Dante Vivaldi.
Mi cuerpo se siente totalmente descansado pero a la vez exhausto por la agitada noche del día anterior. Recuerdo todavía casa embestida, cada gemido, cada arañazo, cada mordida, cada orgasmo que tuvimos la noche anterior.
Mi pequeño compañero al recordar todo y saber que al abrir los ojos volvería a suceder ese sexo mañanero que nuestros cuerpo necesitaba para funcionar se levanta con euforía y muchas ganas. El vapor se apodera de mi cuerpo. No ando los ojos, no deseo hacerlo, estiro mi brazos derecho y lo que siento ocasiona que me levante de un salto abriendo los ojos.
—¿¡Pero que mierdas!? —grito desesperado al ver el lado de mi cama totalmente deshecho y vacío—, ¿Donde mierdas está Pía?
Paso la mano por mí cabello intentando hacer memoria pero lo único que me viene a la mente fueron las grandes cantidades del buen sexo que tuvimos ayer.
—¿Qué mujer en su sano juicio desaparece a la mañana siguiente después de que un italiano, sexy, con un buen miembro viril le haya dado el mejor sexo de su vida? —me pregunto a mi misma con la duda latente en mi y lo mejor, una sensación extraña se ha quedado sembrada en mi interior.
Continuó cuestionandome porque carajos ella huyó de mí sin ni siquiera despedirse; sin embargo, en el fondo estoy más tranquilo así no tengo que lidiar con el drama de una chiquilla a plena mañana.
Segundos después de aclarar mi cabeza me levanto de la cama todavía un poco confundido cuando tomo mi teléfono celular y veo quinientas llamadas por parte de Ean, además de la hora.
—¡Mierda, se me ha hecho tarde! —me quejó y con prisa me dirijo al cuarto de baño.
Me deshago del boxer gris que cubre a mí miembro que en estos momentos es capaz de levantar una casa de campaña.
Introduzco mi cuerpo en la ducha dejando que la frialdad del agua me quite está calentura mañanera.
—Pia me las va a pagar lo juro —digo en voz alta y enjabono mi cuerpo con el jabón líquido.
Minutos después estoy cubriendo mi cintura con una toalla azul y me aproximo al espejo de mi baño. Tomó el cepillo y después de untarle la pasta lo llevo a mis dientes eliminando las caries y el mala alientos de las mañanas.
Mas tarde entro en mi habitación yendo directo a mi clóset. Abro las puertas de corredera y tomo el traje que había comprado para aquella boda.
Me lo coloco con rapidez, tomó mi reloj Tommy Hilfiger de color negro, me peino el cabello hacia un lado, me acerco al espejo y veo lo sexy que se me ve este traje; estoy totalmente seguro de que robaré millones de suspiros en aquella boda.
Sin tardar más de lo debido me dirijo a la sala. Observo mi entorno mientras me acerco a mí destino.
Tomó las llaves del Lamborghini a la vez que me adentro en el elevador. Solo pasan unos segundos cuando las puertas se abren permitiendo mi entrada.
Presiono el botón mientras espero que descienda todos los pisos necesarios.
Saco mi celular y le envío un mensaje a Ean de que pronto estare ahí.
El elevador abre las puertas en el estacionamiento, rápidamente desactivo la alarma del auto y me acerco al espacio donde se haya.
Abro la puerta del piloto e introduzco mi cuerpo dejando descansar mi trasero en el asiento de cuero.
La llave entra rápidamente en el agujero y la muevo sintiendo como ruge el motor.
Coloco mi pie en el acelerador y en segundos tomó la máxima velocidad dirigiéndome a las afueras de la ciudad.
Las calles a pesar de estar llenas de personas, taxis y autos baratos, los esquivo con facilidad llevándome algunos semáforos en minutos. Los conductores inexpertos me gritan y yo solo los ignoró; no estoy para pendejadas en estos momentos.
Horas después logro llegar a la ceremonia derrapando un poco.
Me bajo del auto entregándole la llave al parking a la vez que me quito las gafas de Prada que poseía.
Todas las miradas se posan en mi persona y no les voy a negar que amo la atención porque eso sería mentir, algo que aborrezco.
—Joder pensé que no vendrías —la voz de Ethan la logro escuchar a mis espaldas mientras me arreglo el traje.
—¿¡Cómo no iba a venir a tu boda!?, Las ganas de gritar el "Yo me opongo" sería épico —mis palabras le ocasionan varias risas y mejor no me puedo sentir.
Ver a mi mejor amigo a punto de casarse con mi hermana del alma es lo mejor que puede suceder y más cuando yo los presenté.
«Joder soy demasiado perfecto; incluso soy Cupido»
—Bueno vamos que falta poco para que esto empiece —entramos juntos uno al lado del otro mientras un mesero se acerca con unos vasos de whisky.
—Ya se habían tardado bastante —hablo a la misma vez que tomo el trago y lo acerco a mis labios; sin embargo, no lo logro sentir el sabor del alcohol cuando mis ojos se cruzan con los de Pía.
«Ahi estás maldita cobarde»
—Ahora vuelvo.
—Esta bien, pero no tardes que ya casi comienza —me comunica y yo asiento.
A paso apresurado me dirijo en la misma dirección que va; está huyendo, aunque antes de que se me escabulla por completo la tomo del brazos y la acerco a mi cuerpo, ocultando nuestros cuerpos de los invitados metiches.
—En que momento te llegue a decir que podías irte sin antes recibir tu buena ración de sexo mañanero —mis palabras la toman por sorpresa pero sin darse cuenta una sonrisa se alza en sus labios.
—Ya te usé, te disfrute, y por eso me marché; debes aprender que mi dignidad siempre superará la calentura —sus palabras me descolocan y ocasionan que mis sumos suban en medida.
—Felicitaciones a los recién casados —los felicito mientras ellos ríen, bailan y se besan con sonrisas en sus labios—, aunque mi propuesta sigue en pie.
—¿Cual propuesta? —cuestiona Darla y mis labios se alzan en una sonrisa.
—Ser el amante de este guapetón —mi voz suena coqueta mientras le doy unas palmadas en su espalda y las carcajadas estruendosas que liberamos.
Luego viene el baile de los esposos mientras que ponen una canción que me llama la atención y una idea llega a mí cabeza.
Me aproximo al cuerpo de la rubia lentamente mientras le canción suena y todos los invitados bailan de aquí para allá.
La tomó de la mano y la acerco de manera brusca a la vez que acerco mis labios a su oído diciendo cada una de las frases de la canción con voz seductora.
—Digame usted —susurro cerca de su odio mientras la pego más a mí cuerpo—, si ha hecho algo travieso alguna vez... Una aventura es más deliciosa si vuele a peligro —con cada palabra siento como su cuerpo se estremece bajo mi cuerpo, mi tacto, y mi maldita y sexy voz de hombre.
—Dante, ¿Qué es lo que quieres de mi? —me pregunta.
—Me indigna que me hagas esa pregunta cuando sabes muy bien que quiero —respondo a la vez que la hago dar una vuelta cuando la canción ya casi está llegando a su final.
—No tengo ni idea de que es lo que quieres y esto me está cansado mucho —sus palabras no me sorprenden.
—Te quiero a ti... Quiero que siempre tengas la total certeza de que eres solo mía, eres de mí propiedad; soy el único que te puede comer ese coño tan delicioso que tienes, soy quien te lame con deseo y ganas esa vulva tan adictiva que posees; yo, soy el italiano de ojos castaños que supo volverte solo suya con un roce, una caricia y un beso; quiero tenerte en mi cama todos los días de mi vida y de la tuya; quiero follarte las veinticuatro horas que tiene el día, no me importa si me pasó noches como un oso ivernando porque al final mi miembro viril siempre estará preparado para disfrutar de tu estrecho, y magnífico coño —se que mis palabras la dejaron con millones de dudas en su cabeza; sin embargo, las suyas me sorprenden más.
—Pero yo no quiero eso; no quiero ser un juguete, no quiero que me dañes, ni mucho menos; dejaré mi dignidad a un lado por ti... Adiós Dante, adiós para siempre —se da la vuelta dándome la espalda y cuando mis ganas de ir detrás de ellas hacen aparición en mi interior Ean interrumpe lo que me proponía.
—Dejala, dale la oportunidad de que sea feliz con alguien que le dé ese valor que ella siempre se ha merecido —mis ojos se van de mi amigo a dónde segundos antes había huido la rubia; y no se qué mierdas hacer.
—Ethan —él me observa atento—, sabes; soy tan malditamente egoista que no deseo, mi mucho menos quiero que sea feliz con alguien más que no sea yo o que otro ser que no sea yo la toque, no me importa lo que el mundo piense... Iré tras ella y la tendré solo para mí, como algo más, pero aún así quiero follarla como solo su dueño sabe... No se amar, pero al menos se darle ese placer que se merece.
Me siento de su agarre y comiendo a correr en dirección a dónde Pía había huido. Corro como si mi vida dependiera de ello, siento como mis latidos se apresuran y como mi cuerpo suda cada vez más por el esfuerzo. Aumento la velocidad cuando ya falta poco, logro ver cómo la rubia se sube a un taxi.
—¡Pia no te vayas! —grito lo más fuerte que puedo y logro que se gire antes de que se logré adentrar en el interior de la parte trasera del vehículo.
—Debo hacerlo Dante, no me haces bien; lo siento —y así como así por primera vez en mi vida; mi corazón se rompió en pequeños trozos cuando la chica de ojos celestes se adentro en aquel taxi dejando en mi interior esa incertidumbre de si alguna vez la lograré ver.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla y me sentí el tío más patético del mundo llorando por un puto coño; sin embargo, ese coño tenía algo diferente que no sabía decir que era.
—Te encontraré Pía; lo juro por mis demonios que lo haré... Eres mía hoy y para siempre, y lo mío nunca huye de mí...
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Peligrosa 21+ (COMPLETA)