Papá, quiero que sea mi mamá romance Capítulo 110

—Acuéstate temprano. Tómate el día libre mañana antes de ir al equipo de producción —le indicó Héctor a Julieta mientras subía las escaleras.

—De acuerdo, Héctor —aceptó Julieta de buena gana.

Héctor frotó el pelo de Julieta, a punto de irse.

—Héctor —Julieta abrió la boca de repente.

Héctor se volvió hacia Julieta, con la mirada llena de preguntas.

Julieta se puso ligeramente de puntillas y dejó un ligero beso en los labios de Héctor, como una libélula que tocaba la superficie del agua.

—Buenas noches.

Tras decir eso, Julieta se dirigió directamente a la habitación, sin esperar la reacción de Héctor.

Héctor no pudo resistir el impulso de sonreír. Julieta incluso lanzó un ataque sorpresa.

—Buenas noches —dijo Julieta ante la puerta de su casa antes de volver a su habitación.

La distancia entre las dos habitaciones era de menos de 10 metros, pero a Héctor le pareció que había caminado mucho para llegar. Tumbado en la cama, pensó en la escena que había sucedido antes, con los latidos del corazón acelerados involuntariamente.

Sin embargo, había dicho que esperaría la respuesta positiva de Julieta. Y ahora, sólo podía permanecer paciente, viendo a Julieta acercarse a él, como si fuera una pequeña tortuga que poco a poco iba saliendo de su caparazón.

Después de una noche de buenos sueños.

A primera hora de la mañana siguiente, Julieta pidió a Elena su permiso, avisando de que hoy no iría a la empresa. Tras dos meses de producción, la serie Forense, que contaba con 20 episodios, se acercaba ya a su fin. Como el protagonista masculino tenía un mayor peso en esta serie, Julieta podía terminar el rodaje después de pocas escenas, por lo que su representante tenía mucha disponibilidad.

—No salgas a voluntad y recuerda controlar tu dieta en casa —le indicó Elena a Julieta.

—Bien, Elena, ¡lo prometo! —Julieta hizo un saludo juguetón, sólo que Elena no pudo verlo.

Tras desconectar la llamada de Elena, Julieta se arregló un poco y bajó las escaleras.

Como anoche volvió un poco tarde, Miguel se había acostado muy temprano. Cuando vio a Julieta bajando las escaleras, Miguel corrió hacia ella y se lanzó directamente a sus brazos.

—Miguel, ¿me echas de menos? —Julieta tomó a Miguel en su regazo y se dirigió a la cocina.

Miguel asintió con fuerza.

—Mi bebé, yo también te extraño.

Julieta besó a Miguel en la mejilla y le dijo sonriendo. En ese momento sonrió como una zorrita, sin la timidez que tenía frente a Héctor.

Miguel se parecía mucho a Héctor. Cuando mimaba a Miguel en sus brazos, era como si intimidara al pequeño Héctor, haciéndole sentir muy bien.

—Miguel, ayúdame a preparar el almuerzo. Entonces, ¿qué tal si le llevamos la comida a papá? —le dijo Julieta a Miguel.

Miguel asintió sin pensarlo. Mientras estuviera con Julieta, siempre estaría dispuesto.

—¡Buen chico! —dijo Julieta.

Como Miguel era muy pequeño, apenas podía ayudar en la cocina. Sin embargo, a Julieta no le pareció una molestia. Por el contrario, cocinaba mientras jugaba con Miguel y tenía el almuerzo listo rápidamente.

Miguel se fijó en la comida de los platos, que fue puesta en un cubo térmico por Julieta, sin reservar nada para él. El chico se puso un poco ansioso.

Miguel tiró la ropa de Julieta con fuerza y asintió que él también tenía hambre.

—Espera un segundo. Vamos a comer juntos con papá.

Mientras decía esto, Julieta cogió un poco de carne desmenuzada y se la dio a Miguel.

Miguel tampoco exigió tanto. Siempre que tenía algo que comer, hacía una carcajada. Él era muy fácil de mentener.

Normalmente, Julieta pasaba las cajas térmicas a Vicente y le pedía que se las llevara a Héctor. Sin embargo, hoy tenía una nueva idea, pensaba ponerse totalmente "armada", con gafas oscuras y con Miguel en brazos, y repartir ella misma la comida.

Sin embargo, al llegar al edificio del Grupo Velázquez, Julieta se mostró incómoda.

Sin la tarjeta de entrada, no tenía forma de acceder al edificio y sólo podía llamar a alguien para que la recogiera. Entonces, ¿cómo pudo sorprender a Héctor?

Miguel dudó cuando vio a Julieta de pie en la puerta. Dijo que iban a buscar a papá, ¿verdad?

—Ah, podemos buscar al asistente Orlando.

De repente, Julieta encontró una solución y bajó a Miguel

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