio con él.
Cuando los invitados escucharon eso, todos sintieron envidia.
-Es muy afortunada, señorita García. No importa lo rara que sea la joya, ¡el presidente Furtado tendría una manera de comprarla para usted!
Después de halagarla, volvieron a ridiculizar a Sonia. La expresión de Tañía mejoró cuando Tobías dijo eso y asintió sin problemas.
-Te haré caso.
Mientras Sonia escuchaba su conversación, lo único que sentía era la ironía de la situación; había estado casada con Tobías seis años. Sin necesidad de mencionar las joyas; él ni siquiera le había comprado una prenda de vestir, incluso el anillo de bodas lo había comprado ella. En ese momento, al ver cómo trataba a Tañía, sintió que su vida era una broma; reprimió la tristeza de su corazón y aceptó el joyero con una brillante sonrisa.
-Esta es una pieza tan rara y, sin embargo, me la regala, así como si nada. Presidente Furtado, parece que quiere tanto a la señorita García que no puede soportar que sufra ningún agravio.
La mujer hablaba de forma tan enigmática que hizo que Tobías se sintiera incómodo, así que respondió con ligereza:
—Te he dado el Corazón del Océano y el presidente García te ha pedido disculpas. Sonia, ya no sigas con el asunto del video.
-¡Está bien! -Sonia aceptó de inmediato.
Tomó un vaso de vino tinto de la mesa y lo inclinó hacia Tobías.
-Presidente Furtado, señorita García, que tengan una larga y feliz vida juntos, y espero que tengan muchos hijos.
Tras eso, inclinó la cabeza hacia atrás y bebió el vino. Después de dejar la copa, se dio vuelta y se marchó.
-Presidente Furtado, yo también tengo que darle las gracias. -Carlos sonrió-. Si no fuera por su indiferencia, mi muñeca no habría entrado en razón. Gracias por ser tan amable de dejarla ir; se merece lo mejor.
Este recogió el bolso de mariposa de la mesa, el cual Sonia olvidó tomar, y luego dijo amablemente:
-Vamos.
—¡Vamos! —Carlos sujetó los hombros de Ciro y se fueron juntos, mientras se quejaba-: El aire aquí es tan repugnante, me enfermaría si me quedara aquí un segundo más.
Mientras Tobías los veía salir, sus cejas se fruncieron y en su corazón había una indescriptible sensación de irritabilidad que no desaparecía. Sonia era una persona discreta; fue una sorpresa que tuviera un pretendiente tan destacado.
En cuanto ella entró al auto, cerró los ojos y descansó durante menos de un minuto antes de que Carlos y Ciro subieran.
—Muñeca, has hecho un gran trabajo recién. Pf, ¿has visto la expresión de Tania? Parecía que no quería otra cosa que devorarte. -Carlos se sentó en el asiento del conductor, se abrochó el cinturón y estalló de risa—. ¡Me sentí tan bien viéndote que quise aplaudirte!
Ciro entró al asiento trasero y le entregó el bolso de mariposa a Sonia.
-Lo dejaste sobre la mesa y te olvidaste de tomarlo.
-Salí con prisa y no me di cuenta -dijo ella mientras lo recogía.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: obsesionado con mi ex-esposa