—¡Mamá! ¡Mamá!
Entro en nervios, porque sé que es síntoma de que le va a dar un ataque.
—Mamá, espérame aquí... —la intento tranquilizar— ¡Te traigo tus pastillas ahora mismo!
Salgo corriendo al salón para coger la medicina, pero tan pronto como bajo las escaleras, detrás de mí se escucha un fuerte ruido, seguido por el rugido horrorizado de la sirvienta:
—La señora se ha suicidado... ¡La señora se ha suicidado!
Me balanceo, mi cuerpo se queda sin fuerzas en la barandilla de la escalera. Clyde me fulmina con la mirada mientras pasa corriendo a mi lado.
Entonces el caos toma poder en la casa, y al instante me rodean apresurados pasos de ellos. Las gasas sangrientas que sacan del dormitorio me dejan aterradas.
No esperaba que Yolanda se suicidara cortándose las venas en el baño...
Más tarde, cuando todo se calma, sigo congelada en el original. ¿La escena que ha pasado solo es una pesadilla?
Sí, Clyde me confirma que solo es el comienzo de una pesadilla.
A la noche, le doy un masaje a las piernas de Kenneth y lo ayudo a acostarse. Yo, en cambio, no consigo conciliar el sueño.
Me levanto y camino sigilosamente hasta el salón, y me siento con un vaso de agua en el sofá aturdida.
De repente me asusto, porque me doy cuenta de que el anillo de diamantes sigue en mi dedo anular. Al instante la sangre de las gasas de esta tarde y la trágica apariencia que tenía Katherine antes de morir saltan a mi mente...
Mi respiración se agita cada vez más, ¡La consciencia culpable me tiene loca!
Temblando, intento quitarme el anillo, pero por algún motivo, no consigo sacarlo de ninguna manera. Me planteo mojarlo con jabón, así que pongo en pie, pero una fuerza me golpea en los hombros y me tira al sofá.
Me da un susto porque me pilla por desprevenida.
En la oscuridad siento que un par de ojos feroces me están mirando fijamente.
—¿Clyde? —grito en voz baja— ¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame!
Se tira encima de mí, con una mano me controla y con la otra levanta mi camisón y toca entre mis piernas...
—¡No! Clyde, estamos en el salón, ¡contrólate!
De pronto se detiene con una luz fría en sus ojos. Sigo sus ojos y lo encuentro mirando mi dedo anular.
—El anillo de mamá... —Me mira y pregunta— ¿Por qué lo tienes tú?
—Ella... Ella me lo dio —respondo, teniendo el corazón en la garganta..
—Este es su anillo favorito que quería dejársela a Kath. ¿Te la ha dado a ti?
Un fuego de ira y de odio se enciende en los ojos de Clyde, que abrasa mis ojos.
—¡Es la verdad, ella me lo dio! —me defiendo.
—Ja —Clyde se burla—. Dime, ¡¿por esto le volvió dar un ataque de depresión y casi se suicida?!
—Selena... —Se inclina hacia mi oído y maldice con fiereza— ¡Tú eres el puto gafe de la familia Santalla! ¡Sin ti, mi hermana no habría muerto y mi madre tampoco se habría enfermado!
—Clyde, no puedes echarme toda la culpa...
—Puedes confundir a otros, pero ¡yo sé muy bien cómo eres! —me agarra del pelo y advierte—. Selena, he estado investigando lo que pasó en ese entonces... Tranquila, pronto descubriré la verdad y conoceré quién eres. ¡A ver lo que te quedará por decir en ese momento!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: PECADO DEL DESEO