—Vaya, ¿quién es esta?
—¿Qué hace aquí una repartidora de comida? La comida se está derramando por todas partes, ¡qué olor más apestoso!
—Hoy es el compromiso del señor Aaron y la señorita Laura, ¿no está ya reservado todo el hotel? ¿Quién pide comida?
—¿Quién sabe?
—¿Dónde está el portero? ¡Échale afuera!
***
Los famosos y ricos que pasaban por delante de ella despreciaban a Selena y se burlaba de ella con tales palabras malsonantes.
Algunos incluso llamaron a sus guardaespaldas y les dijeron que la echaran de la sala.
Los dos guardaespaldas se acercaron y, al ver a Selena con su informe de repartidora, la agarraron por la camisa.
—¡Date prisa y sal, el hotel está plenamente reservado!
Selena apartó la mano del guardaespaldas.
—¡Suéltame!
Selena se llenó de rabia.
Si no estuviera embarazada, no pasaría nada ver a Laura casarse con Aaron, ya que no tendría nada que ver con ella.
Pero ahora, tenía el bebé de ese hombre y Aaron había hecho un trato con ella hace cuatro días: ayudar a su padre adoptivo en el tratamiento y averiguar la verdad del accidente.
Por eso, estaba dispuesta a tener el bebé para él.
Sin embargo, no esperaba que el hombre rompiera su promesa tan rápidamente.
Selena casi se imaginaba que, cuando naciera el bebé, sería expulsada y su propio hijo tendría que llamar “mamá” a Laura.
«¡¿Mamá?! ¡Qué ironía!»
—Señorita, le advierto que se vaya de aquí o seremos groseros con usted —el portero señaló a Selena, advirtiéndola.
Los que subían desde abajo se paraban a mirar, aunque fueran ricos poderosos o estrellas, les gustaban ver tales espectáculos.
—No hace falta que me eches, yo misma me...
—Selena, ¿qué estás haciendo aquí?
Justo cuando Selena hablaba, Alberto abrió paso entre la multitud.
Tiró de Selena, la defendió detrás de él y dirigió sus fríos ojos a los porteros.
—Yo la traje, ¿cuál es el problema?
Alberto estaba vestido con una camisa blanca de manga corta, unos vaqueros azules y un collar al cuello. Era un invitado a la fiesta, su atuendo era informal, pero le hacía parecer soleado, guapo y enérgico. Sin embargo, desentonaba al igual que Selena con esa gente tan finamente vestida.
—Señor Alberto, es una repartidora —dijo el portero, señalando a Selena y la comida que había caído al suelo.
Alberto miró la caja en el suelo, se inclinó y la recogió, luego le dijo a Selena con fingido disgusto:
—Selena, ¿qué te pasa? Te pedí que me trajeras comida, ¿y ni siquiera puedes sostenerla firmemente?
Selena no esperaba que Alberto apareciera de la nada y agradeció mucho la ayuda que le ofreció en este momento.
Pero entonces llegaron los abucheos de los espectadores.
—Dios mío, el señor Alberto está realmente fuera de sí para ser amigo de una repartidora tan fea.
—Es tan espantosa, ¿acaso no le importa al señor Alberto?
—El famoso perdedor de la Ciudad Azul... Hoy me ha sorprendido.
—Es una vergüenza.
***
La gente que los rodeaba hablaba, señalaba, se reía, se burlaba o los despreciaba, y todas las miradas se posaban en ellos.
—Pensé en llamarte más tarde, ya que estabas ocupada en el trabajo.
—¿Cómo la conoce la señorita Laura? —uno preguntó con curiosidad.
Con una actitud de señorita amable, Laura sonrió con conocimiento de causa y dijo:
—Permítanme presentarles a todos, esta es una amiga que conocí cuando trabajaba como repartidora de comida para llevar y su nombre es Selena Soria.
Con eso, le dio un abrazo a Selena y le dijo:
—Acabo de organizar para que una cuidadora vaya al hospital a cuidar a tus padres, así que puedes pasar un buen rato aquí.
Era impresionante que una mujer noble y famosa que vivía en el centro de atención hubiera tomado la iniciativa de abrazar a una mujer fea y ordinaria, e incluso había tomado la iniciativa de pagar el cuidado de los padres de esa fea.
Todo el mundo pensaba así, excepto Alberto y Selena, que sabían la verdad.
Selena estaba furiosa, pero sabiendo que la familia Lirio jugaba trucos sucios, de modo que, Selena tenía que aguantarse por el momento.
En cambio, sus ojos se posaron en los de Aaron, llenos de tristeza y rabia.
Las cejas de Aaron se fruncieron ligeramente y lanzó una mirada de reojo a Simón, que estaba a su lado, como si preguntara:
—¿No te dije que se lo ocultases a Selena?
Simón negó imperceptiblemente con la cabeza y dijo en su corazón:
—Señor Aaron, he puesto un sistema de interceptación en el teléfono de Selena, ¿quién sabe por qué está en el compromiso?
—¡Enhorabuena, están comprometidos, por supuesto tengo que felicitarles!
Selena no se precipitó porque sabía que no podía permitirse las consecuencias de la impulsividad, y más aún por Alberto, que dijo que la había invitado para que no se rieran de ella.
Si armase escándalos, provocaría problemas a Alberto y tendría una serie de consecuencias incalculables.
¿Además, el hecho de que estuviera ahora en el Hotel Hilton no sería una trampa de la familia Lirio para ella?
¡Selena nunca dejaría a los de la familia Lirio conseguir lo que querían!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Pedido de Amor
Seguirán escribiendo esta historia bonita...
Bella novela continuarán escribiendo capitulos...