Orgasmo con el millonario romance Capítulo 14

Narra Jackson.

Antes de irme a Santa Barbara, hago algunas paradas rápidas para enviarle un paquete a Elizabeth. He notado su dinosaurio de teléfono celular, y si tengo que estar lejos de ella por dos días, al menos quiero verla.

***

Estoy en Santa Barbara. Es pasada la medianoche cuando le hago una videollamada al nuevo teléfono. Estoy casi preocupado de que no vaya a responder, pero luego lo hace, frotándose los ojos soñolienta.

—¿No estás cansado?—me pregunta y luego bosteza. Escucho su cama chirriar mientras se mueve y luego una luz tenue ilumina su pequeña cama. La camiseta sin mangas blanca que tiene puesta es tan endeble que sus pezones rosados ​​oscuros son visibles. Al darse cuenta de que estoy mirando sus tetas con los ojos, inclina el teléfono hacia su cara y sonrío cuando dos manchas rojas colorean sus mejillas.

—No puedo dormir—digo—.Estaba pensando en ti. Veo que recibiste el teléfono. Cuando aprieta los labios recatadamente y me da las gracias, levanto la ceja. Sé con certeza que ese no era el único regalo en esa caja porque yo mismo la había empacado—.¿La caja fue manipulada? ¿hay algo más que estás olvidando mencionar?

Sus mejillas se vuelven más rojas y aparta la mirada de la pantalla por un momento para recuperar el aliento.

—Tengo el... juguete—susurra tímidamente—.Y el lubricante.

—¿Y la carta?

—Sí. Recibí la carta.

La carta era breve pero explícita, y detallaba todas las formas en que quería que se corriera mientras yo estaba fuera y todas las formas en que la voy a excitar cuando vuelva a casa. Le dije que no necesitaríamos un juguete vibrador ya que mi polla y mi lengua la cuidarán muy bien.

Cierra los ojos, y puedo decir que está recordando cada palabra porque deja escapar un suspiro tembloroso.

—¿Y sabes por qué te envié esas cosas como por ejemplo el teléfono?—pregunto, empujando mi mano hacia abajo en mis bóxers y sacudo mi polla hasta que está dura como una roca. Abre los ojos, se lame los labios y se encoge de hombros—.Porque quiero verte venir.

—¿Qué?—dice.

—Me escuchaste. Quiero ver ese pequeño coñito rosado temblando y cremoso. Ahora.

Sus ojos se mueven salvajemente y luego sisea: —No estoy en mi casa, me queda en el departamento de Wendy. Ella está en la otra habitación con su novio.

—¿Me veo como si me importara un carajo?—digo.

—Es amigo de mi ex—dice.

No debio haberme dicho eso porque ahora tengo aún más razones para hacerla salir con mi voz guiándola. Quiero que su exnovio sepa que está saliendo con alguien. Que hay otro hombre comiéndole el coño y dejándose chupar la polla por ella. Quiero que sepa que ella es mía y que no hay nada que pueda hacer para cambiar eso.

—Estoy esperando, Elizabeth, le digo con severidad.

Sus hombros se desploman.

—Nunca había hecho nada como esto en cámara, Jackson. Yo nunca...

—Hay una primera vez para todo. Y esta noche, saldrás frente a la cámara para mí. No voy a desconectar esta llamada hasta que haya escuchado y visto que vienes.

Ella suspira.

Mi pedido la toma con la guardia baja, pero una vez más, no discute. Cambia la vista de la cámara, dándome una vista clara de sus suaves muslos, sus bragas blancas empujadas hacia un lado y sus dedos trabajando en la pequeña bombilla azul alrededor de su clítoris.

—Sube la velocidad Elizabeth—le pido. Acaricio mi polla más rápido—.Quiero que vengas a toda velocidad.

Hace clic en el extremo del vibrador y sus caderas salen de la cama cuando el juguete pasa de un zumbido constante a un zumbido ensordecedor. Es tan hermosa y rosada que juro que puedo oler su embriagador aroma a vainilla en lugar de la lejía en las sábanas de mi pethouse.

—¿Quieres verme?—solicito.

La pantalla se llena con la vista de su rostro, todo sonrojada con el cabello pegado a sus mejillas, y ella asiente tentativamente con la cabeza.

—Sí, por favor.

Le muestro lo que estoy haciendo, apretando y acariciando mi polla y deseando que fuera su coño en su lugar. Deja escapar respiraciones cortas, un gemido bajo, luego repite.

—Oh dios, Jackson, creo... creo...

— Quiero oírte venir. No escondas tu cara en tus jodidas almohadas. Quiero oírte gritar mi nombre.

—Voy a... —se ahoga con un grito ahogado y luego dice mi nombre con voz áspera —.Más. Quiero más.

Yo también, pero me conformo con el sonido de su voz. Me lleva al límite, apoderándose de mi cuerpo mientras el semen caliente brota sobre mi puño.

Si pudiera acelerar el tiempo, lo haría sin pensarlo dos veces solo para volver a ella más rápido.

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