Papá, quiero que sea mi mamá romance Capítulo 207

Hector apoyó fácilmente a Maya.

—Lo siento.

Maya miró a Hector con una expresión de timidez y se disculpó. Pero no se soltó del brazo de Hector, y embriagada por la respiración de éste, se olvidó del tiempo.

Después de que Hector esperara a que ella se mantuviera firme, se alejó de Maya. Había visto este tipo de mujeres muchas veces antes, y todas usaban el mismo truco. Si no fuera porque estaba en el equipo, ni siquiera la miraría.

Cuando Maya fue apoyada por Hector, ya había colocado la tarjeta de la habitación preparada en el bolsillo del traje de Hector.

Maya sintió que tenía el control de todo, así que fue felizmente a maquillarse y vestirse, imaginando que sorprendería a Hector por la noche.

Y Hector volvió a la empresa después de dejar el equipo, y no se apresuró a volver a Barrio Lujo hasta después de dejar el trabajo. Las escenas importantes de Julieta estaban casi rodadas, y sólo quedaban algunas escenas con papeles secundarios. La carga de trabajo de Julieta era mucho menor que antes y volvía a casa temprano.

Después de convencer a Miguel de que se durmiera, cuando Julieta volvió al dormitorio, Hector ya se estaba bañando.

Julieta recogió la ropa de Hector y de repente se le cayó algo del bolsillo. Julieta se agachó para recogerla y descubrió que era la tarjeta de la puerta del hotel.

Julieta miró el baño con incredulidad, sin entender cómo el traje de Hector tenía la tarjeta de un hotel.

Cuanto más pensaba Julieta en ello, más se irritaba. Sus ojos se fueron enrojeciendo poco a poco, tiró el traje sobre la cama y sujetó con fuerza la tarjeta de la puerta.

Cuando Hector salió del baño limpiándose el pelo mojado, vio a Julieta sentada junto a la cama con frustración y se acercó a ella.

—¿Qué pasa?

Al ver los ojos rojos de Julieta, Hector se puso un poco nervioso durante un rato, sin saber por qué lloraba de repente.

Julieta levantó la cabeza y miró a Hector. Las gotas de agua del pelo de Hector caían por su pecho con una tentación indescriptible, pero en ese momento Julieta no tenía intención de disfrutar de su figura.

—¿Qué es esto?

Julieta le lanzó a Hector la tarjeta de la puerta que tenía en la mano, y ésta chocó contra los sólidos músculos de su pecho e hizo ruido.

Hector miró la tarjeta de la puerta y preguntó con desconfianza:

—¿Qué?

—Eso es lo que encontré en tu bolsillo —Julieta miró a Hector y dijo con los dientes apretados.

Julieta, que ya estaba furiosa, sólo pensó que Hector la había engañado.

Al oír el interrogatorio de Julieta, Hector se mostró más confuso y preguntó:

—¿De qué hotel es esta tarjeta? No sé cómo apareció en mi bolsillo.

Al escuchar sus palabras, Julieta se sintió triste. La última vez, sobre la huella de lápiz labial en la ropa de Hector, él explicó que Rebeca lo hizo a propósito, pero esta vez fingía no saber sobre la tarjeta del hotel.

Hector frunció el ceño, pensando que el único con lo que había tenido contacto cercano era con la mujer que conoció en la tripulación. Hector recordó brevemente y adivinó la situación general.

No esperaba que la mujer le metiera algo en el bolsillo cuando se descuidara.

—¿Cómo puedo creerte?

Julieta no podía controlar sus pensamientos y se sentía cada vez más triste, como si el siguiente segundo fuera el fin del mundo.

—Por la mañana, te llevé al trabajo y regresé a la empresa. El almuerzo me lo organizó Orlando, puedes preguntarle.

Hector soltó a Julieta, se levantó y le dio a Julieta su teléfono móvil, y le pidió que llamara a Orlando para confirmar su inocencia.

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