OTRO MUNDO DE MÍ romance Capítulo 49

Candela se quedó boquiabierta y al momento siguiente se cubrió la cara y gritó angustiada:

—Lo siento papá, mamá, siempre he sido vuestra única hija, pero de repente llegó Elsa y de repente no soy nadie en casa. Estaba asustado, así que, así que podría tener algunos problemas mentales, a veces me siento como si fuera el único hijo de mis padres, lo siento, no era mi intención.

Estaba llorando mucho allí.

Enrique estaba muy decepcionado con Candela.

Candela estaba en la familia disfrutando de reputación y riqueza mientras que Elsa cargaba con la parte del sufrimiento que debería haber sido Candela.

No tenía ni idea de que aquella hija aparentemente sensata se volviera tan malvada, pero seguía siendo una niña, así que Enrique no la castigó con dureza.

—Candela, te quedas en la escuela desde hoy. Pero no te preocupes, me encargo de matrícula y gastos de manutención como siempre. Elsa también necesita el amor de su verdadera madre, lo has disfrutado durante tantos años, es hora de devolvérselo—.

Enrique miró con severidad a Candela, estaba claro que Candela había sido mimada por Nora y no podría ver cómo Nora arruinaba al chico.

—Papá, no lo hagas —Candela cayó sin fuerzas al suelo de inmediato, gritando.

Y Nora se apresuró a decir:

—Esto no tiene nada que ver con Candela. La niña es pequeña, Enrique, ¡¿por qué eres tan duro con ella?!

Justo cuando Nora terminó de hablar, Enrique cogió un vaso de agua que tenía en la mano y se lo tiró a la cara:

—¡Estúpida! ¿crees que lo que has hecho está ayudándola? La razón por la que ella se convirtió así es tu exceso de indulgencia.

Nora miró incrédula a Enrique:

—¿Tanto asco nos dais? Delante de los de fuera, me haces esto, ¡no tienes conciencia!

Enrique respiró hondo y dijo:

—Vámonos, ya que no le importa nada nuestra reputación o dignidad, no tiene sentido que nos quedemos aquí.

Dicho esto, lloró de exasperación y amargura y condujo a Candela de vuelta a su habitación.

Fue en ese momento cuando Cristian se limpió la nariz con algo de vergüenza y se levantó.

—El señor Enrique...

Pero antes de que Cristian pudiera terminar, Enrique le interrumpió.

—Elsa, tienes hambre, ¿verdad? Papá te lleva a cenar, Cristian te agradece lo de hoy y yo te invito a cenar algún día.

Dicho esto, Enrique le dio una palmadita en el hombro a Cristian y, de paso, hizo que el mayordomo se acercara a espantar a Cristian.

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