Orgasmo con el millonario romance Capítulo 15

Narra Elizabeth.

—Recibí un paquete muy extraño de Jackson Ferrari esta mañana— dice mi abuelo, saludándome en la puerta principal cuando entro a trabajar. Él siempre sale antes que yo de casa.

 Mi corazón late con fuerza contra mi caja torácica, pero suavizo la expresión de sorpresa de mis rasgos. Solo ha pasado un día desde que le pagué a Jackson. Dado que calculo que tomará al menos una semana arreglar todos los detalles de la escritura, me pregunto qué diablos le envió a mi abuelo especialmente después de que perdí todas mis inhibiciones anoche hablando por teléfono con él.

 —¿Y qué te envió exactamente el señor Ferrari?

Él me ofrece un ceño impaciente.

— Era la escritura del edificio, Elizabeth—dice. Mis músculos se relajan. Maldita sea, los abogados de Jackson trabajan rápido—.También incluyó una nota. Gracias a tu nieta por esto—dice—. ¿Que esta pasando?—pregunta.

—Obtuve un préstamo personal— miento porque decirle la verdad a mi abuelo solo le romperá el corazón y provocará un colapso en medio del restaurante—.Fui a ver al Señor Ferrari y  pagué el saldo del préstamo.

Mi abuelo  me detiene antes de que pueda caminar alrededor de él, plantando sus manos a cada lado de mis hombros. 

—¿Saliste y obtuviste un préstamo personal para ayudarme?—la emoción pesa en su voz, y ahogo la burbuja en mi garganta mientras sacudo la cabeza.—.¿Es por eso que estuvo aquí la semana pasada?

Oh, Dios, ¿él sabe eso? Luche  por mantener una sonrisa uniforme, me libero de su agarre y encojo un hombro. 

—Había visitado su oficina antes, justo después de que me dijeras lo que estaba pasando. Cuando lo llamé la semana pasada para informarle que el banco me aprobó, quería volver a hablar conmigo en persona— mi abuelo se pellizca los labios preocupado, así que me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla—.Pagaremos el préstamo, lo prometo.

—Gracias, Elizabeth.  Gracias.

—Cuando quieras, abuelito—murmuro, la humedad me pica en los ojos—.Ahora déjame ir antes de que empecemos a perder clientes—dijo sonriendo.

***

Realizo mi turno en piloto automático, sonriendo alegremente a mis clientes. Tomando pedido tras pedido de vuelta a la cocina. Siento que mi sexo palpita porque cada pocas horas, Jackson me actualiza con una cuenta regresiva en el teléfono ridículamente caro que me envió como regalo ayer. Justo antes de irme por la noche, envía el texto final: 18:01: Veintitrés horas, Elizabeth. Espero que descanses esta noche.

Soy una ráfaga de anticipación nerviosa durante todo el día siguiente, y cuando me envía un mensaje de texto diciéndome que me recogerá a las ocho, mi respiración se estremece. Nunca pensé que llegaría el día en que estaría tan ansiosa por darle mi virginidad a un Ferrari.

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