De alguna manera, esta forma de hablar le producía una extraña sensación de familiaridad, pero al intentar pensar en ello, no podía recordar nada.
De todos modos, no tenía ni idea de por qué este hombre podía gustar tanto a alguien que gritaba miedo.
Obviamente se suponía que era maravilloso perseguir a alguien, ¿verdad?
Si no fuera por el tiempo que ambos habían pasado juntos antes, Elsa pensó que habría mantenido las distancias por sus palabras.
—¿Qué te gusta de mí? Veo que eres popular entre las chicas, yo no soy mujer frívola y si sólo necesitaras tal tipo, muchas serían más adecuadas que yo —Elsa dejaba de hablar por un momento y continuó— por ejemplo, la que acabas de hablar.
Cristian escuchó lo que ella dijo pero captó el punto equivocado por completo, la miró profundamente, la locura se acumulaba bajo sus ojos, —¿Estás celosa?
Luego se rió y continuó:
—Es sólo atrapar a un adúltero para mi amigo, cómo podría gustarme alguien más.
Así que eso era todo.
Al ver que Enrique se acercaba de lejos, Elsa le dio un fuerte empujón: —Vete de aquí antes de que te vea mi padre.
«No soy un ladrón, ¿por qué debería huir?»
Pero no se pudo evitar, y al final Cristian se fue
Enrique trajo a dos hombres.
Lautaro Pomar y Carolina Pomar, padre e hija.
Elsa miró y se sorprendió:
—¿Profesora?
¿No erala profesora que les daba clases de literatura?
—Me llamo Carolina Pomar, puedes llamarme Carolina— dijo la profesora con una sonrisa.
—Elsa de verdad es un estudiante excelente, mira...
Carolina y hojeó otro montón de fotos.
Los ojos de Elsa se redondearon con sorpresa:
—Carolina, ¿cómo sabes esto?
En ella estaba el diseño del par de pendientes que Agustín iba a demandar.
Enrique y Lautaro pudieron ver lo bonito que era el diseño.
Lautaro miró a Elsa con una sonrisa y bromeó:
—Es un gran diseño, estoy tentado de comprar un juego para mi mujer. Elsa, ¿me hacen un descuento si te lo compro directamente a ti?
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