Orgasmo con el millonario romance Capítulo 11

Narra Elizabeth.

Faltan quince minutos para que empiece el ajetreo del almuerzo.

Miro hacia atrás y mi corazón salta a mi tráquea cuando veo a Jackson en la puerta. Oh, Dios, ¿por qué tiene que ser tan hermoso? Con su cabello negro bien peinado y un traje de negocios azul oscuro que abraza su cuerpo alto y musculoso de la mejor manera imaginable, se ve fuera de lugar en nuestro pequeño restaurante que huele a aceite frito y carne asada. La reacción de mi cuerpo hacia él es poderosa. Debajo de mi delantal rojo y mi blusa blanca ceñida, mis pezones se endurecen instantáneamente y mi sexo... Mi sexo se siente como si sus manos ya me estuvieran acariciando, instándome a correrme y hacerlo rápido.

Le digo a Melissa la mesera que yo lo atendere.  Mientras él toma asiento cerca de la puerta principal. 

Camino hacia él,  me obligo a tomar respiraciones uniformes. Realmente no ayuda, porque en el segundo que estoy frente a él con mi bolígrafo y libreta en la mano, mi ritmo cardíaco se acelera.

 —Bienvenido a Costeños —digo cortésmente—.¿Qué puedo traerte hoy?

Cambia el salero entre sus grandes manos. 

—Tan profesional  ¿no?—murmura.

—Estoy en el trabajo—digo—. ¿Que quieres de comer?

Me sorprende la mirada en sus ojos cuando inclina la cabeza hacia atrás para mirarme. La mirada de Jackson arde sin llama, agarrándome por mi centro. 

—Sabes lo que quiero comer,  Elizabeth, y no es nada en este menú—como para probar su punto, golpea con sus largos dedos el menú frente a él—. Sientate—dice.

El timbre de la puerta vuelve a sonar y un par de nuestros clientes habituales entran. Impotente, miro detrás de mí y luego a él—.Tengo otros clientes, señor Ferrari, yo...

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