Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 48

Dante:

Mi mandíbula estaba a solo unos pocos pasos de terminar partida. Mis puños estaban totalmente blancos por la presión y mi rostro rojo de la ira.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero aunque ella no lo supiera no iba a permitir que otra hombre disfrutara o solo osara de comerse lo que yo mismo calenté.

Arreglé mi traje a la vez que bajaba los escalones de aquel avión.

—Señor su amigo Ethan lo estaba llamando; dice que recuerde la despedida de soltero que es hoy —las palabras de mi secretaria son ignoradas cuando introduzco mi cuerpo en la enorme camioneta y sin tener que dar órdenes ya mis hombres saben a dónde deseo ir... Mi depa.

Acomodo la cabeza en el cabezal del asiento trasero cerrando los ojos intentando caer en un sueño que me quite estás putas emociones que me carcomen poco a poco y me dan más ansiedad de la que tengo, pero me es imposible.

No sé cuánto pasa, no se si son minutos u horas pero la espera se me vuelve insoportable. No paro de pasar mis inmensas manos por mí cabello sedoso, la intranquilidad ahora es la que se instala en mi interior y no me encuentro cómodo de ninguna manera.

Las puertas de mi auto se abren y es cuando un suspiro se escapa de mis labios. Salgo de este mismo y me dirijo al ascensor de mi departamento. Oprimo el botón y después de unos segundos las puertas se abren. Adentro mi cuerpo en aquella solitaria estancia cuando sacó mi teléfono revisando mis correos electrónicos. Entre varios de estos está finalmente el contrato que años llevaba intentando cerrar y los cabrones de los chinos se hacían los mas duros que nadie; sin embargo, mi poder de persuasión tenía el mismo tamaño de mi ego y mi enorme polla placentera.

Las puertas del ascensor se abren en lo casa y al levantar la mirada la primera persona que veo ocasiona que alze una sonrisa en mis labios.

Lanzó el dispositivo tecnologíco en el enorme sofá, me deshago del nudo de la corbata y la camisa quedándome con el pantalón solamente. El rostro del chico lo dice todo; está muy cabreado; sin embargo, yo lo estoy más.

Se acerca con paso apresurado a dónde me encuentro, sus puños están cerrados a sus costados y me distraigo pasando la mano por mí cabello cuando me estampan un fuerte puñetazo en la cara que me desestabiliza, pero no lo suficiente, escupo la sangre que se instala en mi boca y coloco mi mano en lo mandíbula a la vez que alzó una sonrisa en mis labios.

—Eres un completo capullo —me grita y yo solo me acerco a la vitrina tomando una de mis botellas de whisky.

—Lo sé —le respondo seguro de lo que soy.

—Eres un hijo de puta —intenta acercarse a mí pero me alejo cuando me doy un buen trago de aquella bebida.

—También lo sé; sin embargo, no se porque me dices las cosas que ya se de mi mismo —mi voz suena con surna y cruda pero me da igual.

—¿Cómo pudiste hacerle eso a Pía? —cuestiona irritado y eso me ocasiona un estallido de carcajadas estruendosas que lo descolocan.

—Por eso estás aquí, reclamando el delicioso coño de Pía —no duda y me estampa otro puñetazo que me termina dejando tirado justo encima del enorme desván—, ya veo; recuerdo como gemía mientras se lo hacía en aquel hotel en Rumania, lo más lejos de ti donde no podrías hacerle daño.

Mis palabras lo sacan del paso y es que necesito que alguien me golpee, necesito ser castigado y esto solo lo digo está vez nunca más.

—Eres una basura —me insulta, ensanchando más mi sonrisa.

—Lo soy; tanto que desde este momento se que nadie tocará lo que yo mismo probé y rompí —hablo limpiando mi labio partido mientras doy varios tragos largos a la botella sintiendo el líquido bajando por mí garganta.

—¿Por qué la dañaste de esa manera?, No sabes cómo llegó llorando al apartamento y se encerró en el maldito cuarto gritando lo estúpida que había sido, como se había dejado llevar por lo que sentía por ti; no te das ni puta cuenta de lo frágil que ella resulta ser al final de todo —sus palabras provocan que una punzada se instale en mi pecho, y sin dudar estampó la estúpida botella contra la pared de aquel apartamento haciéndola añicos.

—¡¿Lo siento?!; Eso es lo que quieres oír —le grito ya exasperado—, pues sí joder, lo siento; pero no siento haberla hecho mía porque de eso jamás me arrepentiré, nunca negaré que tal vez si que me pase muchas galaxias con mis palabras; sin embargo, me aterroriza lo que me hace sentir, como me pone a flaquear con sus pinches acciones de niña inocente y pulcra, odio como me he vuelto un obseso de sentir mi verga deleitarse con su pequeño y estrecho coño; odio la simple idea de saber que otro la tocará, porque se que ella es mia; solo mía y no pienso dejar que otro la disfrute. Lo peor es que ni siquiera la puedo tener porque mañana me casare con alguien que desprecio y todo con el objetivo de protegerla de ser violada, matada o abusada por alguno de los secuaces de mi padre.

Mis palabras ocasionan que en sus labios se instalen una sonrisa a la vez que se acerca a la vitrina, toma una botella y dos vasos, a la vez que se sienta en el sofá y me señala un espacio a su lado.

—Mi amigo —se que lo que dirá me joderá bastante—, usted lo que está es más enamorado que nunca de aquella chica terca, y siento mucho lo de tu obligado matrimonio.

Sus palabras no pueden tener más razón.

—Aunque para mí, la palabra amor no es suficiente —le informo y el me extiende el vaso lleno de aquella bebida alcohólica que me calma esas sensaciones desastrosas.

—Bueno; lo que debemos hacer es irnos para un buen club, agarrar un buen pedo que mañana es mi boda —su plan me resulta bastante bueno así que asiento.

—Pero primero déjame darme un baño —el asiente y yo le doy la espalda dirigiéndome a mí cuarto de baño.

No pasan segundos cuando mi cuerpo está todo húmedo al las gotas de agua caliente caer por todo mi cuerpo, relajando mis tensos músculos y tranquilizando aquellos pensamientos. Tomó el jabón líquido y lo unto en todo mi cuerpo deshaciendo toda la suciedad de aquel día.

Después realizó el mismos procedimiento pero con mi cabello. Horas después ya estoy listo, completamente vestido, peinado y con mí esencia de hombre resaltando.

Me dirijo a la sala encontrando a mí amigo más feliz que nunca mientras juntos nos adentramos en el elevador. El silencio no es incomodo cuando no tienes nada que decirte, aunque si un poco aburrido.

Las puertas se abren y cada uno toma su auto. Yo elijo mi Lamborghini Gallardo de color negro y a toda velocidad voy manejando justo detrás del Materrazzi rojo de Ethan.

Las calles de Vancouver están más desiertas que nunca, las personas no quieren salir de sus hogares o al menos eso creo por la ruta poco transitada que vamos manejando. Las hermosas luces que iluminan todas las avenidas permiten el movimiento de los autos.

Minutos después llegamos a nuestro destino.

La discoteca Devil es una de las más costosas de Canadá, incluso solo personas con bastante dinero en sus cuentas bancarias podría pagarse un trago en este sitio; Ethan y yo somos clientes VIP del lugar. Algo lógico al ser el billonario más codiciado y dueño de aquel establecimiento.

Nada más entramos lo primero que hago es dirigirme a la barra. Arreglo mi traje y paso la mano por mi cabello.

—Voy a saborear tus labios —le informo y ella se queda desconcertada.

—Pero si ...— no la dejo terminar cuando la obligo a levantar uno de sus pies y ponerlo por encima de mi hombro, mi cabeza está en su entrepierna lista para degustar ese manjar tan adictivo y apetitoso.

Le echo un lado la tanga de encaje y saco mi lengua pasándola con rapidez por aquel punto exacto sintiendo el sabor de sus fluidos vaginales.

—¡Mierda! —exclama con voz ronca y jadeante al sentir mi lengua entrar en contacto con su vulva.

—Umm; estás toda húmeda —mi voz suena ronca y masculina; mi falo está más duro que nunca preparando para introducirse pero me es imposible cuando no puedo dejar de disfrutar de su punto exacto, de sus fluidos que salen como una fuente interminable.

Muevo mi lengua de arriba a bajo, la penetro con esta misma; muerdo, lamo y succiono su clitoris excitado y palpitante; voy sintiendo como gime, como sus piernas van comenzando a temblar, como aumenta su agarre en mi cabello y como se mueve más intentando obtener todo ese placer. No se lo niego, al contrario, aumento cada movimiento con mi lengua hasta que finalmente cae rendidad con sus piernas hecha agua; degusto el chorro que libera demostrando que solo yo la he hecho disfrutar de tal manera y me hace sentir más bien que nunca; más afortunado que nunca y me sube el ego como nadie.

—Ahora te volveré a hacer mía —ella va a hablar cuando la interrumpo dándole un beso lleno de pasión para que sienta su delicioso sabor y siento como se vuelve a derretir en mis brazos.

Libero mi enorme erección con cuidado y sin tardar la introduzco en el cuerpo de la rubia. Siento como mi miembro viril se acopla a la perfección en su canal estrecho, mis venas están a punto de explotar de tanto deseo. Sus piernas están alrededor de mi cintura y sus manos en mi cuello, aquello permite mis movimientos; sin embargo, no es la pose que anhelo probar ahora.

La bajo y nos separamos cuando de manera brusca la giró pegando su cara a la puerta de aquel lugar; la obligo a poner su culo en pompa y sin tardar vuelvo a introducir mi verga en su coño. Siento como sus piernas tiemblan por segunda vez y como un gruñido de placer se escapa de mis labios.

—Te lo haré como a mí me gusta —le digo y ella solo gime al sentir como enrredo su cabello en mi mano, mientras con la otra le estrelló varias nalgadas que le enrojecen su trasero—, eres mía... Malditamente mía y espero que lo sepas.

Comienzo a hacer movimientos lentos mientras con cada estocada voy aumentando la velocidad, mis testículos comienzan a estamparse en su vulva ocasionando que los gemidos y jadeos suban de intensidad cada vez más. No me importa si nos escuchan o juzgan, somos dos seres humanos dejándonos llevar por la lujuria y el deseo. Con más dureza aumento mis embestidas a la vez que ella gime con más fuerza provocándome que las ganas de correrme estén acercándose más.

Nuestros cuerpo sudan, nuestras respiraciones agitadas, nuestros pechos subiendo y bajando con prisa, nuestras gargantas secas; el silencio permitiendo que nuestros gemidos se escuchen en la distancia de aquel baño tan pequeño.

Una, dos, tres embestidas fuertes que nos hacen explotar a ella de primera y segundos después me libero yo.

Nos separamos y dejo que se coloque bien su tanga, el vestido y su cabello. Yo hago lo mismo la diferencia es que mi traje está bien solo un poco arrugado y mis pantalones son lo único que debo subir.

—¿Y ahora qué? —cuestiona ella con su rostro cubierto por su cabello .

—Nos vamos para mí departamento —ella me mira sorprendida y la entiendo.

—¿A qué? —pregunta; la tomo de la cintura a la ves que le planto un buen beso lleno de lujuria.

—A follarte hasta que mis huevos no puedan más ... Esta noche te volveré hacer mía para que sepas que nadie, pero nadie nunca lograra decir que eres suya; porque solo tienes un dueño Pía... Y soy yo.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Peligrosa 21+ (COMPLETA)